Phoenix, un tributo

martes, 24 de enero de 2012

Gigantes de la exploración espacial: Venera 15 y 16

Tras la Luna, el lugar en que cosecharon notables éxitos los soviéticos fue en Venus. En 1967, la Venera 4 analizaba la atmósfera venusina in situ, en 1970 la Venera 7 aterrizaba en Venus y nos mandaba información desde allí. En 1975 las Venera 9 y 10 mandaban imágenes desde la superficie de Venus, mientras que los orbitadores giraban alrededor del planeta realizando un mapa básico mediante radar, y en 1982 las Venera 13 y 14 tomaron imágenes en color de sus lugares de aterrizaje y analizaban la composición del suelo. Solo les quedaba una cosa por hacer: realizar mapas detallados de la superficie de Venus usando radares más potentes. Esa fue la misión de las Venera 15 y 16.

Estas dos sondas eran el punto final del programa Venera, y obviamente se esperaba que fueran la demostración de la alta tecnología soviética. Como era imposible usar cámaras de televisión para tomar imágenes de la superficie desde la órbita, se pudo comprobar que las ondas de radar si penetraban la atmósfera, y nos proporcionaban relieves de su superficie. Esta manera de cartografía se probó desde radiotelescopios basados en Tierra. Luego, las Venera 9 y 10 y la Pioneer Venus Orbiter equiparon sistemas de radar con los cuales se conseguían mapas muy generales, sin revelar estructuras menores a 70 km. Entonces, para el broche de oro al programa venusiano, para sus dos últimas sondas fabricaron un sistema de radar mucho más potente, que sería el equipo principal de la misión.

Para el diseño de las Venera 15 y 16, se utilizó el diseño base estrenado por las misiones Mars en 1971, y que había proporcionado excelentes resultados desde 1975 en Venus. El cuerpo central de las sondas era un cilindro de 5 metros de largo y 60 centímetros de diámetro. La novedad era que sustituía el soporte para las sondas de aterrizaje (evidentemente suprimidas para esta misión) por la gran antena de radar. En la parte inferior se encontraba el módulo de propulsión, y a cada lado del cilindro, los paneles solares. El instrumental, por primera vez, era austero: detectores de rayos cósmicos (seis sensores), un detector del plasma del viento solar, un espectrómetro infrarrojo Fourier, y el equipo de radar (Polyus-V SAR, o radar de apertura sintética), basado en una antena parabólica de 1'4 metros de alto y seis metros de punta a punta, y el sistema radiométrico Omega, en una antena de un metro de diámetro. Para comunicaciones, adosada al cilindro, estaba una antena de telecomunicaciones de 2'6 metros de diámetro. En el momento de lanzamiento, la Venera 15 pesaba 5.250 kg. y la Venera 16 5.300.

Las sondas fueron elevadas mediante sendos cohetes Proton-K (2 de junio de 1983 la Venera 15, 7 de junio del mismo año la 16), y sus travesías duraron cuatro meses hasta el nuboso planeta. Adoptaron sus órbitas polares el 10 y 14 de ocubre de ese mismo año, para luego refinar su órbita para alcanzar las de trabajo. Ámbas sondas realizaban órbitas altamente elípticas (1.000 x 65.000 km.) de una duración de 24 horas. El perigeo coincidía cerca del polo norte, por lo que el SAR de las sondas solo podían cubrir una gran extensión del hemisferio norte. Había una diferencia de un grado entre la órbita de una sonda y otra, por si la primera no podía examinar una zona, la segunda realizaba la tarea.

El sistema de radar funcionaba en esencia de esta manera: el radar enviaba una secuencia de códigos de 127 pulsos, emitiendo un haz de radar cada 1'54 milisegundos. Cuando el haz de radar rebota en la superficie la reflexión de la superficie queda grabada en un receptor, para luego pasar a un sistema de grabación digital, que procesa los datos para formar la imagen. Además, usando el sistema Omega, usando una señal de radio, determinaba la altitud. Así, la imagen procesada por el sistema de a bordo pasa al sistema de almacenamiento de la sonda, para su posterior envio al centro de control, donde los datos volverán a ser procesados para tomar su aspecto definitivo. En cada pasada, el SAR realizaba tiras de la superficie, de 120 km. de ancho y 7.500 de largo, y debido a la lenta rotación de Venus, la siguiente tira poseía una parte de la anterior, proporcionando así una cobertura completa del área examinado.

En total, durante 8 meses de operación (hasta julio de 1984) realizaron una cartografía de Venus desde el polo norte hasta la latitud 30º N, con una resolución máxima de 1 km. En total, ambas sondas examinaron un 25% de la superficie venusiana, hallando cráteres, montañas, y sobre todo, terrenos muy llanos, seguramente formados a causa de las teorizadas erupciones volcánicas. Las imágenes en sí, la verdad es que si bien mostraban las arrugas del terreno, no poseían mucha claridad, pero en fin, no es para quejarse, desde luego. Estos fueron los primeros mapas más o menos detallados del planeta, que luego serían corregidos y aumentados.

Las Venera 15 y 16 fueron las últimas sondas exclusivas que la URSS lanzó hacia ese planeta. Las siguientes (y últimas) que lo examinaron fueron las Vega 1 y 2, con destino al cometa Halley, si bien aprovecharon ese encuentro para enviar cada una tanto sondas de aterrizaje como los primeros globos atmosféricos que han flotado en la atmósfera de otro planeta. Desde entonces, no han vuelto.

Desde luego las Venera 15 y 16 han sido sondas históricas por el simple hecho de haber realizado la primera cartografía detallada de este planeta, y las primeras en equipar sistemas de radar para cartografía avanzados. Y sin duda, realizaron un gran trabajo.

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