Phoenix, un tributo

martes, 26 de marzo de 2013

Aventureras del Sistema Solar: Luna 1 y 2

Hemos de admitir que, a causa de nuestra impaciencia y excitación por empezar cuanto antes la sección de las Gigantes de la Exploración Espacial, nos saltamos los pasos previos que llevaron a que éstos alcancen tal clasificación. Por lo tanto, es justo que ahora tengamos que hablar de las que abrieron camino, con mayor o menor dificultad, para extender la exploración espacial a la mayoría de los rincones de nuestra pequeña pero enorme parcela galáctica.

Era la mitad del Siglo XX, y en aquella época, dos superpotencias, la URSS y EE.UU., estaban enfrascadas en una “lucha” por conseguir el lugar principal en todos los aspectos de la vida. De manera que ambos países extendieron sus áreas de influencias a gran parte del mundo. Pronto se dieron cuenta que no era espacio suficiente. Aquel ya mítico 4 de octubre de 1957, la URSS se adelantó a EE.UU., consiguiendo colocar en torno a la Tierra aquel artefacto diminuto llamado Sputnik (compañero) 1. La competencia no tenía los brazos cruzados, y a finales de enero de 1958 empataron con Explorer 1, el
primer vehículo que recogió datos científicos del entorno espacial (detectó el cinturón de Van Allen). Pero todavía no era suficiente espacio. Con estos pequeños artefactos se abrían las posibilidades de extender su área de influencia (y sus éxitos) al resto del sistema solar. Y naturalmente, el primer objetivo distinto de la Tierra no pudo ser otro que su compañera, la Luna. Es el cuerpo celeste más cercano, por lo que las naves que se mandarían hacia allí no serían más que el banco de pruebas para poder construir objetos mayores. De esta manera, ambas potencias (posiblemente conociendo los planes del rival) comenzaron a diseñar las primeras sondas que abandonarían la órbita terrestre en busca de otros objetivos. Naturalmente, el que primero consiguiera información desde cerca de Selene se podría proclamar vencedor, aunque el objetivo principal era (sin admitirlo abiertamente) poder situar a un ser humano en la superficie lunar, y tal suceso sería de tal magnitud que la nación perdedora caería postrada ante el vencedor.

EE.UU., por vía de NACA (el antecesor de la actual NASA) desarrolló unas pequeñas naves llamadas Pioneer, con el objetivo de alcanzar por primera vez la velocidad de escape para probar que era posible. Con objetivos similares, la URSS inició el programa Lunik o Luna, para iniciar la exploración de Selene usando toda clase de vehículos. Los primeros intentos, principalmente a causa de lo “rupestre” de la tecnología, no tuvieron éxito. Antes de 1959, se habían lanzado (o casi) tres Pioneer, de las cuales dos se perdieron durante el lanzamiento y la tercera pasó de largo muy lejos de la Luna. Los soviéticos tampoco tuvieron demasiado éxito en los primeros lanzamientos. Todo cambió cuando 1959 apenas había coleccionado un par de días.

La serie de sondas E-1 eran pequeñas esferas con un diseño fuertemente influenciado por el primer Sputnik. Construidas por la oficina de diseño del mítico Sergei Korolev, eran objetos circulares, que contenían en su interior el equipamiento necesario para funcionar, y en el exterior seis pequeñas antenas para transmitir sus señales de radio hacia las estaciones de seguimiento en territorio soviético. Estaba dotada con transmisores de radio y de seguimiento, sistema de telemetría, una batería de alta capacidad, y el equipo científico: un magnetómetro, contador Geiger, contador de partículas y detector de micrometeoritos. Carecía de combustible, por lo que el lanzador debía proporcional el impulso necesario y la capacidad de situarlo en la trayectoria prevista. Esta esfera de 361 kg. fue situada en la punta de un cohete R7 modificado, y lanzada el 2 de enero de 1959. Se considera a Luna 1, como se le nombró posteriormente, la primera nave cósmica, al ser la primera que alcanzó la velocidad de escape necesaria para dirigirse a Selene. El objetivo era obtener información sobre el entorno espacial entre la Tierra y la Luna antes de acabar estrellada contra la superficie de nuestro satélite. Esto provocaría además, que la URSS sería la primera en contactar con la superficie de otro mundo, por lo que en el interior de Luna 1 había dos pequeñas banderolas de metal con el escudo de armas de la URSS y una leyenda que decía más o menos la fecha de llegada a la superficie y el nombre de la nación que la había mandado. Toda esta exaltación patriótica, típica de aquellos días, se convirtió en frustración. Un fallo en el sistema de control del cohete situado en tierra provocó que el encendido de la última etapa del lanzador durara menos tiempo de lo debido. Esto dio como resultado que Luna 1 fallara la Luna. Aún así, proporcionó datos muy importantes, las primeras de su tipo en la historia.

El día después del lanzamiento, con la sonda unida a la última fase del R7, hizo un pequeño experimento: vaciar un tanque de gas de sodio, que provocó que se le considerara un cometa artificial. El suceso fue seguido al detalle, y con ello se obtuvieron detalles del comportamiento de un gas en el espacio. En su camino hacia Selene, los detectores de la sonda hicieron dos descubrimientos clave: primero, detectó partículas energéticas en torno a la Tierra a mayor altitud que las encontradas por Explorer 1 un año antes. Eso indicaba la existencia de un segundo, y más grande, cinturón de Van Allen en torno a nosotros. El segundo hallazgo fue la primera detección directa de un flujo de partículas energéticas ionizadas, o plasma, proveniente directamente del Sol. Básicamente, Luna 1 descubrió el viento solar, uno de los parámetros básicos sobre el cual estudiar los fenómenos de nuestra estrella. 34 horas después del lanzamiento, la sonda pasó a 5.995 km. de la superficie lunar el 4 de enero, donde no detectó nada interesante. Tras pasar por Selene, Luna 1 se transformó en un “planeta artificial”, es decir, que adquirió una órbita heliocéntrica (0.98 x 1.31 unidades astronómicas, inclinación sobre la eclíptica 0.01) y nombrado años después Mechta (sueño). Y allí sigue, revoloteando por encima de nuestras cabezas.

Tras este éxito parcial, la URSS se embarcó en la mejora del diseño. La serie E-1A era en esencia un modelo idéntico, aunque con elementos mejorados de los sistemas que cargaba la serie anterior. El equipo científico era idéntico (algo más sensible) y cargaba también los emblemas de la Unión Soviética junto con la fecha de su llegada a la Luna, declarando una masa algo superior, de 390.2 kg. Después de fracasar con un par de lanzamientos, el 12 de septiembre de 1959 se puso en camino la llamada posteriormente Luna 2. La misión era prácticamente idéntica, es decir, explorar el espacio en torno al sistema Tierra-Luna antes de contactar rudamente con la superficie de Selene. En esencia, Luna 2 proporcionó la misma información que su antecesora, detectando importantes variaciones en el cinturón de Van Allen externo, y añadió a sus registros la detección de cierto magnetismo proveniente de la Luna. Así, tras 33.5 horas de operación, la sonda colisionó con Selene aproximadamente con las coordenadas lunares 29º 06’ N, 0º 00’ W, al este del Mare Serenitatis, en la confluencia de los cráteres Aristides, Archimedes y Autolycus.

Es justo decir que estas primeras Luna abrieron el camino hacia la exploración espacial en general, y la selenita en particular. Poco después del éxito de Luna 2, la número 3 triunfó con claridad, al conseguir las primeras secuencias de una región muy desconocida de la Luna: su cara oculta. Lo mejor, por supuesto, llegó después.

miércoles, 6 de marzo de 2013

El Drama Marciano

Es un fenómeno raro, inexplicable. Es como si todas las fuerzas del universo se aliaran en ese preciso instante. De mayor o menor intensidad, todas han sufrido su zarpazo. Un periodista acreditado para el lanzamiento de la primera Viking, lo llamó de una manera característica: el Drama Marciano.

Marte es el planeta que más ríos de tinta ha provocado, ya sea por parte de los astrónomos, ya por los fantasiosos o los escritores de ciencia-ficción. En la perspectiva que nos ocupa, en 1956, es decir, un año antes del lanzamiento del Sputnik 1, era teoría más que aceptada que el planeta rojo poseía vegetación en su superficie, vamos, un medio ambiente que podría aceptar formas de vida. Todo esto se apoyaba en que existían casquetes polares (de hielo, por supuesto) y también estaban los canales de Schiapparelli y Percival Lowell, con sus temperaturas de "el sur de Inglaterra”. Sin embargo, esto no eran más que suposiciones e imaginaciones, deseos de un mundo mejor que sobre el que residían. Cuando se comprobaron las crecientes posibilidades de los artefactos espaciales, pronto empezaron a fabricarse chismes que serían enviados, más pronto o más tarde, a todos los rincones del sistema solar, y sin duda, Marte tenía prioridad.

En plena Guerra Fría, la URSS y EE.UU. estaban compitiendo en ser los primeros en todo y en ampliar su influencia sobre el resto del mundo. Pronto se demostró que no era suficiente terreno y pronto se extendió al sistema Tierra-Luna, donde los soviéticos alcanzaban éxito tras éxito, el mayor de todos el cosechado por Luna 3 al obtener las primeras instantáneas de la cara oculta de la Luna. El programa espacial en la URSS iba a toda velocidad, y para otoño de 1960 esta nación había terminado sus primeros vehículos que se aventurarían más allá de la Luna. Su destino no podía ser otro: Marte.

Estos primeros vehículos recibieron el nombre interno de Marsnik. Se construyeron dos sondas gemelas que equipaban un extenso instrumental científico, incluyendo un sistema de adquisición de imágenes derivado del que llevaba Luna 3. En el más inmenso secreto, fueron colocadas en su lanzador y llevadas a la plataforma. Marsnik 1 tenía programado su lanzamiento el 10 de octubre, mientras que Marsnik 2 sería elevada el 14. Sin embargo no hubo fortuna y los lanzadores fallaron estrepitosamente en colocarlas si quiera en órbita terrestre. Sin embargo, su sola existencia provocó la alarma en EE.UU., y en la misma NASA, cuando los servicios de inteligencia les desvelaron que el objetivo de esas sondas era sobrevolar el planeta rojo. Desde las altas esferas se consideró que Marte era un lugar “demasiado simbólico como para dejarlo abandonado en manos de los soviéticos”, y aprovechando el recién creado programa Mariner fabricarían la primera generación de sondas marcianas de la NASA. El problema es que las dos primeras naves, que estarían listas en 1962, ya tenían un lugar asignado: Venus. Las marcianas no podrían despegar antes de 1964.

1962 se demostró como un año de enorme actividad. Por un lado la NASA tenía listas las Mariner 1 y 2 para la exploración de Venus, mientras que la URSS elevó las apuestas: enviaría dos sondas a Venus y nada menos que tres a Marte. De todas las lanzadas, solo una cumplió su labor, y de milagro, convirtiéndose en la primera sonda que exploraba otro planeta, y no fue Marte. Todas las soviéticas fracasaron, aunque alguna

tuvo más suerte que otras. Entre las tres previstas para sobrevolar el planeta rojo, elevadas entre finales de octubre y comienzos de noviembre, dos de ellas (renombradas Sputnik 22 y 24) quedaron varadas en órbita terrestre, mientras que una tercera, que recibió el nombre de Mars 1, se puso por fin en camino hacia allí. Y fue entonces, durante su largo trayecto, cuando el Drama Marciano pegó su zarpazo: el 21 de marzo de 1963, a cuatro meses de sobrevolarlo, la transmisión desde la sonda se interrumpió, probablemente a causa de un fallo en el sistema de orientación de la antena, y no pudo recuperarse. En junio de ese año sobrevoló muda el planeta rojo a 193.000 km. de su superficie.

La NASA cumplió lo prometido. Era 1964 y habían finalizado la construcción de dos sondas gemelas: las Mariner 3 y 4. Eran vehículos de tamaño modesto, pocos instrumentos (muchos de ellos focalizados para estudiar el entorno interplanetario), un alto grado de miniaturización, y una cámara: el primer sistema de adquisición de imágenes “digital”. A lo largo de noviembre de 1964, dos lanzadores Atlas-Agena colocarían en camino hacia Marte a ambas sondas. El día 5 se produjo el lanzamiento de Mariner 3, y el Drama Marciano reapareció con fuerza: a pesar del, en apariencia, impecable despegue, hubo un detalle que impidió que la sonda cumpliera su tarea. La cofia protectora, que protegía a la sonda del choque con la atmósfera en las primeras fases del despegue, no se desprendió. Se realizaron intentos desesperados para que ésta se retirara, incluso se envió la orden para que la sonda desplegara los paneles solares y así, soltar la cofia. Nada dio resultado, y las baterías de Mariner 3 se agotaron en tres días. Sin embargo, Mariner 4 fue elevada maravillosamente el día 28, colocándola en camino. Dos días después, la URSS lanzó Zond 2 hacia Marte, con una serie de elementos tecnológicos muy interesantes.

Además de sobrevolar el planeta rojo, la misión de Zond 2 era la de probar en el espacio un sistema propulsor para controlar la actitud del vehículo, un grupo de propulsores de plasma por pulsos, alimentado por argón. Sin embargo, a mitad de camino, la sonda primero perdió el uso de uno de los paneles solares, y posteriormente, el otro, provocando la descarga de la batería y el apagado del transmisor, y como Mars 1, muda pasó por las cercanías de Marte. Un nuevo zarpazo del Drama Marciano. Al menos, el propulsor demostró su viabilidad, operando excelentemente hasta el momento en que se quedó sin energía. Mientras, Mariner 4 alcanzó por fin Marte, y cumplió sus cometidos tal y como se planearon.

Cualquiera puede pensar que Mariner 4 se libró del Drama, es así. A quien atacó el Drama fue a la comunidad científica, provocando una gigantesca sensación de decepción. Todos los datos transmitidos por los equipos de la sonda mostraban un lugar congelado, casi sin atmósfera, y lo que era peor, una superficie llena de cráteres. Sus escasas imágenes (de una calidad decepcionante) mostraban agujeros por todas partes y de diversos tamaños, evidencia de que el planeta estaba muerto, casi en el mismo grado que la Luna. Sin embargo, a pesar de estos datos, solo se había examinado una pequeña sección de la superficie planetaria (algo así como si solo se obtuvieran imágenes del desierto del Sahara de parte a parte y se obtuviera la conclusión de que nuestro planeta es un desierto global), pero provocó tal depresión que se tomó la conclusión de que nunca había existido ningún medio ambiente capaz de soportar vida.

La oposición de 1966-67 no fue usada por ninguna de las potencias, probablemente enfrascadas en otros programas (entre ellos los venusinos), y aprovecharon el tiempo extra para tener listos para comienzos de 1969 los siguientes vehículos que continuarían la exploración. La NASA preparó otras dos sondas gemelas,
las Mariner 6 y 7, que en esencia eran versiones mejoradas de las Mariner 3 y 4. Entre su instrumental, existía un nuevo equipo de cámaras que no solo actuarían durante los momentos cruciales del sobrevuelo, también tomarían imágenes durante las aproximaciones. Con ellas se querían comparar las estructuras vistas desde la lejanía con las observaciones que se realizaban a partir de telescopios en Tierra. No era un proyecto ambicioso, solo pretendían ampliar la información de su antecesora. Elevadas hacia Marte el 24 de febrero y el 27 de marzo de 1969, llegarían en trayectorias rápidas a las cercanías del planeta. ¿Y qué hicieron los soviéticos mientras tanto? Su proyecto era tan secreto, que ni siquiera los servicios de inteligencia de EE.UU. supieron algo sobre ellas. Sin embargo, era realmente ambicioso. Con ellas, la URSS pretendió tirar a dar, es decir, adquirir la órbita. Para ello fabricaron sondas de nuevo diseño, con un enorme instrumental científico y un potente motor para situarse en torno al planeta. Pero el Drama Marciano estaba alerta: la primera de estas sondas (llamada informalmente Mars 1969A) despegó el mismo día que Mariner 7, y aunque el lanzamiento fue en apariencia magnífico, la cofia, como con Mariner 3, no se separó, condenando la misión al fracaso, confirmado cuando el motor de la tercera fase acabó explotando, desperdigando los restos del cohete y la sonda sobre las montañas Altai. Al menos quedaba otra, pensaban los técnicos, sin embargo corrió un destino similar: apenas despegada, uno de los motores explotó, y aunque se elevó, alcanzando unos 15 km. de altitud, el cohete empezó a desviarse, para al final, y con Mars 1969B dentro, estrellarse a 3 km. de la plataforma, emitiendo vapores tóxicos por parte del combustible del cohete, obligando a abandonar un área de 50 km. a la redonda alrededor del siniestro, y al que se pudo regresar una semana después, con cierta protección.

Mientras tanto, las Mariner 6 y 7 se acercaban a Marte. El 31 de julio la primera de ellas pasó a 3.500 km. de su superficie, por el hemisferio sur, obteniendo decenas de imágenes en los que los cráteres estaban omnipresentes. A la vez que sucedía esto, el Drama volvió a actuar. Se perdió el contacto con Mariner 7. A las pocas horas, la antena de baja ganancia se encendió, enviando un informe de estatus, y a través de él, se averiguó la causa. Todo fue provocado porque… ¡había explotado una batería! La sonda perdió momentáneamente la orientación, para después recuperar el control, y llamar urgentemente al centro de control. A pesar del problema, se pudieron reactivar los sistemas de la sonda, a tiempo para cumplir su misión a pesar de perder este vital elemento, sobrevolando Marte el 5 de agosto, obteniendo más de cien imágenes de los parajes marcianos y otros
datos de interés. Estas dos misiones, a pesar de los problemas, parecieron confirmar los datos pesimistas devueltos por Mariner 4 en 1965, aunque existían dos notables excepciones, hacia donde se dirigirían las cámaras de las sondas siguientes, pero eso sí, teniendo en cuenta que solo se había reconocido algo menos del 10% del total de la superficie del planeta. Para verlo globalmente, era necesario situar un vehículo alrededor del planeta. Ese sería el objetivo de la próxima generación.

La oposición de 1971 era bastante especial, ya que el planeta se acercaría a la Tierra a su menor distancia desde 1924, y sería una oportunidad excelente para poder realizar inmejorables observaciones telescópicas. Para esta ventana, la NASA y los científicos de la URSS prepararon sondas con objetivos
muy ambiciosos. En las Mariner 8 y 9 lo más novedoso era el sistema de entrada en órbita y un ordenador con un alto grado de flexibilidad en su programación. Los proyectos soviéticos, por otra parte, comprendían 3 sondas orbitales, de las cuales dos incorporaban secciones de amartizaje, para intentar colocar un dispositivo de superficie que, como varios tipos de las sondas Luna, funcionara desde allí para estudiar el suelo. El diseño de los orbitadores era enteramente nuevo, y las sondas que transportarían los módulos de superficie poseían un enorme instrumental científico, incluyendo una cámara con película, a diferencia a los sistemas digitales incorporados a las Mariner americanas, que permitirían un mayor retorno de imágenes. El tercer orbitador soviético era diferente: aunque la base era idéntica (y además sirvió para elaborar
nuevas sondas, no solo para Marte, sino que también para Venus) incorporaba poco instrumental científico, pero eso sí, equipaba un potente sistema de comunicaciones. Ésta llegaría primero al planeta y adquiriría su órbita, para desde allí dirigir a las otras dos para un mejor aprovechamiento de la maniobra de entrada orbital, y sobre todo para un mejor guiado para cuando tuvieran que lanzar las secciones de descenso. Existía otro aspecto curioso en las sondas de aterrizaje: éstas llevaban una especie de vehículo todoterreno en miniatura llamado PROP-M, que, desplegado desde dentro de la sonda por un brazo especial, estaría unido con un cable de 15 metros a la sonda madre para
proporcionarle energía y datos, mientras se desplazaba por la superficie mediante sendos patines. El resultado es que eran unos monstruos que superaban las 4 toneladas de peso, mientras las Mariner apenas alcanzaban la tonelada.

La ventana de lanzamiento se abría en mayo, y la primera en intentar aprovecharla fue Mariner 8. El 8 de mayo, colocada en la punta de un Atlas-Centaur, aparentemente fue lanzada perfectamente, sin embargo, una vez la primera fase fue consumida y expulsada, la segunda no se inició, por lo que el resto del cohete, y Mariner 8, acabaron su corta carrera en el fondo del océano Atlántico. El Drama Marciano seguía presente cuando dos días después la URSS lanzaba la primera de las tres, la que equipaba los sistemas de telecomunicaciones. Si bien el despegue fue perfecto, jamás abandonó la órbita terrestre a causa de un gravísimo error en la secuencia de códigos en la etapa superior, en la que estaba programada para activarse, en vez de las 1.5 horas, para los 1.5 ¡Años! Así, tras quedarse varada en la atmósfera, reentró en ella dos días después. Fue un tremendo varapalo para la misión soviética, que tuvo que enviar sus otras dos sondas prácticamente a ciegas. El Drama, por fin, no interrumpió, y en los días 19 y 28 las Mars 2 y 3 se pusieron camino del planeta rojo. Mariner 9 las siguió dos días después para posteriormente adelantarlas. Eso sí, el Drama Marciano preparaba una gran jugarreta.

Desde varios observatorios, meses antes del lanzamiento de la flotilla de sondas, varios astrónomos avisaron de que alguna perturbación atmosférica podría entorpecer el reconocimiento del planeta. Así era, y a lo largo del trayecto hacia el perihelio se habían avistado grandes nubes de polvo surgiendo en el hemisferio sur, pero lo que se abatió sobre Marte en septiembre de 1971 jamás se había visto: cubría casi todo el planeta, ningún rasgo superficial era visible, salvo el casquete polar sur, y no se sabía para cuándo se iba a terminar
semejante tormentón. Por eso, cuando Mariner 9 adquirió la órbita marciana, la tormenta se encontraba en su apogeo. Eso sí, de ella sobresalían 4 cimas, y era lo único que se podía distinguir. A causa de eso, la sonda recibió la orden de apagar las cámaras y esperar a que amainara la tormenta. Sin embargo, esto supuso un gravísimo problema para las sondas soviéticas. Horas antes de entrar en su órbita, cada sonda lanzó sus secciones de descenso, pero sin la guía de la tercera sonda, ya conocida como Kosmos 419, su viaje fue bastante dificultoso. El módulo de superficie de Mars 2 entró en un ángulo erróneo, acabando incinerada en la atmósfera y sus restos acabaron en el borde oeste de la cuenca Hellas. El de Mars 3 tuvo más suerte, aunque no demasiada: sobrevivió al descenso, alcanzó la superficie, pero apenas tuvo tiempo de enviar telemetría durante 14.5 segundos antes de que se perdiera su transmisión, desde una región que posteriormente se conocería como Terra Sirenum. A pesar del poco tiempo de funcionamiento, pudo enviar una imagen, o así, convirtiéndose en el primer
artefacto humano que funcionó allí, aunque no fuera demasiado. ¿Qué ocurrió? La causa alegada por los técnicos fue que la responsable fue la tormenta de polvo, que, con sus vientos de hasta 400 km/h (vientos que solo se daban en las capas altas de la atmósfera) había averiado la sonda. Sin embargo, lo más probable era que, una vez alcanzó la superficie y desplegó las antenas, éstas funcionaron como pararrayos para la excesivamente cargada de electricidad estática atmósfera marciana, provocando que sus electrónicas se chamuscaran. En cuanto a los módulos de órbita, suertes dispares. Mars 2 llegó a Marte el 27 de noviembre colocándose exitosamente en su órbita
predeterminada, sin embargo fue en ese momento cuando se desveló el gran fallo de diseño: fueron preprogramadas para comenzar la misión una vez situada en órbita, por lo que Mars 2 desperdició todo el carrete que llevaba mostrando un planeta opaco sin ningún rasgo distinguible, y en cuanto al resto de instrumentos, a causa de lo mismo, apenas adquirieron datos de interés. La suerte de Mars 3 no fue mejor. Para empezar, sufrió una grave pérdida de combustible en su motor en el momento de la entrada orbital, el 2 de diciembre, acabando en una trayectoria alrededor de Marte gigantesca (12 días, 19 horas, 1.500 km. en el perigeo, 211.400 km. en el apogeo), para luego acabar víctima de esa misma preprogramación. Eso sí, a pesar de ese fallo y esa enorme órbita, fue capaz de adquirir alguna instantánea de la superficie. A pesar de que ambos módulos funcionaron hasta el 22 de agosto de 1972 obteniendo información interesante, el desarrollo de la misión había quedado enormemente condicionado por estos hechos, y el programa Mars 1971 soviético se consideró un fracaso absoluto. Y a diferencia de esto, Mariner 9 descubrió un nuevo mundo.

Tras la supresión del programa Voyager y cambiarlo por el más económico (no demasiado) Viking, los lanzamientos de estos vehículos se cambiaron de 1973 a 1975. Esto provocó que esa ventana fuera aprovechada solo por naves soviéticas. Los planes para esta ventana eran aún más ambiciosos:
comprendía dos orbitadores (Mars 4 y 5) y dos secciones de aterrizaje (Mars 6 y 7) conectadas a etapas de crucero de similar diseño que el de los orbitadores, que realizarían sobrevuelos para adquirir datos científicos con un juego de instrumentos de a bordo. Dada la perspectiva, parecía que era el programa mejor planificado de los enviados por la URSS. Las sondas implementaban varias mejoras, todo para garantizar un pleno éxito para todos los vehículos. Y todo parecía ir bien, ya que las cuatro despegaron sin problemas, en julio (Mars 4 el 21 y Mars 5 el 25) y en agosto (Mars 6 el día 5, y Mars 7 el 9), y el orden de llegada, al año siguiente, fue el siguiente: primero Mars 4 alcanzaría la órbita, luego, dos días después, el otro orbitador, Mars 5, para acabar marzo con los vehículos restantes, llegando primero el segundo aterrizador. Sin embargo, lo que parecía que iba a ser por fin un gran éxito, acabó como un fracaso calamitoso, aún peor que el de 1971. Mars 4 alcanzó Marte el 10 de febrero de 1974, pero no pudo encender el motor principal y se pasó de largo, aunque eso sí, adquiriendo alguna imagen y datos científicos, entre ellos la primera detección de la ionosfera nocturna marciana. El 12 de febrero, Mars 5 si consiguió llegar, adoptando una órbita alrededor del planeta de 1.755 x 32.555 km., pero no duró mucho ya que en apenas unos días su transmisión se
perdió, tras haber completado 22 órbitas y enviado a Tierra apenas 60 imágenes. En cuanto a los aterrizadores, el primero en alcanzar Marte fue Mars 7 el 9 de marzo, pero la desgracia hizo que la cápsula fallara el planeta, pasándose de largo. Solo quedaba Mars 6, llegando el 12 de marzo, y esta sí consiguió penetrar la atmósfera, y continuó emitiendo durante el descenso datos sobre la atmósfera durante 224 segundos. Por desgracia, la velocidad del módulo era prácticamente terminal, acabando estrellada en Margaritifer Terra, alojando gran parte de los datos tomados durante el descenso. Y en esta ocasión, ¿qué puñetas había ocurrido? La respuesta estaba en los componentes electrónicos instalados en todas ellas, que habían sido gravemente dañados por el ambiente espacial, en especial sus procesadores centrales. Con todo esto, el resultado era obvio. El Drama Marciano había afilado bien el hacha, y lo dejó caer con violencia contra estas naves. Y en 1975, la NASA por fin lanzó sus sondas Viking, que fueron preparadas con una enorme meticulosidad, cuidados desusados, y una previsión contra errores que rallaba la esquizofrenia. Con todo y con eso, y a pesar de los problemas durante varias fases de la misión, durante las cuales el Drama Marciano volvió a planear, la misión duró hasta 1982, y es considerada como uno de los éxitos más resonantes de la historia de la investigación espacial.

La década de 1980 fue la etapa negra para la exploración espacial americana: no hubo misiones a Marte, y de las que tenía fuera, todas ya tenían una edad (Pioneer Venus Orbiter y Voyager 1 y 2). Se habían centrado en gran medida en el transbordador espacial, y bajo su paraguas se habían programado varias misiones interplanetarias, pero ninguna de ellas a Marte (Galileo a Júpiter, Ulysses al Sol, Magallanes a Venus), y además todo quedó retrasado tras la pérdida del Challenger en enero de 1986. No por ello se había dejado de pensar en el planeta rojo, ya que se estaba preparando un nuevo orbitador para investigar en una profundidad jamás antes conseguida. Por su parte, la URSS había dedicado gran parte de esa década a Venus, consiguiendo grandes éxitos, y también a explorar el cometa Halley en 1986, a las que se unieron dos sondas japonesas y una europea. Tampoco se habían olvidado de Marte, y desde que perdieron su flota de 1973, se estuvieron rompiendo la cabeza para buscar un objetivo que fuera más allá de Viking, que había dejado el listón quizás excesivamente elevado. Finalmente lo encontraron.

Los días 7 y 12 de julio de 1988, a bordo de sendos cohetes Proton, las sondas Phobos 1 y 2 se pusieron en camino hacia el planeta rojo. Los científicos soviéticos cayeron en la cuenta de que para superar el grandioso éxito de las Viking tenían que buscar un objetivo tan interesante o más que el propio planeta, y lo encontraron en la mayor luna marciana. Tanto Mariner 9 como los orbitadores Viking habían realizado fotografías de los dos satélites que rodean al planeta rojo, pero ninguna había realizado investigaciones exhaustivas en ninguno de ellos. Para ello, prepararon dos gigantescas sondas (las mayores jamás lanzadas, con una masa en el momento del lanzamiento de 6220 kg.) con un inmenso instrumental científico, que incluían vehículos para la superficie de Fobos, examinándolo así al milímetro. Debido a la forma irregular de ambos astros, existe la teoría de que son dos asteroides capturados, y lo que se sabía de ellos lo apoyaba. Para la comunidad científica, no solo se buscaba explorar un nuevo astro, sino que esta misión equivaldría a una expedición al mismo cinturón de asteroides, y con ese encargo fueron construidos estos dos potentísimos vehículos.

El Drama Marciano reapareció pronto: al mes y medio de haber sido lanzada (2 de septiembre), Phobos 1 dejó de emitir. ¡Otra vez!, llegaron a pensar los técnicos. El gafe parecía negarles el éxito. Un estudio permitió averiguar la causa. En esta ocasión, una secuencia de comandos que normalmente era usado para pruebas en Tierra, dejada en la memoria de la sonda por las prisas, fue ejecutada por el ordenador de a bordo de la sonda, provocando el apagado del sistema de orientación. Con ello, la nave dejó de mirar al Sol y perdió toda la energía. Al menos aún les quedaba otra, y Phobos 2 alcanzó la órbita marciana en enero de 1989. A la vez que modificaba su órbita alrededor de Marte para poder alcanzar a Fobos, recolectó datos
científicos interesantes. Por una parte, existía una gran pérdida de iones en la cara nocturna del planeta, evidencia de que Marte aún perdía atmósfera. Otro juego de datos de interés fue que el viento solar se frenaba en las cercanías del planeta. Según lo que se sabía en ese momento, Marte carecía de campo magnético, por lo que este descubrimiento fue una sorpresa. Al tiempo que se acercaba a Fobos, obtuvo imágenes de la superficie marciana con su cámara térmica. De Fobos, adquirió unas 60 instantáneas, hasta que, el 27 de marzo, a punto de entrar en órbita de la mayor luna marciana, la transmisión de Phobos 2 se cortó abruptamente.

Este caso era muy diferente al de su sonda hermana. Phobos 2 simplemente había desaparecido sin presentar síntomas previos a pocos días de alcanzar la órbita de su objetivo. Esta vez no se pudo echar la culpa a una persona que había dejado un programa informático erróneo. Todo lo contrario, todo estaba correcto y la sonda completamente lista. Algunos ufólogos afirmaron que, en el último envío de imágenes de la sonda, había una que mostraba una sombra de aspecto raro reflejada sobre Fobos, y que no era más que un platillo volante que habría hecho “algo” con Phobos 2. Personalmente, no hemos visto esa imagen, por lo que no podemos hacer un juicio al respecto. Pero, aunque las autoridades soviéticas (por primera y última vez en su historia) informaron de su pérdida, no se pudo proporcionar ninguna explicación decente sobre lo ocurrido al vehículo, teorizando que hubo algún fallo en el ordenador de la sonda. El proyecto Phobos fue cerrado, y este fue el último que la nación rusa enviaría al planeta rojo como URSS. En 1989 el Muro de Berlín cayó, y en 1991 la URSS se derrumbó, y la mayoría de las exrepúblicas socialistas que la daban forma se independizaron, provocando a la recién formada Rusia una grave crisis económica que llegó hasta a sus planes espaciales.

En 1992, la primera sonda marciana de la NASA post-Viking se encontraba lista para su envío. Ese proyecto se había iniciado al año siguiente de la finalización oficial de ese glorioso programa marciano. Este nuevo proyecto no era tan emocionante ni tan espectacular como ellas, pero tenía una importancia científica capital: como tarde o temprano el ser humano viajaría a Marte, había que conocer los componentes que conforman su superficie, cuál es su topografía, y cual es la dinámica atmosférica. Para ello se creó un gran orbitador dedicado a las geociencias y a la climatología, y montaría instrumentos de alta tecnología para resolver esas dudas. De los 2.364 kg. de Mars Observer, aproximadamente 156 se correspondían con el instrumental científico, distribuido de la siguiente forma: un potente sistema de televisión (MOC) con una cámara de muy alta resolución en conjunción de cámaras de media y baja resolución para adquisición de instantáneas globales para cartografía y climatología; un aparato detector del infrarrojo termal (TES) que realizaría mapas de abundancia de minerales por toda la superficie; un detector de rayos Gamma (GRS) situado en un mástil extensible, que recogería datos para componer un mapa de elementos químicos de Marte; una herramienta láser (MOLA) para levantar un preciso mapa sobre el relieve del planeta; un radiómetro infrarrojo (PMIRR) para estudiar la atmósfera y su composición a distintas alturas; y un detector magnético (MAG/ER) para resolver la duda sobre si posee alguna clase de campo magnético. Posteriormente se le añadió un sistema de telecomunicaciones UHF para que sirviera de enlace de comunicaciones para las sondas que Rusia estaba preparando para 1994 y 1996, con una fuerte participación internacional, incluso de la NASA.

Una vez terminada, Mars Observer fue trasladada a Cabo Cañaveral para sus últimas pruebas. El Drama Marciano apareció con puntualidad: en aquellos días pasó por Florida el potentísimo huracán Andrew, que tocó de lleno esa zona, incluyendo la nave en la que se encontraba dentro la sonda marciana. Cuando este huracán abandonó la región, se vio que la protección térmica de la sonda estaba contaminada, por lo que se hizo necesaria una limpieza a fondo. Esto no retrasó la fecha de lanzamiento, y colocada dentro de un Titan IIIE, fue enviada al espacio el 25 de septiembre. Y el Drama Marciano reapareció. Una vez separada del cuerpo principal del lanzador, Mars Observer, todavía unida a la última etapa TOS, dejó de emitir señales. Así estuvo durante 84 minutos en los que todo el mundo se estuvo preguntando donde estaba, si en el fondo del Atlántico, u orbitando la Tierra sobre el océano Índico. Finalmente, la antena de la Red de Espacio Profundo de la NASA en Canberra, Australia, captó la señal de Mars Observer. Tras comprobar que todo estaba en orden, el TOS impulsó a la sonda en la ruta de transferencia marciana.

Mars Observer se convirtió oficialmente en la primera sonda de la NASA perdida en el espacio. ¿Por qué? Todo a causa de una mala decisión por parte de los órganos directivos de la agencia. El 21 de agosto de 1993, a 4 días de que llegara a la órbita marciana, el transmisor de la sonda, apagado durante una operación de carga de combustible para una de las maniobras de modificación de trayectoria, no volvió a encenderse. Fue el golpe de gracia del Drama Marciano a una sonda muy castigada. Tras la investigación sobre su pérdida, la conclusión de lo ocurrido fue idéntica al que arruinó la misión del Apollo 13: se había roto un conducto de combustible, y éste provocó que la sonda empezara a girar sobre sí misma de manera violenta, perdiendo la orientación al Sol y gastando toda su energía. Sin embargo, el aspecto más controvertido era que Mars Observer había sido construida usando componentes fabricados para satélites terrestres, pero no aptos para una misión interplanetaria, por ello carecían de la suficiente resistencia y no estaban diseñados para tan larga espera en un ambiente tan frío. Esto fue propiciado a causa del ahorro al que se vio sujeta la NASA, cuyos presupuestos se habían restringido de manera apreciable. Este fue el último de una cadena de fallos que empezó con la explosión del Challenger, continuó con el error en el espejo primario del telescopio Hubble, y siguió con el problema en el despliegue de la antena principal de la sonda joviana Galileo. A partir de 1993, con la llegada de un nuevo director general, se impulsó una nueva política de misiones pequeñas, baratas y de rápido desarrollo. En cuanto a la exploración marciana, se optó por crear un programa de exploración estructurado a través de los mismos objetivos científicos de Mars Observer. La primera de aquellas no estaría lista hasta 1996.

El estado de la economía rusa provocó que los proyectos para 1994 y 1996 se fusionaran para crear la sonda con la mayor carga científica de la historia: Mars 96, cuyos 550 kg. de los 6.180 que desplazaba a plena carga eran instrumentos científicos para estudiar Marte desde la órbita y la superficie, y además existían aparatos diseñados para dudas astrofísicas y otros para el estudio del viento solar. La comunidad científica internacional cooperó fuertemente en la misión (cámara alemana, espectrómetros franceses, medidores de radiación americanos), calificándola como la mayor oportunidad para resolver los secretos del planeta. Además del orbitador, transportaba dos aterrizadores y dos penetradores, para estudiar sistemáticamente el planeta. Desde algunos círculos científicos, se acusó a Mars 96 de estar sobresaturada de ciencia, a lo que otros respondieron que las oportunidades estaban para aprovecharlas. A esta mastodóntica sonda se le unieron los primeros proyectos de la NASA que seguían la política de misiones baratas de la NASA.

Los dos vehículos de la NASA eran un orbitador y un módulo de aterrizaje. Siendo el primer vehículo del Mars Surveyor Program, Mars Global Surveyor era una versión “pobre” de Mars Observer, que equipaba los repuestos de sus instrumentos principales, es decir, la cámara, el espectrómetro termal, el medidor láser, el instrumento magnético y el sistema de telecomunicaciones UHF. Pesaba aproximadamente tonelada y media menos que su antecesora, ya que realizaría una serie de complejas maniobras para llegar a su órbita de trabajo, para cumplir con la filosofía de esa política de misiones pequeñas y baratas. El de superficie, era una nave con tecnologías novedosas para colocar en la superficie marciana equipo científico, y sobre todo un pequeño vehículo autopropulsado. Se
trataba de Mars Pathfinder y su rover Sojourner, la segunda realización del recientemente creado programa Discovery de misiones baratas y altamente enfocadas científicamente. Entre sus cometidos (sobre todo probar la viabilidad del sistema de aterrizaje mediante airbags) estaba el de estudiar la geología del área de aterrizaje, en un lugar de Ares Vallis, a la vez que examinaba el clima de la región y, mediante el seguimiento de su telemetría, se calcularía la rotación planetaria para estudiar internamente el planeta. Estos dos proyectos salieron por menos de la mitad de la factura de Mars Observer.

El 7 de noviembre de 1996, la primera de la flotilla, Mars Global Surveyor, fue elevada con rumbo a Marte. El Drama regresó pronto: una pieza de uno de los soportes de los paneles solares, usados para fijarlos a la estructura durante el lanzamiento, se rompió, y fue a
parar a la bisagra que unía el panel solar izquierdo a la sonda, provocando que no quedara plenamente desplegado para adoptar la actitud de crucero. Para un orbitador convencional, esto hubiera sido insignificante, pero para una misión como ésta, era motivo de grandísima preocupación. Los paneles solares eran vitales para la tarea de aerofrenado, con la que alcanzaría su órbita definitiva, soportando una gran presión causada por el rozamiento con la atmósfera. Tras intentar soltar esa pequeña pieza con una serie de maniobras, se adoptó una estrategia un poco diferente a la prevista, pero no se creía que influyera demasiado para el resultado final. Le siguió 9 días después, o al menos lo intentó, la rusa Mars 96.

El 16 de noviembre, dentro de un lanzador Proton-K, Mars 96 despegó de la base de Baikonur (situada en la recientemente independizada república de Kazajstán), y a toda la delegación de los países participantes en el proyecto se les comunicó que la nave estaba en camino. Cuando llegaron a Moscú, recibieron la noticia contraria: no solo no había abandonado la órbita terrestre, sino que la etapa final del Proton solo había actuado una vez en lugar de las dos previstas, dejando a Mars 96 en una órbita tan baja, que no tardaría en reentrar en la atmósfera. A pesar de usar los motores propios de la sonda (que aceleraron la reentrada), acabó cayendo de nuevo a la Tierra, en un punto entre la isla de Pascua y la costa chilena. Este fracaso dejó a la industria espacial rusa humillada y desmoralizada, y no intentaría nuevas misiones hasta 15 años después. El Drama Marciano no tenía piedad. Finalmente, el 4 de diciembre, la última sonda, Mars Pathfinder, se colocó en ruta hacia Marte sin ningún problema, y sería la primera en llegar.

El 4 de julio de 1997, Mars Pathfinder triunfó en su llegada a Marte y se posó “suavemente” en su superficie. Esto era una gran noticia. Era la primera sonda de la NASA que llegaba al planeta rojo en 21 años, y de las tres que habían diseñado para posarse allí, las tres descansaban sobre su superficie. El optimismo era considerable, y el sistema de airbags se demostró como viable técnicamente. Sin embargo, el
Drama empezaba a planear sobre Pathfinder. Al recibir las primeras imágenes, vieron que los airbags se habían desinflado erróneamente, impidiendo que las rampas de bajada para Sojourner no pudieran desplegarse. A esto se unía a que el enlace de comunicaciones entre Pathfinder y el rover no era satisfactorio. Los problemas se encararon uno por uno. Para empezar, el pétalo en el que estaba Sojourner debía levantarse, para posteriormente accionar los motores de desinflado para así recogerlos. La operación tuvo éxito. Inmediatamente después, se envió un nuevo paquete de software, que por fin posibilitó la correcta comunicación entre los dos vehículos. Todo estaba ya corregido, por lo que por fin, al tercer día de estancia marciana, Sojourner tocó el suelo de Marte por vez primera.

La fecha crucial para Mars Global Surveyor era la entrada en órbita, el 11 de septiembre, y se cumplió. Cinco días después, la sonda comenzó el aerofrenado. Éste empezó a transcurrir sin problemas hasta que
un cambio en la atmósfera provocó un aumento en la presión que debían soportar los paneles solares, colocando la misión en peligro. El panel dañado había empezado a oscilar de manera imprevista. Si la bisagra se había roto, la sonda estaba condenada. Por suerte no lo estaba, y tras varias pruebas, se consiguió diseñar una nueva estrategia para el aerofrenado. La fecha de marzo de 1998 quedaba descartada, pero la sonda se había salvado, y un año después conseguiría alcanzar una órbita muy similar a la prevista y comenzar su misión. El Drama, sin embargo, ignoró a Mars Global Surveyor y cayó con violencia sobre la Pathfinder. La misión arrastraba problemas informáticos, que sin
embargo no detenían la obtención de datos. Eso sí, la atmósfera se guardó una sorpresa, y una noche hubo un brusco descenso de la temperatura que acabó con la batería de la sonda. En los días siguientes se intentó acabar un software para tratar de funcionar solo con la energía solar recogida por las células solares, pero fue demasiado tarde. El 27 de septiembre se recibió su última transmisión. Sin la batería, los calentadores no recibían energía para que las electrónicas no sucumbieran al crudo clima marciano durante las noches, y sin ese calor, no hubo esperanza. Pero ciertamente, fue un gran trabajo, y Mars Pathfinder se convirtió en una misión icónica.

1999 ha quedado como el mayor desastre de la exploración marciana de la NASA. Como ya hemos contado, ninguna de sus sondas consiguió llegar con éxito a Marte, provocando con ello un gravísimo conflicto dentro de la NASA, pero no fueron las únicas que tuvieron problemas. Por aquella época, una tercera nación quiso unirse al reducido grupo de países que habían colocado una sonda en torno al planeta rojo. Nos referimos al Japón.

Podríamos calificar que la ventana de lanzamientos de 1998 fue la de los satélites meteorológicos marcianos. A la vez que la NASA preparaba Mars Climate Orbiter (con un nuevo sistema de televisión de bajo peso y el repuesto de uno de los perdidos con Mars Observer, debidamente actualizado, e incluso con participación rusa), una de las agencias espaciales niponas, la ISAS, preparaba la sonda PLANET-B, un auténtico artefacto meteorológico que no solo examinaría el clima actual, sino que también estudiaría la atmósfera para poder encontrar pistas sobre cuál fue su evolución a lo largo de su historia. A bordo de la sonda iba un espectrómetro de masa de la NASA, y un analizador de plasma termal canadiense (la primera contribución de la agencia espacial canadiense en una misión interplanetaria). La sonda, rebautizada como Nozomi (esperanza en japonés) despegó el 4 de julio de 1998 desde el Centro espacial de Uchinoura, y pasaría los primeros meses de estancia espacial orbitando el sistema Tierra-Luna para acumular energía mediante asistencias gravitatorias terrestres y
lunares, para después lanzarse directamente hacia Marte. Ese último sobrevuelo terrestre, el 20 de diciembre, era en el cual Nozomi se pondría en camino rumbo a Marte aprovechando la energía obtenida, combinada con el uso del motor de la sonda durante 7 minutos. Fue el momento en el cual reapareció el Drama Marciano: una válvula del sistema de alimentación de combustible se rompió, provocando una gran fuga de combustible. A pesar de que una válvula de emergencia cerró el paso, el daño estaba hecho. Había perdido casi todo el combustible, y pese a salir del sistema Tierra-Luna, la velocidad adquirida la había colocado en una órbita heliocéntrica. A pesar de este problema, la misión aún podría salvarse, y utilizarían así dos nuevos sobrevuelos a la Tierra para lanzar a Nozomi a Marte en el 2003, usando el poco combustible que le quedaba.

Una de las sondas menos tocadas por el Drama Marciano es Mars Odyssey, aunque eso no quiere decir que su soplo no ha haya acariciado. El 7 de abril del 2001 fue colocada en el espacio, alcanzando Marte el 24 de octubre. El primer toque de diana para la misión ocurrió el 23 de agosto, cuando el experimento medidor de radiación MARIE no respondió a una sesión de comunicación, y decidieron apagarlo hasta que no llegara a su órbita de trabajo. Una vez allí, y ya en su órbita científica, una inmensa tormenta solar la alcanzó el 21 de abril del 2002. No solo arruinó al MARIE, sino que buena parte de las electrónicas de reserva acabaron fritas. Esto ha provocado que la misión lleve pendiente de un hilo desde entonces, ya que un fallo en alguno de los componentes del ordenador, al carecer de repuesto, provocaría su fin. Por suerte, todavía no ha ocurrido.

Esa misma tormenta solar atacó con mayor virulencia a Nozomi, cuando se aproximaba a la Tierra para su primer sobrevuelo programado. Gran parte de los componentes electrónicos fueron afectados: sistema de comunicaciones, generación de energía, etc. El daño más grave lo recibió el sistema de control termal, preparado para evitar que el combustible almacenado a bordo se congelara. Sin este componente, la misión estaba en el aire. En diciembre del 2002 completó exitosamente su sobrevuelo, gracias a que la proximidad al Sol posibilitaba que este combustible se descongelara, y también en junio del 2003, cuando al fin, se puso camino a Marte. Pero el Drama Marciano nunca se olvidó de Nozomi.

La oportunidad del 2003 ha sido hasta la fecha la mejor de todas. En ella, Marte estaría en su máximo acercamiento a la Tierra en 24.000 años. Tanto la NASA, con dos todoterrenos, como la ESA, estaban
listas para enviar sus misiones. Mediante un lanzador Soyuz modificado, la sonda Mars Express se puso camino del planeta rojo el 2 de junio desde Baikonur. Esta es la primera misión marciana de la Agencia Europea del Espacio, y estaba acompañada por un pequeño aterrizador construido en Gran Bretaña llamado Beagle 2. El propósito de este pequeño disco era el de buscar formas de vida microscópica bajo el suelo. Para ello equipaba un taladro y un compacto laboratorio biológico, entre otras herramientas. Aterrizaría mediante airbags en Isidis Planitia, y su señal indicadora de que había llegado exitosamente eran nueve notas compuestas por el grupo musical Blur. Los dos vehículos europeos alcanzarían el planeta el 25 de diciembre. Posteriormente, los días 10 de junio y el 7 de julio, los rovers de exploración marciana Spirit y Opportunity se pusieron en ruta hacia la superficie.

El Drama Marciano no vio con buenos ojos esa tentativa europea, y el viaje de crucero de Mars Express fue de todo menos aburrido, con continuos fallos en los escáneres estelares, problemas en la generación de energía, y para aderezar el pastel, tormenta solar al canto. Por suerte no perdió el rumbo, para luego soltar a
Beagle 2 el 19 de diciembre, y finalmente entrar en su órbita el 25, convirtiéndose en la primera sonda de la ESA en conseguirlo. Peor suerte corrió este pequeño aterrizador, ya que, como con Mars Polar Lander en 1999, se perdió su transmisión después del contacto con la atmósfera. De los dos últimos intentos de desembarcar en la superficie, los dos habían fracasado, y encima se acercaban otras dos tentativas de hollar allí. La desaparición de Beagle 2 provocó la tradicional comisión de investigación, que destapó las vergüenzas y las prisas para cumplir con el plazo de entrega. Ni las pruebas fueron satisfactorias, ni el presupuesto fue el comprometido. Meses antes de que venciera el plazo, a causa del retraso, el gobierno de su graciosa majestad proporcionó una inyección de libras suficiente para acabar el desdichado cachivache y pudiera volar a tiempo. Así pasó lo que pasó. Pero antes, el Drama Marciano acabó con Nozomi para siempre.

El día previsto para que la sonda nipona entrara en órbita marciana tras recorrer la distancia Tierra-Marte en un crucero de relativamente baja energía era el 14 de diciembre. A modo de preparación, el 9 debería haber usado su propulsor para colocarla en posición para su inserción alrededor del planeta rojo, pero la lejanía al Sol (en la órbita marciana la insolación es un 50% menor que en la terrestre) provocó que el combustible quedara congelado para siempre, por lo que Nozomi no pudo ser orientada para crucial maniobra. Tuvieron que usar los propulsores de maniobra para así evitar una colisión contra el planeta. Sobrevoló Marte el 14 de diciembre a 1.000 km. sobre su superficie, colocándose en una órbita heliocéntrica para siempre. El transmisor fue apagado definitivamente el 31 de diciembre para culminar este maltratado proyecto.

Desde que llegaron a la superficie marciana, los días 4 y 25 de enero del 2004, Spirit y Opportunity han estado jugando al ratón y al gato con el Drama Marciano. Preparados para tres meses de labor, se han convertido por méritos propios en las mejores naves jamás colocadas en el suelo marciano. A lo largo de su vida, el mayor peligro para los dos todoterrenos ha sido el polvo en suspensión, bloqueando los paneles solares e impidiendo que capten los rayos solares para convertirlos en energía para sus sistemas. Eso no les amilano para recorrer sus zonas de aterrizaje. La primera intentona del Drama fue con Spirit cuando, ya en el suelo, cesó de transmitir. Lo que había ocurrido es que sufrió un “empacho” de información, solucionado realizando un formateo de la memoria flash del vehículo. Con Opportunity también ha sido cruel: ya desde el principio, el calentador colocado en la articulación de extensión y movimiento horizontal del brazo robot de instrumentos estaba
averiado, ya que su interruptor se había quedado en posición de encendido permanentemente a causa de alguna clase de problema provocado en las etapas previas del despegue. Se empezó a usar un sistema de reserva que apagaba el calentador cuando rebasaba cierta temperatura. Posteriormente, volvió a por Spirit. Tras su travesía por el pedregoso terreno camino a los montes Columbia, el motor de la rueda delantera derecha comenzó a fallar, originando un cambio de estrategia para los movimientos del vehículo, por lo que a partir de ese momento comenzó a recorrer Marte marcha atrás. Irónicamente, este problema llevó a Spirit a sus mayores hallazgos en el cráter Gusev. La llegada del primer invierno para los dos todoterrenos generó nuevos problemas en Opportunity, ya que, con los bajos niveles de insolación a causa de la lejanía al Sol, la anterior estrategia con respecto al calentador tuvo que ser cambiada. Ya no era posible desconectar ese calentador, ya que se pensaba que el remedio podría ser peor que la enfermedad. El motor, entonces, comenzó a sufrir enormes variaciones de temperatura, que a la larga provocaron que la labor del vehículo se amoldara a sus deseos.

A menudo, Marte se ha mostrado generoso con ambos todoterrenos, proporcionando sus servicios para limpiar de polvo sus paneles solares, pero por otro lado el Drama Marciano estaba preparando su siguiente
movimiento, que se produjo cuando, camino del cráter Victoria, Opportunity quedó atrapado en una duna densa. A la larga, el que ríe el último ríe mejor, y nuestro aguerrido vehículo consiguió salir del atasco, para continuar rumbo a su destino. Esto no le debió gustar al Drama, ya que, a comienzos del 2006, el motor afectado por el calentador averiado empezó a mostrar síntomas evidentes de problemas, cuando, situado el rover en el cráter Erebus, fue incapaz de funcionar. Tras duros esfuerzos, el motor fue accionado, y por fin fue capaz de usarlo. Eso sí, el problema ya era muy grave. Mientras tanto, Spirit, consiguió escalar hasta la cima Husband, la más alta de los montes Columbia, tras recuperar el funcionamiento del motor fallón. Pero eso sí, cuando descendió, nuevo latigazo del Drama, y cesó de funcionar, y los técnicos tuvieron que acomodarse a la situación. Pero no por ello dejó de revelarnos cosas apasionantes.

En marzo del 2006, el orbitador más potente jamás enviado al planeta rojo alcanzó Marte. Mars Reconnaissance Orbiter se diseñó para suplir, con el tiempo, a Mars Global Surveyor, que había superado todas las zancadillas que le había colocado a lo largo de los años el Drama Marciano. Sin embargo, la última no la pudo superar, y el 2 de noviembre perdimos a esta gigante de la exploración
espacial. Un software de control fue entregado a dos personas, sin que éstas lo supieran, realizando dos modificaciones distintas que fueron cargadas en la sonda. Cuando se dieron cuenta, se aplicó un nuevo programa corrector, pero aquí también fue peor el remedio que la enfermedad, provocando la desactivación del sistema de orientación, llevando a MGS a orientar hacia el Sol su radiador, que quedó destruido, y con esto, el fabuloso historial de esta ya mítica nave. Hasta esa fecha, fue el último error humano. Mientras, MRO completó su aerofrenado, situándose en su órbita científica.

El Drama entonces empezó a juguetear con sus sistemas. Dos de sus experimentos, su potentísima cámara y su radiómetro, sufrieron diversos fallos que más que alarmar, incordiaban, que finalmente se corrigieron variando los métodos establecidos para su modo de empleo. Llegado ya el 2007, pretendió dar el golpe de gracia a los MER. En el mes de julio, cuando Opportunity ya estaba a punto de entrar en el cráter Victoria, la mayor tormenta de polvo
desde el 2001 engulló el planeta, afectando gravemente en la región de Meridiani. El Sol desapareció, provocando que nuestro aguerrido todoterreno encendiera el modo de hibernación a la espera de que todo clareara. Spirit, por su parte, apenas se vio afectado. A mediados de agosto, la tormenta amainó, y Opportunity había sobrevivido, para chasco del Drama, aunque, eso sí, uno de sus más importantes experimentos acabó allí su destacada carrera.

La primera misión del programa Mars Scout, Phoenix, no era más que una reedición de Mars Polar Lander, y eso fue un escarnio especialmente particular para el Drama, que no deseaba que otra de esas características tratara de escarbar sus secretos. Y eso que la atacó con saña desde antes de su lanzamiento: primero tuvo un problema electrónico que obligó a no usar la cámara de descenso MARDI, luego su lanzamiento se retrasó, aunque al fin fue colocada en el espacio, para más tarde amenazar la zona de aterrizaje con tormentas de polvo, y acabar con el retraso en el despliegue del paracaídas que casi acaba
con esta sonda en el fondo de un profundo cráter. Sin embargo, Phoenix se mostró desafiante, consiguiendo triunfar claramente a pesar de diversos problemillas que surgieron a lo largo de la misión, que fueron resueltos rápidamente. Su misión acabó el 2 de noviembre del 2008, y entonces el Drama se desahogó, cuando el invierno polar la cubrió de escarcha, colapsando sus paneles solares e impidiendo su funcionamiento posterior. Una venganza estéril.

Los MER seguían desafiantes investigando los terrenos asignados, y esto al Drama le sentaba a cuerno
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quemado. Estando dentro del cráter Victoria, Opportunity se vio obligado a salir de él por dos circunstancias mecánicas. La primera era que el mismo problema con el motor de la rueda delantera derecha que martirizó a Spirit lo comenzó a sufrir, corriendo el riesgo de quedarse para siempre allí. Sin embargo, lo peor fue que el motor de la articulación de despliegue y movimiento horizontal del brazo robot cesó de funcionar, y encima cuando estaba completamente plegado bajo el cuerpo del rover. Después de esfuerzos desesperados, el motor funcionó una última vez, extendiendo el brazo, para no volver a funcionar jamás. Pero Opportunity venció este ataque. Y el pato lo pagó Spirit, al que atacó con una gran agresividad.

Para sobrevivir a un nuevo invierno marciano, el tercero desde que llegó, Spirit se vio obligado a colocarse en lugares en pendiente para poder así recibir de manera óptima los escasos rayos solares que le daban vida, y a finales del año 2008 al fin recuperó su movilidad, abandonando su querido Home Plate, para dirigirse a otros lugares considerados de interés. Fue entonces, en mayo del 2009, cuando el todoterreno quedó atrapado en el blandísimo talco marciano, enterrando encima el lado izquierdo, es decir, el que
funcionaba perfectamente. En los meses posteriores se hicieron miles de pruebas, que dieron como resultado que se enterrara más y más, y lo peor, el motor de la rueda trasera derecha se averió. Su extracción, casi completamente conseguida, tuvo este efecto, por lo que la movilidad de Spirit era ya tarea improbable, decidiendo dejarle donde estaba, para que actuara ya como plataforma estática. Entonces, con el nuevo invierno en ciernes, el Drama opinó que ya era bastante el cachondeo, y le mandó lo peor que tenía: una tormenta de polvo que golpeó con eficacia el cráter Gusev, y dejando los paneles de nuestro cansado viajero completamente cubiertos. Así, el 22 de marzo del 2010, la sonda enmudeció para siempre. Mientras tanto, Opportunity, el trotamundos de Marte, continúa alerta y funcionando, demostrando una gran tozudez y cabezonería.

Otras misiones que no tuvieron destino final en el planeta rojo pero que se acercaron a Marte como parada intermedia también han sufrido el Drama Marciano. En febrero del 2007, la sonda cometaria Rosetta completó un acercamiento sin tacha, aprovechando la coyuntura para poner a punto su equipo científico. Esta pasada pilló al Drama desprevenido, centrándose en las que ya tenía auscultándole, pero no les sentó
nada bien. Ya era bastante el cachondeo. La siguiente vez, estaría atenta. Y así fue: el 17 de febrero del 2009 la sonda Dawn, en camino a los asteroides Vesta y Ceres, aprovecharía la gravedad marciana para coger algo de impulso e inclinar su trayectoria para equipararla con la de su primer destino. Al igual que Rosetta dos años antes, Dawn aprovecharía esta oportunidad para comprobar el rendimiento del instrumental. Apenas tuvo tiempo. Cerca de la máxima aproximación, un error de programación del software provocó que entrara en modo seguro, interrumpiendo las operaciones. Dos días después, recuperó la plena funcionalidad, comprobando que, a pesar del golpe del Drama, la maniobra se había cumplimentado con éxito. Este enfrentamiento, por fortuna, acabó en tablas.

Los problemas en la órbita no fueron más que diversas entradas en modo seguro. El más agudo afectó a MRO, ya que en uno de esos períodos estuvo unos 4 meses hasta que se encontró un remedio. Eso sí, fue en el 2011 cuando atacó con virulencia a dos de los tres orbitadores. El primero en sentir el malévolo toque del Drama Marciano fue MRO, particularmente en su cámara más potente, la excepcional HiRISE. Un
problema en la rejilla detectora provocó el apagado del sistema, dejando a los científicos con el susto en el cuerpo. El análisis del problema reveló que uno de los 14 detectores de la rejilla era la fuente del problema, por lo que se ignoró este sensor activando la cámara con los otros trece. Esto ocurrió en agosto, para reproducirse en septiembre cuando se intentó recuperar el uso de ese decimocuarto detector, provocando un brusquísimo apagado y la activación del modo de protección termal de la cámara. Hasta lo que sabemos, la cámara funciona sin ese detector, aunque se busca solución definitiva. Entonces, fue Mars Express la que comenzó a sufrir un complejo fallo, basado en el almacenador de datos de estado sólido, haciendo que la sonda entrara en modo seguro cada vez que se intentaba recuperar el funcionamiento correcto. Fueron necesarios tres meses para dar con la clave del problema, para reiniciar así el funcionamiento por fases, hasta que en febrero del 2012 por fin estuvo a pleno rendimiento. Pero hacía ya tiempo que el Drama Marciano se había desplazado de nuevo a la Tierra.

En el año 2001, ya segura de sí misma, la agencia espacial rusa comenzó a enunciar los planes para un nuevo proyecto de sonda espacial marciana. Su objetivo no era novedoso: Fobos. Pero eso sí, el planteamiento era realmente interesante, ya que proponía establecer una sonda en la superficie de la luna para así recolectar muestras de terreno, para luego devolverlas a la Tierra usando un vehículo especial.
Más o menos ese era el planteamiento de la misión Phobos-Grunt, que supondría así el retorno de la nación rusa al espacio interplanetario. Eso sí, era ambicioso, pero con todas las tecnologías a su alcance. Se planteaba su lanzamiento para el 2009. Si tenía éxito, supondría el retorno de Rusia a la exploración del sistema solar, y los adelantos que usaría serían posteriormente aplicados a los proyectos posteriores. Los había que dudaban de que, tras tanto tiempo sin desarrollar naves interplanetarias, la capacidad de su industria y de sus ingenieros se había resentido. Esto había que demostrarlo. Sin embargo, en el 2007 fue cuando se anunció que el proyecto se retrasaba, principalmente a causa de problemas presupuestarios. Fue entonces cuando las autoridades chinas aparecieron para rescatar la sonda, proporcionando suficiente liquidez para su finalización, y añadiendo una condición: una minisonda china viajaría con Phobos-Grunt. Este diminuto vehículo, bautizado como Yinghuo-1, pretendía establecerse en una órbita altamente elíptica para realizar una misión similar a la que se intentó con Nozomi años antes. Su lanzamiento, para otoño del 2011.

Mientras, en los despachos de la NASA, surgió el proyecto de un nuevo todoterreno para la exploración de Marte, que aprovecharía numerosas mejoras en su diseño, y que llevaría muchos más experimentos y más ambiciosos. Provisionalmente llamado Mars Science Laboratory, sería un vehículo autopropulsado más grande y más capaz, con un tiempo de misión principal muy superior al programado para Spirit y Opportunity. Cuando se aprobó, y comenzó su construcción, se empezó a comprobar que era tal vez demasiado complejo como para acabarlo a tiempo para ser lanzado en el 2009. En especial, su avanzado sistema de visión (unas lentes gemelas con zoom 15x y filtro Bayer para la adquisición de imágenes en color natural) se hizo problemático, y la NASA dio permiso a la institución dedicada a la tarea para hacer otros objetivos más sencillos y más fáciles de fabricar, a la vez que continuaba con las otras. Sin embargo, recortes en el programa provocaron un retraso en su lanzamiento. Se comprometieron, eso sí para que estuviera lista para otoño del 2011. ¿El Drama Marciano en acción?

En el más absoluto silencio, tanto Phobos-Grunt como Yinghuo-1 fueron finalmente completadas, y su lanzamiento, fijado para principios de noviembre. Mientras, Mars Science Laboratory (rebautizado como Curiosity) también fue cumpliendo los plazos, aunque las cámaras con zoom no llegaron a tiempo, por lo que montaron las otras, no por ello menos avanzadas. Sería elevado definitivamente el 25 de noviembre. Finalmente, a principios de ese mes, el conjunto ruso-chino se ensambló al lanzador Zenit ucraniano, y por fin despegaba el día 7. Rusia regresaba a la élite, o eso se pensaba. Fue entonces cuando el Drama Marciano reapareció con gran crueldad.

Era el cuento de nunca acabar: el cohete había actuado espléndidamente, sin embargo, algo pasó, y el encendido previsto para elevar el apogeo de su primera órbita terrestre no ocurrió, impidiendo contactar con Tierra. Era imposible saber lo que había ocurrido. Los datos indicaban que se había separado correctamente, pero por algún motivo, no encendió su motor. Esto era grave ya que tras ese encendido, debería haber expulsado un tanque circular, para así permitir que las antenas de baja ganancia en la fase de crucero contactaran con el centro de control. Nada de esto pasó, por lo que Phobos-Grunt, y por lo tanto Yinghuo-1 quedaron varadas, como otras sondas soviéticas en el pasado. La agencia espacial rusa lanzó una llamada general de
auxilio para tratar de rescatar la sonda, y fue la ESA la que acudió al rescate. Con un dispositivo especial unido a una antena de campo ancho, la estación de seguimiento de la ESA en Perth, Australia, consiguió contactar con Phobos-Grunt dos veces, pero los intentos para recuperar el control fueron infructuosos. Según se pudo averiguar, la batería se encontraba desconectada, por lo que el ordenador se activaba cuando los paneles solares recibían luz solar, y en esos momentos podía mantener cierto control orbital, pero incluso eso, a la larga, se perdió. Fue imposible volver a contactar con la sonda, y así, el 15 de enero del 2012, ambos vehículos cayeron a la atmósfera, incinerándose, y desperdigando sus restos por el Pacífico sur. A resultas de este fracaso, las autoridades decidieron suprimir todos los proyectos interplanetarios.

¿Cuál fue la causa del fallo? Pues según las malas lenguas, el ordenador. Por lo que parece, el consorcio que debería haberlo fabricado no se puso al tema con la celeridad que deseaba la constructora, por lo que fue la misma NPO Lavochkin la que decidió construirlo, aun sin tener experiencia en elaborarlos. Además, lo peor del asunto es que fue preprogramado (¡Qué manía!) para que respondiera solo y exclusivamente a las órdenes del control de Tierra una vez se encontrara en la fase de crucero interplanetario. Otros acusaron de que el presupuesto era demasiado ajustado para un proyecto tan complejo. Y por supuesto, se acusó a los ingenieros rusos adscritos al programa de no tener la experiencia de construir sondas interplanetarias. Esto, bajo nuestra opinión, es un poco injusto.

Un pequeño problema con una batería del vehículo lanzador de Curiosity provocó un retraso de un día para cambiar el elemento y hacer un chequeo al sistema. Finalmente recibió luz verde, y el 26 de noviembre el artefacto más complejo jamás enviado al planeta rojo se puso de camino. Como aviso de su presencia, el Drama Marciano surgió brevemente. Tres días después del lanzamiento, el ordenador de a bordo se reinició abruptamente, haciendo saltar las alarmas. Solo fue un susto, y al poco tiempo pudo recuperar su funcionamiento normal a base de un nuevo paquete de software. Y al fin, el 6 de agosto, tras una maniobra novedosa, y después de pasar los siete minutos del terror, Curiosity alcanzó la superficie con una inconcedible precisión. Aún con eso, el Drama todavía planeaba, y semana y pico después del amartizaje, se dieron cuenta que uno de los tres sensores de velocidad del viento de la estación meteorológica estaba dañado, a causa de una roca soltada por el chorro de los propulsores. Por fortuna, como existen otros dos, la pérdida no es muy importante. Hasta la fecha, Curiosity continúa trabajando sin que el Drama toquetee sus circuitos.

Hasta la fecha, 41 misiones han sido enviadas al planeta rojo, y de ellas solo 19 han  consiguieron llegar a su destino, y de ellas, 15 han cumplido los programas que prometieron. De los 14 aterrizajes planeados, solo 7 han cumplido con lo prometido. Y según el programa más inmediato, en noviembre del 2013 la NASA lanzará la segunda misión del programa Mars Scout: MAVEN. Su encargo, casi idéntico al de Nozomi.

Con antecedentes como éste, mejor cruzar los dedos. Con el Drama Marciano presente, todo es posible. Y seguramente, continuará…