miércoles, 20 de octubre de 2010

Pequeña iniciación a la Astronomía

Ya que hemos escrito muchos temas acerca de planetas, estrellas, e incluso constelaciones, ha llegado el tiempo de que expliquemos los rudimentos de cómo empezar a observar el cielo. Muchos pensarán que es indispensable un gran telescopio, con enormes aumentos. Sin embargo hay que decir que a veces ni siquiera es necesario nada de esto para poder maravillarnos con lo que el cielo nos ofrece.

Bajo la humilde experiencia de este cronista no hay que empezar a lo bestia, con lo más de lo más en materia de de telescopios. Un primer consejo es salir de las ciudades y su perenne contaminación lumínica y admirar el cielo nocturno, con las estrellas, la Luna, y si las condiciones son muy buenas, incluso la Vía Láctea. La mejor manera de entrenar el ojo es entonces identificar las constelaciones, y para ello no hay telescopio que valga. Desde la Osa Mayor (quizás la más identificable), pasando por Orión (visto solo en los meses de invierno), recordemos, en un cielo estrellado solo veremos un puñado de las 88 constelaciones que han sido identificadas y registradas. La única herramienta que ayuda en estas circunstancias es un planisferio (y una linterna para poder verla, claro está). También hay que decir que hay constelaciones más fáciles de identificar que otras. También hay ciertos trucos: si se quiere identificar la estrella polar, en el extremo de la Osa Menor, hay que coger las estrellas Merak y Dubhe, que son las dos de la parte de fuera de lo que sería "la cuchara", prolongar su distancia cuatro veces y entonces se encontrará la estrella polar. En cuanto a constelaciones, hay que decir que las hay que no las podemos ver desde el hemisferio norte, como la de la Cruz del Sur, que es la que identifica el polo sur celeste. Otra de las constelaciones fáciles de ver, y más satisfactorias, es la de Orión, sobre todo lo que es el Cinturón. Es de las más grandes, muy extensa, y si un observador con buen ojo se fija un poco, encontrará la nebulosa M42, es decir, la nebulosa de Orión, que ya ha ilustrado alguna Ventana al Espacio en esta Crónica. Lo particular es que se puede distinguir a simple vista, o incluso con unos simples prismáticos (unos decentes, vamos) se podrá observar decentemente. Y otro espectáculo celeste que puede ser visto casi a simple vista o por prismáticos es el cúmulo de las Pléyades. Situado prácticamente en la constelación de Tauro, las Pléyades no es más que un criadero de estrellas, por lo que aún hay muchas de ellas muy brillantes, que es lo que provoca que seamos capaces de verlas solo con nuestro propio ojo. Desde luego, la sola observación del cielo nocturno ya es suficiente regalo.

Si uno quiere elevar las apuestas, hay que pasar a un telescopio. Para alguien que se inicia, lo idear para aprender lo esencial de como manejarlo es el telescopio refractor. Ese es el mismo tipo de telescopio que Galileo Galilei inventó, por 1609 o por ahí. Pero que siga siendo usado aún ahora es porque es quizás la herramienta más fácil de manejar, y sobre todo, más barato. Antes que nada, más importante que un telescopio, es su base, su trípode, porque gracias a él y su soporte dependerá de cómo se maneje, como en horizontal
como en la inclinación. Una vez superado este
importante punto, toca comenzar a observar. Y para ello lo mejor es por supuesto empezar con tranquilidad. Y lo mejor para empezar es la Luna. La razón es tan evidente que no la mencionaría, pero hay que hacerlo: al ser el objeto celeste más cercano, la experiencia que ganes viéndola te ayudará a luego conseguir observar otros planetas u otros objetos celestes. Y en este punto tenemos que confesar que, por nuestra parte, somos horribles distinguiendo en el cielo estrellas o planetas. Si este verano hemos conseguido observar a Júpiter ha sido más por casualidad que por otra cosa...

Siguendo en el tema del telescopio refractor, hace falta indicar que cuando se observa a través de él, la imagen que vemos a través de la óptica está al revés, algo de lo que nos damos cuenta sobre todo al levantar la cabeza, y ver la Luna en creciente o menguante. Eso es porque la luz, tras entrar en el tubo del telescopio, se retuerce y se gira, y es lo que provoca este efecto.

Si os aventuráis en buscar los planetas en el cielo nocturno, sin el telescopio, unos consejos. Si buscais Venus (Mercurio es tan dificil de encontrar) hay que mirar hacia el crepúsculo, aún bastante arriba en el cielo, y comprobaréis que es una de las más brillantes, a causa de que las nubes perpétuas del planeta reflejan gran parte de la luz del Sol, haciéndole partícularmente fácil de encontrar, ya que es la primera que suele aparecer. En cuanto a los planetas exteriores, dejamos aparte tanto Urano y Neptuno como Plutón (a pesar de que pueden ser vistos en condiciones óptimas) y hablamos de Marte, Júpiter y Saturno. Marte suele ser más fácil de observar cada dos años, cuando más cerca de nosotros está, y una buena forma de identificarlo es por su color rojo sangre (de ahí el nombre del planeta). Júpiter, a pesar de ser más lejano, también es bastante brillante, reflejando un color gris plateado bastante característico (y en esta época ha estado bastante cerca). Y Saturno, más lejano todavía, y algo menos brillante, nos regala un color más azulado. Todos estos planetas, si son vistos durante largo período, veremos que en un momento retroceden, para luego volver a avanzar. Eso es porque al tener años más largos que el nuestro, la Tierra "adelanta" al resto. Y como último rasgo característico, a diferencia de las estrellas, los planetas dan un brillo uniforme, mientras que las estrellas parece que parpadean, pero claro, entre tanta estrella, encontrar los planetas puede ser harto complicado.

Si con el tiempo el modesto refractor se te ha quedado pequeño, o quieres ver las cosas con mayor claridad, hay que pasar a los reflectores o refrectores (o de Newton). Estos telescopios (eso si, más caros) ofrecen mejor calidad de imagen, y no invierten la imagen. Eso es porque cuentan con dos espejos, uno en el que rebota la luz, y un segundo que es el que envía la luz hacia la óptica. A modo de detalle, este tipo de telescopio es el que equipan todos los mayores observatorios (que yo sepa) del mundo, incluso el telescopio espacial Hubble y su futuro sustituto utilizan esta configuración. Es notablemente más eficiente, pero en cuanto a manejo, ahí nos habiéis pillado, ya que no hemos manipulado ninguno. Y si quieres dar un paso (o unos cuantos más) más allá, existen los trípodes motorizados, que equipan un mando en el que le tecleas las coordenadas, y el telescopio gira hacia el punto seleccionoado, e incluso los hay que rizan el rizo, ya que van directamente acoplados a los ordenadores (éstos, con su software correspondiente), y si sobre todo están conectados a internet, pues eres capaz prácticamente en tiempo real de seguir el movimiento de los astros que estás observando. El no va más, vamos. Pero esa ya es una opción para bolsillos un poco más llenos.

Si una vez superada la fase de observar las constelaciones decides buscar con tu telescopio los planetas, lo mejor es informarse, bien por internet, bien por revistas especializadas, donde, además de los artículos, también te describe la situación de estrellas, planetas, constelaciones, e incluso satélites a través de planisferios. También encontrarás información sobre tránsitos de asteroides, ocultaciones entre objetos celestes, etc, etc, y más todavía incluso. Gran parte de esta afición es estar al día de donde están situadas las cosas.

¿Donde encontrar telescopios? Si eres asiduo de las revistas de astronomía, hay ámplia publicidad de tiendas, en las que sirven todo, o casi todo relacionado con el tema. Si no, un par de pistas: En ciertas ópticas o en algunas tiendas de fotografías puedes encontrar telescopios majos. Recomendación: no vayas a lo loco.

Por nuestra parte, eso es todo, nuestro tiempo de observación ha sido tan bajo, y la cantidad de objetos celestes tan escasa, que poco más podemos añadir desde aquí. Seguramente habrá muchos libros por ahí, que cuentan mejor que un servidor como meterse en este mundillo tan maravilloso, pero esperemos que lo aquí contado os sirva para comenzar con buen pie.

PD.: MUY IMPORTANTE: no pienses que todas las estrellas y planetas están fijos en el cielo. Ya comprobarás que, cuando observas algo por el telescopio, tendrás que estar todo el rato ajustando tu telescopio para poder verlo porque se te escapa en cuanto te despistas. Todos los objetos poseen su movimiento, como la Tierra, y que no lo notemos no quiere decir que no lo haga. Mucho ojo y mucha atención, que no se os escapen.

lunes, 11 de octubre de 2010

Ventana al Espacio (XXI)


La galaxia NGC 2683, vista por el Hubble.