Phoenix, un tributo

martes, 20 de julio de 2010

Ventana al Espacio (XVII)


Las Pléyades, desde el telescopio WISE.

Ventana al Espacio (XVI)


La galaxia Cartwell, desde los tres grandes (Hubble, Spitzer y Chandra)

El ojo de la mente

Ni en nuestros sueños más profundos imaginamos el ver la superficie de un planeta que no fuera el nuestro con tanto detalle. Y el principal acusado de tanta maravilla es MRO y su HiRISE. Desde que comenzó su misión, allá en noviembre del 2005. Desde que comenzó su labor, no ha hecho más que deslumbrarnos.

Hasta ahora cámaras como la que porta este bestia eran usadas exclusivamente en la órbita de la Tierra, para controlar un montón de cosas, tales como las cosechas, las playas, los incendios, los desarrollos urbanísticos (la mejor muestra es el archiconocido Google Earth), y así un sin fin de cosas. Sin embargo el desarrollo de cámaras para enviar a otros planetas ha ido un poco más lento. Naturalmente el tema de los pesos es uno de los factores determinantes, pero con la miniaturización la mejora de las cámaras ha hecho que cada sonda que visita, en este caso, Marte, ha ido mejorando la perspectiva. La primera cámara que fotografió el planeta rojo la portaba Mariner 4, que llevaba instalado un tubo llamado Vidicon, especialmente diseñado para funcionar en condiciones de baja luminosidad. Aún así, las imágenes se deslumbraron, y de las 21 instantáneas que consiguió solo la mitad fueron algo aprovechables. Solo se acercó al planeta una vez, y la muestra de la superficie marciana era nada más que un uno por cierto del total. Las siguientes (Mariner 6 y 7) mejoraron en calidad, pero al pasar una vez como su antecesora apenas nos dejó ver un 10% del total. La primera en enseñarnos el planeta por completo fue Mariner 9. Con una versión mejorada de cámara, solo alcanzaba a ver detalles de un tamaño mínimo de 90 metros. Con esas imágenes como base las Viking volaron a Marte para posar vehículos de superficie, pero gracias a sus cámaras, que podian ver detalles de un tamaño mínimo de 10 metros provocó que el lugar de aterrizaje de Viking 1 fuera movido unos 900 km. por otro más seguro. La siguiente cámara que llegaría a Marte la portaba Mars Global Surveyor, la MOC. Tras casi 20 años sin enviar un vehículo a la órbita marciana, la tecnología de las cámaras había aumentado muchísimo, y ésta era el no va más en este apartado. Capaz de captar detalles de un metro (más o menos la mesa de un comedor) hemos visto nuevos detalles, hasta ese momento ocultos, de Marte. Pero tras la llegada de MRO, la perspectiva ha vuelto a cambiar.

La que es ahora la jefa del séquito marciano porta el Experimento Científico para Imágenes en Alta Resolución (HiRISE), una enorme y pesada cámara, que desde la órbita a 320 km. de altitud, es capaz de captar detalles de apenas... ¡20 centímetros!. Imaginaos los detalles que está captando este objetivo. He aquí una pequeña muestra de sus capacidades:




Área descartada en el Polo norte marciano para el aterrizaje de Phoenix, por motivos obvios






Dos de los agujeros que hay cerca del volcán Arsia Mons, que se cree que son tubos de lava





Visto por casualidad, un desprendimiento se produce en uno de los límites del casquete polar norte




Relieve estereoscópico (en tres dimensiones) del cráter Mojave






El paracaídas le delata: Phoenix descendiendo por la atmósfera






Espectacular imagen de uno de los márgenes del cráter Victoria, en el que vemos al MER Opportunity (no perdáis la oportunidad de pinchar en la imagen para comprender de lo que hablamos en esta entrada)






El antes y el después: A la izquierda Phoenix a las 11 horas de haber aterrizado, el 25 de mayo del 2008, a la derecha, estado actual de Phoenix, en junio del 2010


Esto no es más que un pequeño fragmento del amplio catálogo de maravillas que nos ha proporcionado la MRO. Y la que nos espera todavía: Tiene cuerda para rato.