Phoenix, un tributo

miércoles, 16 de noviembre de 2011

El camino después del transbordador

¿Os imagináis la industria aeronáutica dominada todavía por los herederos de los hermanos Wright? Como que no. Entonces, ¿por qué el vuelo espacial se quería monopolizar por las agencias espaciales? La respuesta es complicada, aunque por suerte, y a causa de la actual situación económica, que la NASA padece en gran medida, se ha decidido desde los altos despachos de la administración allí, que los próximos vehículos serán construídos por empresas privadas, y no solo para uso y disfrute de la agencia americana, sino que también podrán servir para futuros usos turísticos. Bajo el programa CCDev (es decir, desarrollo de naves tripuladas comerciales) hay varios proyectos que están siendo desarrollados actualmente. Son los siguientes:

De la primera ya hemos hablado, y es la más adelantada en desarrollo, tanto, que una primera cápsula voló ya el año pasado. Se trata de la Dragon de SpaceX. Originalmente es un vehículo para transporte de carga para la ISS, pero que puede ser utilizada, con la correspondiente reforma interior, para transportar astronautas. El diseño es clásico: una cápsula para tripulación en forma de cono, de 2.9 metros de alto y 3.6 de diámetro. Va equipada con un módulo de servicio que le proporciona la energía, a través de paneles solares desplegables, y la propulsión. Posee un volumen habitable presurizado de 10 metros cúbicos (14 sin presurizar), lo suficiente para que la ocupen siete astronautas, sin esparcimientos. La cápsula está diseñada para ser reutilizable. Es lanzada desde el cohete Falcon 9, de la misma compañía. Su primer vuelo ocurrió el 8 de diciembre del 2010, despegando magníficamente desde Cabo Cañaveral, y estuvo 3 horas orbitando la Tierra a 300 km. probando todos sus sistemas, para luego regresar amerizando en el Océano Pacífico, a unos 800 km. de la costa mexicana. Es la primera cápsula privada que ha volado y después regresado de toda la historia. Para diciembre de este año se prevee un segundo vuelo de prueba. Para su adaptación como cápsula tripulada, aprobado en el 2010, es necesario un sistema de soporte vital eficaz, y sobre todo, una torre de salvamento, indispensable durante los lanzamientos para abortar el despegue si el cohete falla. El diseño de esta torre de salvamento ha sido certificado por la NASA el pasado mes de octubre. Sin embargo, la empresa diseñadora no se duerme en los laureles, y ya está planeando modificaciones para hacer que la cápsula aterrice y no americe. Para ello se le instalaría un tren de aterrizaje trípode y utilizaría los propios propulsores para aterrizar. Además, gracias al material usado en su escudo de reentrada, que es capaz de resistir reentradas a velocidades elevadas tales como retornos desde la Luna o Marte, ha aparecido un proyecto mediante el cual se usaría la cápsula Dragon para un vuelo a Marte mediante el cohete Falcon 9 Heavy, variante del lanzador de esta cápsula que es capaz de elevar muchísima más carga. Para ello la Dragon aterrizaría allí y con un laboratorio automático buscaría señales de vida. Sería lanzada en el 2018 y llegaría meses después. El proyecto se ha llamado Red Dragon. Su aprobación sería entre el 2012 y el 2013, pero está por ver.

El segundo vehículo que suscita máximo interés es el CST-100 de Boeing. Se trata de un concepto similar al del Dragon, aunque exclusivamente diseñada para transportar tripulación. Posee un diseño similar, también con forma de cono, y con dos partes: cápsula y módulo de servicio. El diámetro de la cápsula será de 4.56 metros y una altura total de 5'1 metros. También será capaz de llevar siete astronautas, sin mucho espacio libre, eso sí. Carecerá de torre de escape ya que han diseñado un sistema de motores que serán multipropósito, estando situados en el módulo de servicio. Esos cuatro propulsores actuarán como motores de escape, para las maniobras en órbita y para iniciar el descenso de la cápsula. Carece de paneles solares, por lo que su energía depende de sistemas internos. El diseño de esta cápsula está optimizado para que tarde 8 horas en el viaje hacia la ISS desde el momento del lanzamiento (las Soyuz rusas tardan 2 días), y seis horas en el proceso de descenso, por lo que su autonomía de vuelo es más bien corta, de dos días. En ello también es curiosa, ya que no solo equipa los tradicionales paracaídas de los que tambien dispone la Dragon, sino que para el contacto con el suelo portará un sistema de airbags para suavizar la toma de tierra, que se inflarán cuando el escudo de reentrada sea expulsado. Para su acoplamiento con la ISS utilizará el mismo sistema que empleaban los transbordadores, que sin embargo fue diseñado para las lanzaderas soviéticas y posibilitar el acoplamiento con el módulo Kristall de la desaparecida estación Mir. Para su despegue, ha sido diseñado para que pueda ser elevado mediante tres tipos distintos de cohetes, el Atlas V, el Delta IV y el Falcon 9, aunque parece ser que el elegido ha sido el primero. La cápsula podrá reutilizarse hasta 10 veces. Esta es la opción principal de la NASA para enviar tripulaciones a la ISS, aunque también se usará para llevar turistas a los futuros hoteles orbitales que algún día se colocarán allí. En los últimos meses se han estado realizando distintas pruebas, sobre todo con los airbags de aterrizaje. Y además, una de las naves de montaje de Cabo Cañaveral será alquilada a Boeing para el montaje de las CST-100 para cuando estén en servicio.

En el concurso de este programa, también han aparecido otras propuestas realmente interesantes. Una de ellas es el Dream Chaser, de Sierra Nevada Corporation. El gérmen de este vehículo proviene curiosamente de la época de la guerra fría. Esta historia tiene inicio el 3 de junio de 1982, cuando desde Estados Unidos se solicitó que un avión de la Real Fuerza Aérea Australiana se pusiera en camino del Océano Indico, donde se había congregado un grupo de navíos de la armada soviética. El servicio secreto americano había tenido noticia del lanzamieto de un nuevo tipo de nave espacial soviética, bajo el nombre de Kosmos 1374, y querían verlo. El avión se puso en camino, y a 560 km. al sur de la isla Cocos, allí estaban varios buques soviéticos recogiendo un extraño artefacto. El avión realizó escepcionales fotografías del objeto, volando tan bajo que casi arranca los palos de los barcos soviéticos. Cuando las fotos llegaron a manos de los expertos americanos, acabaron con la boca abierta: los soviéticos estaban probando diseños de tranbordador, mientras que los americanos ya tenían un transbordador operativo. Varios de esos expertos se rieron del "ridículo" diseño del vehiculo, pero cuando copiaron el diseño para meterlo en un tunel de viento, tras las pruebas, comprobaron que era escepcionalmente aerodinámico, mientras que en la reentrada ofrecía una resistencia menor provocando una temperatura menor en el escudo de la nave. Los americanos copiaron el diseño soviético (el MiG 105, también conocido como Spiral), adoptando el nombre de HL-20. Sin embargo, la existencia de los transbordadores provocó que este proyecto tuviera corta vida, y las especificaciones quedaran guardadas.

El proyecto del Dream Chaser se inició en el 2004 con la intención de formar parte del programa Constellation, aunque no fue aprobado. En los siguientes años se dieron impulsos para el avance del diseño, y finalmente se presentó al programa de naves comerciales tripuladas, obteniendo un contrato para su desarrollo. Partiendo del diseño del HL-20, el Dream Chaser es una pequeña lanzadera de 9 metros de largo y 7 de envergadura. Posee un espacio habitable de 16 metros cúbicos, siendo capaz de enviar 7 astronautas a la órbita, o de ser una nave mixta de carga y pasaje para la estación. Despegará verticalmente mediante un Atlas V en configuración 402. Para su acoplamiento con la ISS, usará el mismo del CST-100, aunque situado en la parte de atrás de la nave. Su escudo de reentrada estará formado por material ablativo que se podrá sustituir más fácilmente que las losetas del transbordador, al poder ser retirado a puñados, para una facil reparación. Cuando regrese, será capaz de aterrizar como cualquier avión en cualquier tipo de pista. La construcción del modelo de pruebas atmosféricas va por buen camino y es posible que el año que viene se realicen sus primeros tests, cuando sea lanzado desde el vehículo nodriza desarrollado por Virgin Galactic para lanzar su nave SpaceShip Two, para así comprobar sus capacidades de planeo. Su autonomía en órbita será de unos 210 días. Otro detalle interesante es que los combustibles que utilice no serán tóxicos ni para la tripulación ni para las cuadrillas de mantenimiento. La verdad es que es nuestro favorito. Es un vehículo versatil, fácil de mantener, extraordinario en cualidades de vuelo, y esperemos que económico.

¿Y la NASA ya no diseña naves tripuladas? Pues si. A pesar de la cancelación total del programa Constellation, la Comisión Augustine que se formó para analizar la situación de la NASA y su futuro, escuchó los ruegos de salvar la cápsula que estaba ya en desarrollo para ese programa lunar. Anteriormente conocida como Orion, el MPCV, o vehículo tripulado multipropósito, es una cápsula de diseño clásico, basada en las Apollo y usando tecnologías desarrolladas para los transbordadores. La cápsula propiamente dicha será reutilizable, y poseerá un módulo de servicio con paneles solares y motores potentes como medio de propulsión. Este módulo proporcionará la energía y los sistemas de soporte vital para la tripulación. La cápsula posee un diámetro de 5 metros, y un espacio habitable de 8.75 metros cúbicos, lo suficiente para cuatro astronautas. Podrá estar allí arriba en principio durante 21 días con autonomía. La diferencia es que el destino primario de esta MPCV es el espacio interplanetario. Como versión reducida de la Orion (no en tamaño) ha sido propuesta no solo para misiones en la órbita baja, sino que también para ser enviada a Marte, y antes, a asteroides cercanos a la Tierra, también conocidos como NEO's, tripuladas, por supuesto. Para su lanzamiento estará equipada con una torre de salvamento y su cohete lanzador está recién aprobado: se llama SLS, y de momento es un cohete sobre el papel, sobre el que hay cientos de incógnitas. Será gigantesco y tremendamente potente, siendo capaz de poner en órbita baja al menos 70 toneladas de carga, pudiendo colocar hasta 130 toneladas a través de su variante más potente. Puede que el proyecto sea una quimera, pero es el intento de que el ser humano se adentre por fin fuera del ámbito Tierra-Luna.

La escasa financiación de la NASA puede retrasar las fechas aquí contadas, pero la suerte es que no dependen exclusivamente de ésta. Está claro que los americanos quieren ir al espacio con sus propios medios, aunque estos proyectos ya deberían haber sido terminado mientras el transbordador aún volaba. Mucha suerte.

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