Phoenix, un tributo

lunes, 20 de julio de 2009

Érase una vez...


Érase una vez un águila que cuando volaba por el cielo observó la Luna y pensó: "Algún día llegaré allí". Aquella águila era perseverante, pero no conseguía alcanzar aquel disco gris. Pero entonces, se dio cuenta que necesitaría ayuda para llegar hasta su deseado destino. Y se encontró a alguien llamado Saturno, que le dijo: "No te preocupes, conmigo llegarás". Y lo dejó todo en sus manos. Tenía miedo, no podía negarlo, pero confió en él. Se dejó impulsar por Saturno, y cuando pudo, extendió las alas, y las agitó todo lo que pudo. Y gracias al impulso de su amigo Saturno, logró alcanzar la Luna, quedándose allí, en un lugar llamado Tranquilidad.

Esto no es más que una pequeña metáfora, para ilustrar que hace 40 años el módulo lunar Eagle del Apollo 11, con Armstrong y Aldrin a bordo, consiguió hollar nuestro satélite por 1ª vez. Y son 40 años en los que se ha avanzado muchísimo, pero a pesar de los avances, no hemos vuelto a mandar gente a la Luna. Pero lo que ocurrió aquel 20 de julio de 1969, aquella epopeya, siempre será quizás lo mejor y lo más alto que hemos saltado. Hasta que lleguemos a Marte, pero esa, es otra historia. Pero hace 40 años, todo un planeta estaba pendiente de lo que hacían 2 personas, a 384.000 km. de nosotros. Aquel salto para la humanidad sigue allí, todas las huellas de una proeza, a la cual siguieron otras 5, cada cual más larga, en esa magnífica desolación. Ahora se habla de volver, se hacen planes, pero hace falta averiguar por qué tenemos que volver a pisar Selene. Pero para resolver esa pregunta, una nueva flotilla de sondas han estado y están inspeccionando, de nuevo, nuestro satélite, para hallar una razón para aventurarnos en una nueva epopeya, que ya no será tan romántica, pero obviamente, si vamos será para quedarnos. En esta década, Europa (SMART-1), Japón (Kaguya), China (Chang'e-1), la India (Chandrayaan) y Estados Unidos (LRO y LCROSS) se han afanado, y algunas aún lo hacen, en recolectar información nueva y desconocida para justificar nuevas razones de volver. Y si fuera por el simple placer de regresar, lo haríamos para visitar los antiguos lugares en los que el hombre colocó su pie, sus artefactos, su huella. Y esa huella la ha visto LRO gracias a su sistema de imágenes LROC, alcanzando a ver, de forma parecida a lo que hizo la MRO con las sondas de superficie en Marte, los módulos que se quedaron en la Luna. No ha visto todos, pero naturalmente, allí siguen, como testigos mudos de lo que aconteció hace 40 años. Y fue algo muy grande. Pero sobre todo, nos quedamos con una frase para la historia: "Houston, aquí base Tranquilidad. El Eagle ha aterrizado". Es algo que quedó para la historia. Y solo podemos decir una cosa: Ojalá hubieramos estado allí para relatarlo.

jueves, 16 de julio de 2009

Los misterios de Venus


Mucho se habló en la época anterior a las sondas espaciales sobre si Venus tenía océanos, era un exuberante jardín, rebosante de vida. Así se plasmó en multitudes de novelas. Sin embargo, una vez las sondas fueron lanzadas, incluso un poco antes de eso, ya se vio que actualmente el planeta más cercano a la Tierra (no equivocarlo con Marte), con sus temperaturas de más de 400 grados y sus nubes de dióxido de carbono, es incapaz de mantener vida. Desde entonces el principal objetivo era desvelar su superficie, ya que los métodos tradicionales de observacion, las cámaras de televisión, eran incapaces de atravesar los 50 km. de nubes. Entonces llegó Magallanes y utilizando un sistema de radar, consiguió dibujar un mapa casi completo (Sin olvidarnos de los méritos de las soviéticas Venera 15 y 16), encontrando varios volcanes, pocos cráteres, pero sobre todo, una superficie jóven.

Entonces, desde Magallanes, nadie se atrevió a regresar al infierno venusiano, nadie salvo la Agencia Europea del Espacio. En el 2006 envió hacia allí Venus Express, para estudiar, sobre todo, su desconocida atmósfera. Y entre sus capacidades, gracias al uso de su cámara VIRTIS, una cámara capaz de realizar imágenes no solo normales, sino que también en infrarrojo, consiguió atravesar la espesísima capa de nubes de Venus, logrando realizar un bastante preciso mapa del polo sur del planeta.

En este punto hacemos un pequeño inciso, para dar unos pequeños datos sobre Venus. A modo de muestra sobre lo peculiar de este planeta, es que mientras su año dura 224 días terrestres, su día dura 243 de los nuestros. Y para complicarlo más, decir que su eje de rotación es de 177 grados, por lo que está al revés, y por eso rota en sentido contrario al del resto de planetas. Por estos datos, mucho se ha especulado sobre por qué ha quedado en este estado, pero lo más teorizado es que le impactó un asteroide muy grande, y provocó que se diera la vuelta. Lo que se supone es que cuando esto ocurrió Venus tenía un aspecto parecido al de la Tierra (son planetas casi gemelos), con océanos y todo.

Y en este punto Venus Express entra con fuerza, ya que gracias a ese mapa del polo sur, ha podido averiguar su composición química, encontrando mucha roca de granito, o lo que es decir, rocas que se forman bajo tierra. Gracias a este hallazgo se supone que Venus tiene o tuvo en algún momento una tectónica de placas similar a la que tiene la Tierra. Ese granito está contentrado en dos grandes placas elevadas, llamadas Phoebe y Alpha Regio, lo que hace suponer que antiguamente podrían haber sido continentes. Y ese granito solo se forma, que se sepa, con dos ingredientes: basalto y agua. Por eso la teoría de un Venus húmedo cobra más fuerza. Pero para tenerlo todo casi atado, solo falta que haya vulcanismo activo, que se le supone, pero no se ha podido detectar ninguna vez. Por ello Venus Express está en una órbita teóricamente propicia para detectar una erupción. Por el momento habrá que esperar.

Quien le iba a decir a los autores clásicos de la ciencia ficción que tuvieron razón...

miércoles, 1 de julio de 2009

Ulysses se apagó


Se podría decir que ha sido una de las sondas más silenciosas, pero sin duda ha sido de las mejores jamás lanzadas. La sonda Ulysses, una sonda realizada a medias por la NASA y la Agencia Europea del Espacio, fue definitivamente apagada ayer, tras nada menos que 18 años de brillante servicio. Lanzada en 1990 desde el transbordador Discovery, primero puso rumbo hacia Júpiter, y una vez allí, abandonó el plano de la eclíptica a la que están sujetos todos los planetas, y se dirigió al Sol, para comenzar su misión de estudiar los polos solares. Y gracias a sus tres pasos por esa zona desconocida, hemos aprendido nuevas cosas sobre nuestra estrella.

Pero el Sol no se queda solo, ya que otra veterana, SOHO aún sigue examinando a Helios, y actualmente es nuestra voz de alarma por si emite una tormenta magnética que podría destrozar con muchos aparatos electrónicos. Además, está el dúo STEREO, que gracias a sus posiciones privilegiadas, que alcanzarán en dos años, podrán ver los dos lados de nuestra estrella.

Queda claro que el Sol es tan interesante como otros astros, y en el futuro, nuevas misiones están siendo construidas, para contemplar nuevos e intrigantes lugares de la "piedra ardiente más grande que el Peloponeso", como la llamó el griego Anaxágoras.