Phoenix, un tributo

miércoles, 16 de diciembre de 2020

Sopa de satélites pequeños (y II)

Podemos decir que nos hemos dejado lo mejor para el final. Anteriormente hemos hablado de los satélites pequeños mejor conocidos, o así, de Júpiter, Urano, Neptuno y Plutón. Claro, falta Saturno, y es que no solo aquí tenemos cantidad, también, y especialmente, calidad.

Pastoreando los anillos

Son 82 los satélites que rodean al señor de los anillos, algunos son asteroides capturados, otros, acumulaciones de material dentro de los anillos. Además de los principales, ya relatados, hay satélites pequeños a montones y, lo mejor, muy cerca de los más grandes, lo que les hizo muy accesibles a Cassini, consiguiendo llegar tan cerca, que no cabe duda de cómo son. Vayamos a ellos.

El primero digno de mención es Pan. Descubierto en 1990 gracias al análisis de imágenes de Voyager 2, es uno de los satélites pastores de los anillos de Saturno. Orbita dentro del Hueco de Encke dentro del anillo A a una distancia de Saturno de 133.600 km. aproximadamente, tardando algo más de 13 horas en terminarla. Es un tanto pequeño (34.4 x 31.4 x 20.8 km.), es muy poco denso (0.42 g/cm3), y es, sin duda, de los de forma más intrigante. Los hay que lo comparan con una nuez, otros, con una empanadilla, y otros, con los ravioli. El caso es que, de algún modo, a capturado a su alrededor un material que hace que parezca estar rodeado por un anillo sólido. Su superficie está surcada por lo que parecen fisuras, aunque más parecen terrazas que se entrecruzan. Sí, tiene cráteres, aunque son diminutos. Por si faltara poco, además es fuente de un minúsculo anillo dentro del propio Hueco de Encke. El siguiente, Daphnis, también es un satélite pastor del anillo A, y 
se encuentra empotrado dentro del Hueco de Keeler. Daphnis fue descubierto gracias a las imágenes de Cassini en el 2005, orbita a Saturno a una distancia media de 136.505 km., que la recorre en algo más de 14 horas. Es diminuto (8.6 x 8.2 x 6.4 km) y, aunque parece tener también el reborde que exhibe Pan, es mucho menos pronunciado. Más allá de ahí, su superficie parece ser bastante regular. Su presencia la delató los efectos gravitatorios que provoca en los bordes de los anillos por donde pasa, levantando acumulaciones de las partículas de los anillos mientras avanza. El siguiente, Atlas, parece un primo hermano de Pan. Rodea a Saturno a una distancia aproximada de 138.000 km., pastoreando el anillo A desde el exterior. También encontrado mediante
imágenes de las Voyager, Cassini lo vio tener una forma casi de platillo volante, con una forma central más bien esférica rodeada por un reborde ecuatorial, formado tal vez por la acumulación de partículas sacadas de los anillos. Sus medidas son de 40.8 x 35.4 x 18.8 km., y como sus compañeros, su rotación coincide en tiempo con su órbita. Su densidad, algo mayor a la de Pan, pero no demasiado. Su órbita es algo caótica, afectado por la gravedad de varios compañeros exteriores. Prometeo es el siguiente, siendo también descubierto por imágenes de Voyager 1. Situado a 139.400 km. de Saturno, bordea por el interior al anillo F, 
pastoreándolo de forma visible. Es ya cosa seria, con unas dimensiones de 135.6 x 79.4 x 59.4 km., contando con una superficie en la que los cráteres son evidentes (algunos de hasta 20 km. de diámetro), pero parecen estar como desgastados, erosionados. Es como si algunos hubieran sido rellenados, dejando apenas los bordes sobresalientes, además de mostrar riscos y valles en algunas zonas. Perturba al anillo F creándole todo tipo de formas retorcidas y anudadas, ayudando así a mantener las partículas en su sitio.  En el otro extremo del anillo F está Pandora, también localizado usando imágenes de Voyager 1. Orbitando a 141.720 km. del planeta, su superficie (medidas: 104 x 81 x 64 km) está mucho más marcada, con algunos cráteres poco profundos, el más prominente de 30 km. de diámetro, acompañados por riscos y surcos. Tampoco es demasiado denso, como los anteriores, aunque es muy brillante (albedo: 0.6), y entre esto, parece ser un cuerpo helado muy poroso.

Pandora

Los dos siguientes vienen a pares. Situados a 151.400 km. aproximadamente del planeta, Epimeteo y Jano han sido frecuente confundidos entre sí. Así, mientras Epimeteo se atribuye a Richard Walker, descubriéndolo en diciembre de 1966, Jano fue visto por primera vez en las mismas fechas por Audouin Dollfus. Los dos fueron 
Epimeteo
registrados por primera vez por Pioneer 11 en septiembre de 1979, para después las Voyager confirmar su presencia. Ambos son irregulares (Epimeteo 129.8 x 114 x 106.2 km, Jano 203 x 185 x 152.6 km), poseen albedos similares, muy brillantes, superiores al 0.7. Ambos están extensamente craterizados, si bien Jano parece ser el de superficie más vieja. De hecho, Epimeteo parece mostrar más rasgos superficiales más allá de los cráteres, con zonas más suaves y oscuras, en comparación con otras más fracturadas de color amarillento. Además, su polo sur parece poseer los restos de un gran impacto, dándole una forma aplanada en esa parte. Aunque ambos forman también un pequeño anillo de 5000 km. de ancho, también pastorean el anillo A desde la distancia. No parece que vayan a colisionar nunca, aunque apenas les separan 50 km. entre una órbita y otra. Todos estos satélites orbitan entre sí en resonancia, algunas de ellas un poco locas.

Jano

Pasando por fin uno de los satélites mayores, Mimas, llegamos al diminuto Methone. Localizado por Cassini a un mes de llegar a la órbita de Saturno, orbita alrededor del planeta a 194.440 km., tardando poco más de un día en terminar una vuelta. Aunque es extremadamente diminuto (3.88 x 2.58 x 2.42 km.) lo que llama la atención es que no tiene nada. No hay rasgos superficiales, no hay marcas, hendiduras, cráteres, surcos, huecos… es una gran nada. Lo único que se diferencia son los dos tonos en la superficie, uno más oscuro en su centro y otro más claro en sus bordes. Lo cierto es que se parece más a un huevo en el espacio que a otra cosa. En cuanto a su trayectoria, está en resonancia 14:15 con Mimas. Hay dos lunas más exteriores que Methone (Anthe, a 198.000 km., y Pallene, a 212.300 km. de Saturno) de las que, aunque se sabe poco, apenas el tamaño, se sospechan que pueden ser primas hermanas de Methone. Ahora nos distanciamos 
más, a unos 294.619 km. del planeta, para encontrarnos con Tetis. No vamos a hablar de él, sino de sus dos acompañantes. Porque este gran satélite cuenta con dos satélites pequeños coorbitales, aunque sería mejor calificarles de satélites troyanos. 60º por delante de Tetis, en el punto de Lagrange L4 está Telesto. Descubierto mediante observaciones basadas en Tierra en abril de 1980, posee unas medidas de 32.6 x 23.6 x 20 km. y muestra una superficie casi lisa, como si la hubieran lijado o si estuviera rellenada por polvo. Esto ha debido de borrar los cráteres más pequeños, aunque los más grandes prevalecen, habiendo también algunas rocas de tamaños interesantes. En el otro 
extremo está Calypso. Encontrado un mes antes que Telesto, se sitúa en el punto L5 de la órbita de Tetis. No mucho mayor (30.2 x 23 x 14 km.), ofrece una superficie llana, con algunos accidentes destacables, como surcos y algún cráter un poco desgastado. Lo que llama la atención es que parece haber evidencias de flujos de material, descendiendo desde la porción central superior y extendiéndose no solo hacia abajo, también a derecha e izquierda. La razón, un misterio. Tal vez venga de un gran cráter que enseña con orgullo precisamente en la zona central superior.

Llegamos al final del viaje, deteniéndonos en la órbita de Dione que, como Tetis, también cuenta con satélites troyanos. Los tres orbitan Saturno a 377.400 km. de su capa superior de nubes. En su punto L4 se 
encuentra Helena. Vista por primera vez en marzo de 1980, tuvo que ser Cassini quien nos lo mostrara, como en los casos anteriores, dejándonos boquiabiertos. De dimensiones medias (43.4 x 38.2 x 26 km.) muestra una de las superficies más misteriosas. Como Calypso pero en grado superlativo, una de sus caras muestra evidencias notables de flujo de material, formando visibles y profundos surcos que irradian desde un punto central, tal vez un cráter o una depresión, y extendiéndose en abanico casi como si se tratara de deltas de ríos. También hay altos riscos, cráteres prominentes aunque poco profundos, y lo que algunos entenderían como una cuenca de impacto en la parte superior. Con Helena, Cassini realizó, tal vez, el encuentro más cercano con un satélite menor de toda su misión. Y en el otro extremo, en el L5, está Polydeuces, pero no parece tan interesante. Aunque fue descubierto por Cassini a los pocos meses de llegar, no tuvo oportunidad de verle 
tan bien como a Helena, al ser un objeto diminuto, de 3 x 2.5 x 2 km. Lo que ha llamado la atención es que si bien la posición del satélite no es fija en los 60º tras Dione, como en el resto, es el que más deriva, pasando de 33.9º en el punto más cercano a 91.4º en el más lejano, en un periodo “orbital” que dura casi 791 días. Por la forma percibida, además, parece ser relativamente esférico. Hay más satélites, cierto, pero los siguientes están ya tan lejos, orbitan de formas tan raras, que llegar a ellos es extremadamente complicado. Tal vez algún día se haga.

Mucho de esto se lo debemos a Cassini y su extensa misión, y en especial a los últimos meses, el llamado Grand Finale, que aproximó la gran sonda más cerca que nunca de los anillos y del planeta, capturando parte de las vistas que nos han permitido redactar esta entrada. Aún soñamos con que se haga algo como esto en Urano y Neptuno… En fin, variedad de formas, tamaños y tipos de superficie. ¿Quién quería más?

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