La nebulosa planetaria M76, desde el Gran Telescopio de Canarias.
jueves, 31 de marzo de 2016
lunes, 7 de marzo de 2016
Las próximas misiones a Marte: ExoMars TGO
Todo comenzó pocos meses después del inicio de la misión Mars Express en el planeta rojo, cuando
su sensor PFS evidenció la presencia de metano en su atmósfera. Si bien la
cantidad que existe allí es muy pequeña (inferior incluso a la de la Tierra) su
presencia es algo significativo. Lo es porque solo hay dos fuentes capaces de
expulsarlo a una atmósfera: por procesos geológicos (volcanes, terremotos,
géiseres, fumarolas, etc.), o más importante aún, por procesos biológicos,
básicamente el metabolismo. Pero lo es más aún saber cuánto tiempo lleva. El
metano es un gas que, si no se suministra constantemente, desaparece en 300
años, poquísimo en escalas geológicas. Por ello, su descubrimiento puede
informarnos dos cosas distintas: o Marte es un planeta vivo geológicamente (y
vistos sus volcanes es una probabilidad), o posee algún tipo de vida emitiendo
este metano. Por desgracia, las misiones enviadas en los años posteriores han
carecido de la capacidad de profundizar en ello. Aún así, a pesar de lo
irrebatible del hallazgo, todavía provoca controversia.
Después del éxito de su primera misión marciana, la ESA se embarcó en
un nuevo programa más ambicioso. Bajo el denominado Programa Aurora, se comenzó
a desarrollar la misión ExoMars, cuyo
elemento principal es un vehículo autopropulsado, con un claro parecido en los
dos de la misión MER de la NASA. A medida que iba progresando el concepto,
alguien tuvo la idea de transformar la fase de crucero que enviaría este rover
al suelo marciano en un orbitador que, además de proporcionar sus servicios de
retransmisión de datos entre el elemento de superficie y el control de misión
en Tierra, pudiera investigar aspectos que a Mars Express se le habían escapado. Razones presupuestarias
evitaron su creación. El diseño continuó avanzando, si bien con algunas
dificultades, hasta que el año 2009 llegó un cambio de rumbo en la exploración
marciana.
La NASA llevaba lanzando misiones al planeta rojo continuamente desde
1996, y en el 2008 habían seleccionado una nueva, además de haber visto el
retraso de MSL (Curiosity, para entendernos) del 2009 al 2011. Sin embargo, más
allá, no había nada aprobado, ya que, en aquel momento, después de MAVEN, no existía misión de la NASA que
lanzar ni en el 2016 ni en el 2018, y mucho menos en el 2020. Eso sí, había
diversas propuestas, como un proyecto de orbitador denominado Mars Science Orbiter, así como un rover
exobiológico llamado MAX-C. El caso
es que la ESA estaba preparando su propio rover exobiológico (de ahí su nombre
de ExoMars, Exobiología Marciana), y
dada la reducción presupuestaria en misiones planetarias, se decidió el
comienzo de conversaciones con la agencia europea para preparar un programa
conjunto con el que explorar nuevos aspectos de Marte.
Después de confirmar el programa marciano ESA/NASA, se organizó un
grupo de trabajo conjunto para definir las siguientes misiones. Como MAVEN iba a lanzarse en el 2013, había
que planificar el programa a partir del 2016. Después de mucha discusión, el
rover ExoMars se dejó para la
oportunidad más lejana, el 2018, dejando la del 2016 para un orbitador dedicado
a la búsqueda tanto de metano como de otros gases de concentración tan baja que
no aparecen habitualmente en las mediciones convencionales, los denominados
gases traza. El diseño final de la misión dividía las responsabilidades entre
las agencias: la ESA proporcionaría la plataforma de la sonda, un instrumento
(NOMAD), el control de misión, y su red de seguimiento de espacio profundo,
además de un vehículo demostrador de tecnologías para entrada, descenso y
aterrizaje, mientras la NASA proporcionaría los cuatro experimentos restantes
(MATMOS, EMCS, MAGIE y HiSCI), el relé UHF Electra, el lanzador (un Atlas V-431) y las antenas de su red
DSN. Todo parecía progresar sin problemas hasta que el 13 de febrero del 2012
la NASA se retiró del programa conjunto a causa de recortes presupuestarios
(dinero dedicado al próximo gran telescopio James
Webb), por lo que la ESA se quedó con un orbitador con un instrumento, con
módulo demostrador, pero sin el resto de la carga útil y sin lanzador. Esto no
supuso que la ESA diera fin a la misión, todo lo contrario. No era la primera
vez que una colaboración conjunta NASA/ESA acababa mal (existen los ejemplos de
las misiones Giotto y Ulysses), y siempre la ESA ha continuado
hacia adelante. De manera que se tomó la decisión de asociarse con la otra
organización espacial con una gran experiencia en enviar sondas a Marte.
La decisión de juntarse con Roscosmos, la agencia espacial rusa, está
llena de lógica, ya que sus lanzadores Soyuz
habían lanzado varios satélites y sondas espaciales para la agencia europea.
Roscosmos también tenía razones de peso para unirse al proyecto ExoMars: en noviembre del 2011 lanzaron
su primera misión marciana desde Mars 96,
Phobos-Grunt, que tuvo un desenlace
idéntico al de su antecesora. La oportunidad brindada por la ESA permitiría a
los científicos rusos reconstruir algún instrumento de los perdidos en Phobos-Grunt apto para las misiones
marcianas en planificación. Los acuerdos oficiales, firmados en el 2013, detallaban
las responsabilidades de cada agencia, confirmando el orbitador para el 2016 y
el rover para el 2018.
La verdad es que la búsqueda de metano en la atmósfera marciana ya ha
comenzado. A pesar de ser preparada casi a la carrera, la misión hindú MOM transportó al planeta rojo una carga
útil interesante que incluye el denominado MSM. El Sensor de Metano Marciano es
un instrumento infrarrojo que está diseñado para detectarlo empleando dos
bandas espectrales: una exclusivamente para la detección de metano, y un canal
de referencia con el que compararlo. De momento, no tenemos resultados, solo
las lecturas del canal de referencia que demuestra que el aparato es plenamente
funcional. La primera misión ExoMars
irá todavía más allá.
El orbitador responde al nombre de ExoMars
Trace Gas Orbiter, o ExoMars TGO,
y ha sido desarrollado casi por completo por la ESA. No se parece en nada a su
antecesora Mars Express, ya que
mientras que el veterano orbitador emplea una estructura en forma de caja, ExoMars TGO emplea un bus rectangular, o
así. El núcleo de la estructura (como es norma en casi todos los orbitadores)
es un cilindro central de 1.2 metros de diámetro que supone la
principal pieza
estructural del conjunto, y sobre la cual se han instalado todos los soportes y
piezas que le dan su forma definitiva, además de ser el interfaz entre la sonda
y la última etapa del lanzador, y en su interior alberga el tanque de
combustible y el propulsor principal de a bordo. La sonda está realizada
enteramente en aluminio, empleando secciones con núcleo en forma de panal de
abeja, y sobre ellas, láminas homogéneas en sus lados internos y externos. Una
vez en el espacio, tendrá unas medidas de 3.5 metros de alto, dos metros de
lado, dos de ancho, y una envergadura de 17.5 metros con los paneles solares
extendidos. La estructura ha sido realizada por la firma alemana OHB, con sede
en Bremen. Sobre ella se han ido instalando los distintos componentes del
hardware. Su ordenador se basa en las actuales infraestructuras empleadas por
la ESA, con un procesador ERC-32 al mando de todos los procesos y operaciones
realizadas a bordo, y acompañado de un grabador de estado sólido de gran
capacidad (128 gigabits) para almacenar tanto telemetría de ingeniería como datos de los
instrumentos. Esa información sería inútil si no se enviara a la Tierra, por lo
que dispone de un sistema de comunicaciones normal: trabajando en banda-X,
dispone de una antena de
alta ganancia de 2.2 metros de diámetro (herencia Rosetta) situada sobre una plataforma
móvil en dos ejes, lo que le permitirá apuntarla hacia nuestro planeta en todo
momento. Para otras situaciones (primera fase tras el lanzamiento, maniobras de
corrección de rumbo, entradas en modo seguro) empleará las dos antenas
omnidireccionales de baja ganancia. Como otros orbitadores actuales, también tiene
equipo para comunicar con los vehículos situados en la superficie.
Suministrados por la NASA, ExoMars TGO
equipa dos relés UHF Electra (conectados a una antena helicoidal), paquetes de
alto rendimiento que no solo sirven para enlazar con los rovers o plataformas
estáticas para compartir datos y comandos de forma bidireccional, también
permite establecer con un alto grado de exactitud la posición de estos recursos
de superficie, algo útil cuando se trata de elementos autopropulsados. La
energía la recoge del Sol, empleando dos paneles solares gemelos de dos
secciones cada uno (sobre plataformas rotatorias en un eje) cubiertos de
células de alta eficiencia (20 metros cuadrados de superficie activa),
alimentando los sistemas de a bordo, y cargando dos baterías de ión-litio.
Estabilizada en sus tres ejes para su orientación, mantendrá siempre una de las
caras mirando a Marte, y para ello emplea dos unidades de medición inercial,
dos escáneres estelares, sensores solares, ruedas de reacción como actuadores para
cambiar la orientación de la sonda, junto con un grupo de propulsores. ExoMars TGO está optimizada para mirar al limbo atmosférico mediante una
serie de maniobras y cambios de actitud nunca antes realizadas en Marte. Para
la inserción orbital, y otras maniobras menores, empleará su motor principal,
que a diferencia de los grupos usados por MRO
o MAVEN, es único, entregando toda la
potencia él solo durante el tiempo necesario. El control termal es el usual, es
decir, mantas multicapa, radiadores (concentrados en los lados antisolares) y
calentadores eléctricos. En la sección opuesta al motor está el montaje para el
módulo demostrador de entrada, descenso y aterrizaje, incorporando las uniones
mecánicas, eléctricas y de datos, además del mecanismo de liberación mediante
sistemas pirotécnicos. La carga útil científica se divide en cuatro
aparatos.
Desarrollado por la ESA, NOMAD (Vertical y Ocultación para Descubrimiento
Marciano) es un paquete que combina tres espectrómetros. El primero es SO,
Ocultación solar, y es una réplica del canal SPICAV-SOIR de Venus Express, es decir, un sensor que
equipa un filtro sintonizable acusto-óptico formado por un cristal de dióxido
de telurio que lleva la luz a una rejilla de difracción tipo echelle, y de ahí
al detector de Mercurio-Cadmio-Telurio HgCdTe (refrigerado por un enfriador
tipo Stirling), y servido por una única apertura (un periscopio de tres espejos
planos, uno de ellos inclinado 67.07º para permitir la entrada de la luz) que
apunta hacia el sol para operaciones de sondeo del limbo y de ocultación
estelar. Está sintonizado para detectar el infrarrojo cercano entre 2.2 y 4.3
micrones. El canal LNO, Limbo, Vertical y Ocultación, es idéntico al SO, solo
que registra las longitudes de onda entre 2.2 y 3.8 micrones, y además,
dispone
de ópticas para operaciones de limbo y
ocultación y para mirar a la vertical del planeta (similar al de LNO, solo que
con dos espejos planos, mientras que un tercero motorizado sirve para la
entrada vertical). El tercer canal es UVIS, Ultravioleta y Visible, y emplea,
como el canal LNO, dos aperturas, una para mirar a la vertical planetaria
(sirviendo directamente a un pequeño telescopio) y un periscopio (empleando un
espejo plano para servir al telescopio de recogida) para operaciones de ocultación
y sondeo del limbo, empleando un sistema fuera de ejes (un espejo de colimación
y uno de enfoque), con una rejilla de difracción y un sensor CCD como detector
final (y sobre él un filtro de segundo orden), registrando el espectro
electromagnético entre los 200 y los 650 nm. Para seleccionar entre ópticas, se
emplean cables de fibra óptica para llevar la luz que recogen los dos espejos
parabólicos al espectrómetro. Todo el paquete está controlado por un
microprocesador LEON3. Con esta combinación de espectrómetros, NOMAD es capad
de no solo detectar gases (y partículas de aerosol como polvo en suspensión) en
concentraciones muy pequeñas en la atmósfera, también será capaz de localizar
sus fuentes de emisión. En el modo de ocultación solar, tanto SO como LNO
pueden obtener hasta 300 espectros en cada longitud de onda durante una de
estas operaciones, que durarán unos 5 minutos, completando un perfil
atmosférico desde la alta atmósfera hasta prácticamente la superficie. En el
modo vertical, LNO estudiará la composición atmosférica, además de examinar
características de la superficie marciana como hielo y escarcha, en mediciones
que se realizarán, de media, cada tres o cuatro soles marcianos, para así
examinarlos dependiendo de la luminosidad o del momento del día. Por su parte
UVIS registrará todo el espectro al que es sensible, tanto en vertical como en
ocultación, cada segundo, pudiendo registrar más información sobre moléculas
más interesantes como el ozono o el ácido sulfúrico, además de medir el
contenido de aerosoles en la atmósfera. En modo de ocultación, los tres canales
muestrearán la atmósfera en secciones de un km. cada una para obtener perfiles
verticales de alta resolución; en modo vertical, tanto LNO como UVIS crearán
columnas verticales con resoluciones espaciales de 3 x 12 km. y 5 x 6 km. (alta
y baja resolución de LNO) y 8 x 5 km. para UVIS, ambos recogiendo un espectro
cada segundo, mientras que en el modo del limbo se obtiene información
complementaria, aunque limitada, para apoyar los otros dos modos. Con este
equipo, la misión espera obtener información no solo del dióxido de carbono y
sus derivados, también monóxido de carbono, vapor de agua (y derivados),
dióxido de nitrógeno, óxido nitroso, ozono, metano (y derivados), acetileno,
etileno, etano, formaldehido, cianuro de hidrógeno, sulfuro de carbonilo,
dióxido de azufre, cloruro de hidrógeno, y otros, además de caracterizar su
variabilidad espacial y temporal, recuperando información sobre temperaturas y
densidades totales atmosféricas, mientras que puede localizar lugares de
emisión de gases (por ejemplo, metano en concentraciones tan bajas como 1 parte
por billón de moléculas atmosféricas) en una región de 30 x 300 km. cuadrados,
junto con el estudio de las fuentes y “hundimientos” de gases como monóxido y
dióxido de carbono, vapor de agua y otros gases traza detectados. Además,
empleando el canal LNO en modo vertical, podrá hacer un sondeo de la
composición superficial centrado en zonas ricas en filosilicatos y sulfatos
para tratar de explicar los fenómenos de expulsión de gases, en combinación con
el sensor OMEGA de Mars Express y
CRISM de MRO. Un paquete
tremendamente versátil desarrollado en el Instituto Belga de Aeronomía
Espacial, con contribuciones importantes del Instituto de Astrofísica de
Andalucía, Instituto Nacional de Astrofísica italiano y la Open University del
Reino Unido.
Proporcionado por Roscosmos, ACS (Juego de Química Atmosférica) es
un conjunto de espectrómetros que complementan lo que NOMAD puede conseguir.
Está compuesto de tres canales: NIR, o canal de infrarrojo cercano, es una casi
réplica de los canales SO y LNO de NOMAD, solo que sintonizado para registrar
su longitud de onda entre los 0.7 y los 1.6 micrones, e incorpora ópticas para
observación tanto en la vertical del planeta como para operaciones de
ocultación, y ambas sirven a un conjunto detector final de arseniuro de indio y
galio; MIR, canal de infrarrojo medio, es un espectrómetro del tipo Echelle
siguiendo el concepto de dispersión cruzada, similar al módulo VIRTIS-H a bordo
de Rosetta y Venus Express, en el que emplea dos rejillas de difracción, una
Echelle fija y una ordinaria móvil, y solo operará en modo de ocultación solar
obteniendo espectrometría de alta resolución entre los 2.3 y los 4.2 micrones
empleando un detector HgCdTe refrigerado activamente; TIRVIM, Montaje de
Interferómetro en forma de V de Infrarrojo Termal, es un espectrómetro del tipo
transformación Fourier empleando la
configuración de doble péndulo, siendo similar al espectrómetro PFS de Mars Express, aunque cubriendo el
infrarrojo de 1.7 a 17 micrones en un único canal y con un divisor de haz
elaborado en bromuro de potasio, sirviendo a dos detectores HgCdTe enfriados
mediante un criorefrigerador tipo Stirling (uno para el rango arriba indicado,
otro cubriendo el rango de 1.7 a 4.5 micrones) además de a un conjunto de
detectores piroeléctricos (no necesitan refrigeración) trabajando en el rango
de 1.7 a 25 micrones, y empleará un puerto para visión del Sol (ocultación) y
un escáner para sondeos en la vertical planetaria, y un espejo móvil servirá
para permitir la entrada de una u otra apertura. la operación estará controlada por un microprocesador central, que dispone además de una memoria flash de 32 GB. Con los dos primeros canales,
ACS podrá obtener perfiles verticales de la atmósfera (temperatura y densidad)
tanto del dióxido de carbono como de otros gases menores conocidos como el
metano, vapor de agua y monóxido de carbono, entre otros, en los terminadores
del amanecer y anochecer entre los 10 y los 80 km. de altitud; perfilar ratios
isotópicos de los principales constituyentes de la atmósfera; buscar gases no
detectados como acetileno, etileno, etano, dióxido de azufre, peróxido de
hidrógeno, cloruro de hidrógeno, entre otros; además de hacer búsquedas
altamente sensibles de brillos nocturnos provocados por hidroxilo, oxígeno, u
óxido nítrico, mientras TIRVIM se encargará de derivar perfiles verticales
atmosféricos desde la superficie hasta los 55 km. con una resolución
relativamente alta en la banda de los 15 micrones, especialmente sensible al dióxido
de carbono; monitorizar la cantidad de polvo en la atmósfera así como nubes de
condensación; registrar la temperatura superficial; cartografiar el metano en
el lado diurno con su banda de 3.3 micrones; así como buscar otros gases
desconocidos en la atmósfera marciana empleando su modo de ocultación. Los
módulos NIR y MIR derivan del sistema TIMM-2 de Phobos-Grunt, mientras el canal TIRVIM lo hace del AOST, también de
Phobos-Grunt. ACS ha sido diseñado
por el Instituto de Investigación IKI de Moscú, con colaboración francesa,
alemana e italiana. Diseñada a la carrera en Suiza, CaSSIS (Sistema de
Imágenes
de la Superficie en Color y Estéreo) cumplirá las necesidades de la misión de
saber dónde, en alta resolución, existe emisión de gases. Para ello cuenta con
telescopio fuera de ejes con un espejo primario de 13.5 cm. de diámetro, una
longitud focal de 88 centímetros (f/6.5),
sirviendo a un sensor tipo CMOS híbrido, herencia del sistema SIMBIO-SYS de la
misión a Mercurio BepiColombo. El
telescopio emplea tres espejos con recubrimiento de plata, y existe un cuarto,
parcialmente motorizado, que es el que lleva la luz al detector. El sistema no
dispone de rueda de filtros, sin embargo utiliza una placa situada directamente
sobre el sensor, en el que se han construido las tiras que conforman los
filtros usados durante la misión, y también supone herencia de la misión
mercuriana. La diferencia es que usa cuatro bandas distintas, especializadas
para la observación marciana, y son: pancromática (650 nanómetros), infrarroja
(0.95 micrones), infrarrojo cercano (0.85 micrones), y azul-verde (475 nm). En
vez de tomar imágenes como si se tratara de una cámara de fotos normal,
empleará una modificación del modo pushbroom denominado “Push-frame”, una
estrategia ya usada en Marte en los sistemas THEMIS de Mars Odyssey y MARCI de MRO.
En este modo, en vez de arrastrar un único conjunto de detectores formado una
fila de píxels, va arrastrando los filtros a medida que va orbitando. Empleando
sus electrónicas de gestión (basadas en BepiColombo,
y usando como corazón un procesador de doble núcleo Leon 3FT) el sistema irá
acumulando barridos de la superficie (hasta 8 km. de ancho desde su órbita de
trabajo, entre medias de los anchos de las cámaras CTX e HiRISE de MRO) en cualquiera de las cuatro bandas
a la que es sensible, combinando una, dos, tres, o las cuatro al mismo tiempo,
creando así imágenes en color real y falso color del suelo marciano, con una
resolución máxima de 4.6 metros. Sin embargo, la clave está en su capacidad de
crear imágenes estereoscópicas sin necesidad de combinar dos observaciones
distintas en dos órbitas distintas. Para ello se ha construido un mecanismo
motorizado que rota completamente el telescopio 180º en al
menos 15 segundos. A
causa de la extraña estrategia de apuntar sus paneles solares a nuestra
estrella, y debido a la inclinación orbital, ExoMars TGO puede estar mirando levemente hacia delante en la
dirección orbital, de manera que el telescopio apunta y barre una zona
específica de la superficie, y mientras orbita, se posiciona de manera que el
telescopio mira hacia el mismo punto, solo que ya está detrás de la sonda, por
lo que, girando al máximo la cámara, volverá a barrer el mismo punto de la
superficie. De esta forma, creará pares estéreo en aproximadamente 47 segundos,
algo estupendo dado que el sitio a fotografiar tendrá las mismas condiciones de
iluminación. De esta manera, CaSSIS se encargará de obtener imágenes de zonas
identificadas como fuentes potenciales de gases traza emitidos a la atmósfera;
investigar procesos dinámicos de la superficie (vulcanismo, erosión,
sublimación) que ayude a restringir el inventario de gases atmosféricos; y no
menos importante, ayudar a certificar futuros lugares de aterrizaje en busca de
desniveles no aptos para vehículos de superficie. CaSSIS ha sido desarrollado
por la Universidad de Berna, con amplias contribuciones de instituciones
italianas, alemanas y polacas. Y como última contribución rusa, FREND (Detector
de
Neutrones Epitermales de Resolución Precisa) es la penúltima realización de
la familia de sensores de neutrones que ya han volado a otros destinos del
sistema solar (HEND de Mars Odyssey,
LEND de LRO, DAN de Curiosity) y
pretende continuar el trabajo iniciado por el primero, solo que en alta resolución.
Para ello, cuenta con cuatro contadores proporcionales rellenados con gas
(Helio-3, a una presión de seis bares) y un cristal de escintilación de
stilbene, con protección anticoincidencia, situados detrás de un módulo de
colimación que estrecha el campo de visión para proporcionar una resolución de
40 km., en comparación con los sensores omnidireccionales del HEND de Mars Odyssey, que han creado un mapa con
una máxima resolución de 600 km. Este sistema registrará neutrones con energías
que van de los 0.4 a los 500 keV con los contadores proporcionales, y neutrones
rápidos, de 0.5 a 10 MeV para el cristal escintilador. Acoplado a FREND hay un
dosímetro, denominado Liulin-MO,
encargado de detectar el flujo, dosis absorbida, e intensidad de dosis de las
partículas cargadas de los rayos cósmicos. Usa un colimador, cinco detectores,
y el módulo de control y dosimetría, fijado a la parte superior de FREND. De
esta manera, complementará al sensor RAD de Curiosity
tomando datos complementarios durante el viaje de crucero a Marte, y luego
medirá la dosis en órbita marciana, así como mediciones de dosis en la
superficie del planeta, todo en preparación para un eventual viaje tripulado.
De esta manera, FREND está diseñado para completar un mapa de alta resolución de
flujos de neutrones epitermales y rápidos desde la superficie marciana;
determinar flujos de neutrones y partículas cargadas durante periodos
tranquilos de actividad solar así como en épocas de emisión de partículas
solares energéticas; construcción de mapas de concentraciones de hidrógeno bajo
el suelo marciano a alta resolución; y comparar los datos obtenidos con los
registrados por el DAN de Curiosity,
así como del sensor ADRON, que estará instalado en ExoMars Rover, que debe llegar a la superficie marciana en el 2019.
Con su carga de combustible a bordo, ExoMars
TGO declara una masa de 3732 kg. Por su parte, el
Módulo Demostrador de
Entrada, Descenso y Aterrizaje (EDM),
bautizado como Schiaparelli, en honor
al astrónomo italiano que afirmó observar los “canalí” en Marte, es
principalmente un demostrador de tecnologías para situar en el futuro cargas
útiles sobre suelo marciano. Está compuesto por varias partes: aerovaina,
escudo de reentrada, y el propio módulo que se posará en su destino. Todo el
conjunto posee un diámetro de 2.4 metros, y posee la misma forma que otros
sistemas de reentrada empleados en misiones anteriores. El escudo de reentrada,
elaborado en aluminio (núcleo en forma de panal de abeja) y láminas exteriores
homogéneas elaboradas en polímero reforzado por fibra de carbono, tiene en su
parte externa el material que ofrecerá a la atmósfera marciana, un nuevo tipo
de placas ablativas llamado Norcoat Liege. La aerovaina sigue una construcción
similar, salvo que no usa el material ablativo. En el interior de la aerovaina
está el paracaídas que frenará parte del descenso por la atmósfera, y mide 12
metros de diámetro. En cuanto
al propio módulo Schiaparelli, emplea una plataforma base (construida en SENER
Bilbao) sobre la que se fija todo el hardware que amartizará, que posee un
diámetro de 1.65 metros. Cuenta con su ordenador, sistema de comunicaciones
(transmisor UHF unido a ina antena omnidireccional), unidad de medición
inercial, generación de energía, (mediante baterías), un retroreflector láser y
el sistema de descenso terminal, empleando un radar altímetro Doppler y 9
motores de descenso modulados por pulsos (el mismo tipo empleado para el
aterrizaje de Phoenix en mayo del
2008). Por todo el vehículo se han dispuesto cientos de sensores, tanto en las
partes que soportarán el contacto con la atmósfera (sensores de medición de
temperatura), sensores de presión, y de telemetría para registrar todos los
parámetros del vuelo, así como un sensor solar para medir la actitud inercial
antes de la entrada. Además, la propia plataforma dispone, en su sección
inferior, de una parte de estructura aplastable, diseñada para amortiguar el
contacto final con la superficie marciana. Se ha diseñado para poder lidiar con
aterrizajes sobre terrenos rocosos con piedras de hasta 40 cm. de altura, o
caer sobre desniveles inferiores a 12.5º. A pesar de estar dedicado a la prueba
tecnológica, también hará ciencia. La investigación AMELIA (Investigaciones y
Análisis de Entrada Atmosférica y Aterrizaje en Marte) empleará los datos
derivados de su unidad de medición inercial durante el descenso para derivar
perfiles de densidad, temperatura y presión con alta resolución espacial, así
como revelar el comportamiento de la polvorienta atmósfera marciana, para así
mejorar los modelos existentes para su uso en misiones futuras. Durante el
descenso también usará su DeCa, una cámara de descenso monocromática que tomará
secuencias desde la separación del escudo de reentrada hasta la llegada a la
superficie, de forma similar a la realizada por el sistema MARDI de Curiosity, salvo que lo hará en blanco y
negro, tomando unas 15 imágenes, a una cadencia de una cada 1.5 segundos. Esta
es la única capacidad de Schiaparelli
de tomar imágenes en Marte. Una vez en superficie, activará su investigación
DREAMS (caracterización de Polvo,
verificación de Riesgos, y Analizador
Medioambiental en la Superficie Marciana), y es una suerte de avanzado paquete
meteorológico autónomo que incorpora un sensor de viento bidimensional (MetWind,
Universidad de Oxford), un termómetro (MarsTem, Universidad de Padua), un
sensor de presión (DREAMS-P, Instituto Meteorológico Finlandés), un sensor de
humedad (DREAMS-H, Instituto Meteorológico Finlandés), un sensor de campos
eléctricos (MicroARES, LATMOS de Francia, ESA-ESTEC de Holanda), un sensor de
irradiación solar (SIS, INTA) para medir la concentración de polvo atmosférico,
junto con su Unidad de Electrónica Central y una batería independiente. Junto
con las habituales mediciones meteorológicas para caracterizar el estado básico
de la meteorología marciana (temperatura, presión, velocidad y dirección del
viento), ayudará a cuantificar peligros (tanto para vehículos robóticos como
para futuros seres humanos) tales como velocidad del polvo aerotransportado,
carga electrostática, existencia de descargas, “ruido” electromagnético que
pueda interferir las comunicaciones, así como intensidad de radiación
ultravioleta. Sin embargo, lo novedoso es que realizará la primera
investigación de fenómenos
eléctricos en la atmósfera marciana, tales como si
existe una suerte de circuito eléctrico atmosférico global entre la superficie
y la ionosfera; fuerzas electrostáticas por el polvo cargado eléctricamente que
podría afectar a las dinámicas de las tormentas de polvo; así como interacción
entre la superficie y los gases atmosféricos gobernada por campos eléctricos
atmosféricos, que puede tener efectos en los procesos que gobiernan la química
de los materiales de la superficie y la producción de materiales oxidantes en
la atmósfera, lo que puede tener amplio impacto en la sostenibilidad de las
condiciones apropiadas para la vida. Todo el paquete, tras recibir su carga de
combustible, ofrece un peso en tierra de 600 kg. Con los dos vehículos unidos,
la masa máxima en el momento del lanzamiento es de 4332 kg.
Para elevar semejante masa rumbo a Marte, se ha contratado uno de los
más potentes lanzadores de la actualidad, el cohete ruso Proton. Diseñado en la década de 1960 por Vladimir Chelomei,
originalmente se construyó para ser el más potente de los Misiles Balísticos
Intercontinentales (bombas nucleares de 100 megatones o más potentes), nunca
vio servicio en este papel. Como lanzador espacial, tenía capacidad de elevar
naves tripuladas Soyuz con dos
cosmonautas a bordo en misiones de ida y vuelta a la Luna, sin embargo, solo lo
hizo con los vehículos Zond (Soyuz modificadas para misiones
automáticas y con seres vivos en su interior). También tiene el crédito de
lanzar muchas de las sondas espaciales soviéticas a Marte, Venus, y al cometa
Halley, junto con satélites terrestres y las estaciones espaciales soviéticas Salyut y Mir. La primera vez que occidente pudo ver el lanzador Proton entero fue durante el lanzamiento
del módulo núcleo de la estación Mir
el 20 de febrero de 1986. Tras la caída de la Unión Soviética, y desde 1996,
este cohete es comercializado para lanzar satélites sobre todo a órbitas
geoestacionarias. Ahora está en servicio la variante Proton-M, la tercera actualización. Suele disponer de tres o cuatro
etapas, dependiendo de la misión, siendo la primera configuración la básica,
empleando todas los denominados combustibles líquidos hipergólicos, capaces de
mantenerse cargados durante tiempo indefinido dentro de los tanques de
combustible de las etapas del cohete, pero tremendamente tóxicos (de ahí que a
Korolev no le gustara, y que prefiriera su gran lanzador N1 de oxígeno líquido y queroseno). La variante que lanzará la
combinación ExoMars TGO/Schiaparelli empleará como cuarta fase
una etapa superior Breeze-M, que
también usa combustibles hipergólicos, y se pondrá en marcha desde el
cosmódromo de Baikonur el 14 de marzo del 2016.
El viaje a Marte durará unos 7 meses, tiempo en el cual las
operaciones serán las mínimas indispensables. El verdadero movimiento comenzará
tres días antes de la llegada. Si se respeta la fecha de lanzamiento, el 16 de
octubre llegarán los comandos a ExoMars
TGO para iniciar los
preparativos para la separación de Schiaparelli, que incluyen una
comprobación de sistemas y la carga completa de las baterías. Después de esto,
se armarán los sistemas pirotécnicos, mientras que la sonda maniobra para
apuntar al módulo de descenso en la trayectoria de reentrada. Tras esto, y
después de disparar los pirotécnicos, las conexiones se rompen, y la base de
montaje libera a Schiaparelli,
provocándole además una rotación de 2.5 rpm para estabilidad durante su breve
viaje en solitario. Poco después, ExoMars
TGO encenderá su propulsión para desviarse de rumbo de colisión y poder
insertarse en órbita marciana. Schiaparelli
permanecerá en hibernación los tres días desde la separación hasta la maniobra
de entrada, descenso y aterrizaje para ahorrar energía.
La elipse dada para el amartizaje de Schiaparelli tiene unas dimensiones de 110 km. de largo por 25 de
ancho, y las coordenadas del centro son 1.82º Sur, 6.15º Oeste, en pleno Terra
Meridiani. El proceso de selección ha sido relativamente rápido, ya que se ha
escogido uno de los lugares marcianos que tiene una mayor cobertura de imágenes
de alta resolución (MOC de Mars Global
Surveyor, HiRISE de MRO), de
hecho, más del 50% de su elipse coincide con la de Opportunity, y la zona sur de la elipse coincide con el borde oeste
del cráter Endeavour, el lugar de trabajo final de este exitoso vehículo
autopropulsado. Han sido más motivos de ingeniería que plenamente científicos
los que han llevado a seleccionar este lugar.
Lo verdaderamente importante comienza el 19 de octubre, cuando el
reloj interno de Schiaparelli genera
la señal por la que el ordenador activa todos los sistemas, y establece
comunicaciones con ExoMars TGO, al
tiempo que los orbitadores que ya están en Marte se preparan para ofrecer
cobertura. El procedimiento indica que a 120 km. de altitud sobre la superficie
marciana inicie el contacto con las capas altas atmosféricas, para seguir una
estrategia de entrada balística, como Mars
Pathfinder, Spirit, Opportunity y Phoenix. La inmensa mayoría de la velocidad que llevaba la perderá
por el rozamiento atmosférico, y una vez acabe esta etapa, la velocidad habrá
bajado hasta 5 veces la
velocidad del sonido. Mientras siga descendiendo, la densidad atmosférica provocará que siga decelerando, y cuando los acelerómetros de a bordo (a aproximadamente 11 km. de altitud) detecten que la velocidad ha caído a unas 2 veces la velocidad del sonido, se provocará la orden para que el mortero dispare el paracaídas, para caer a velocidades subsónicas. Cuarenta segundos después del despliegue del paracaídas, el escudo de reentrada se desprenderá (distancia al suelo, 7 km.), al tiempo que activa el altímetro radar y la cámara de descenso. Una vez alcance una velocidad vertical de entre 60 y 85 metros por segundo, y una altitud de entre 600 a 1250 metros, Schiaparelli se separará de la aerovaina y el paracaídas, para inmediatamente después encender los motores de descenso, para iniciar la fase terminal, con una maniobra de prevención de colisión con los elementos expulsados. El radar seguirá controlando el descenso y, cuando alcance una altitud de unos 2 metros sobre el suelo, o detecte una velocidad vertical de 0.8 (aproximadamente) metros por segundo, los motores se apagarán, y empleará su sección inferior aplastable para ablandar el aterrizaje. Una vez finalice todo el proceso (que puede durar unos ocho minutos) serán casi las tres de la tarde, hora local marciana, iniciará la secuencia de operaciones de superficie, empezando por la transmisión de la señal de llegada, y después de un volcado de parte de la telemetría almacenada. Después de salir de la visibilidad, entrará en hibernación, mientras el paquete DREAMS comenzará a obtener lecturas. Las baterías se han diseñado para aguantar un máximo de 9 días, y en ese plazo se espera que la transmisión de todo lo recogido durante el descenso, además de los datos de DREAMS y la cámara DeCa, se realice empleando principalmente el relé Electra de MRO, aunque también ExoMars TGO, Mars Odyssey, Mars Express y su MELACOM, y MAVEN complementen estas operaciones. Una vez las baterías se agoten, la prioridad de la misión pasará al orbitador.
velocidad del sonido. Mientras siga descendiendo, la densidad atmosférica provocará que siga decelerando, y cuando los acelerómetros de a bordo (a aproximadamente 11 km. de altitud) detecten que la velocidad ha caído a unas 2 veces la velocidad del sonido, se provocará la orden para que el mortero dispare el paracaídas, para caer a velocidades subsónicas. Cuarenta segundos después del despliegue del paracaídas, el escudo de reentrada se desprenderá (distancia al suelo, 7 km.), al tiempo que activa el altímetro radar y la cámara de descenso. Una vez alcance una velocidad vertical de entre 60 y 85 metros por segundo, y una altitud de entre 600 a 1250 metros, Schiaparelli se separará de la aerovaina y el paracaídas, para inmediatamente después encender los motores de descenso, para iniciar la fase terminal, con una maniobra de prevención de colisión con los elementos expulsados. El radar seguirá controlando el descenso y, cuando alcance una altitud de unos 2 metros sobre el suelo, o detecte una velocidad vertical de 0.8 (aproximadamente) metros por segundo, los motores se apagarán, y empleará su sección inferior aplastable para ablandar el aterrizaje. Una vez finalice todo el proceso (que puede durar unos ocho minutos) serán casi las tres de la tarde, hora local marciana, iniciará la secuencia de operaciones de superficie, empezando por la transmisión de la señal de llegada, y después de un volcado de parte de la telemetría almacenada. Después de salir de la visibilidad, entrará en hibernación, mientras el paquete DREAMS comenzará a obtener lecturas. Las baterías se han diseñado para aguantar un máximo de 9 días, y en ese plazo se espera que la transmisión de todo lo recogido durante el descenso, además de los datos de DREAMS y la cámara DeCa, se realice empleando principalmente el relé Electra de MRO, aunque también ExoMars TGO, Mars Odyssey, Mars Express y su MELACOM, y MAVEN complementen estas operaciones. Una vez las baterías se agoten, la prioridad de la misión pasará al orbitador.
ExoMars TGO entrará en
órbita el mismo 19 de octubre, en una órbita altamente elíptica que durará
aproximadamente cuatro soles marcianos, y estará en una inclinación que le
permita estar sincronizado con el área de aterrizaje de Schiaparelli. Una vez el módulo de superficie se apague, comenzará
una serie de tareas que le lleven a su órbita definitiva. Lo primero será
variar la inclinación orbital, pasando a la de trabajo, inclinada con respecto
al ecuador marciano 74º, optimizada para operaciones de ocultación solar.
Después, empleando su propulsor, reducirá su apogeo de una órbita de cuatro
soles de duración a una de un sol de duración. Entonces, estará lista para
iniciar la fase definitiva. De esta forma, ExoMars
TGO se convertirá en la primera sonda europea que practique
operacionalmente la estrategia del aerofrenado. Esta técnica, empleada por
primera vez por Magallanes en Venus,
ha sido usada con gran éxito por Mars
Global Surveyor, Mars Odyssey y MRO para alcanzar sus órbitas de
trabajo. Como la ESA carecía de experiencia en estas maniobras, primero tenían
que demostrar que eran capaces de hacerlo. Por ello, aprovechando los últimos
meses de misión de Venus Express en
torno al segundo planeta, se practicó una fase de aerofrenado experimental que
redujo eficazmente su órbita en el mes en que lo hizo. Ahora, aprovecharán esta
experiencia para llevarla a cabo con su nuevo orbitador marciano. En principio
esperan comenzar con el aerofrenado en enero del 2017, y estará
realizándolo hasta diciembre del 2017. Cuando finalice,
habrá alcanzado su altitud definitiva, a unos 400 km. sobre Marte, pero antes
de que pueda iniciar las operaciones, tendrá que pasar una conjunción solar (el
momento en que el Sol se interpone en la señal de comunicaciones entre el
planeta rojo y nosotros), que durará aproximadamente un mes. Antes de eso,
tendrán tiempo de poner a punto la instrumentación, y obtener los primeros
datos. Cuando pase la conjunción, comenzará su tarea científica, de un año
marciano de duración.
Este tiempo de misión permitirá que la misión cumpla sus tres
objetivos. El primero, monitorizar la atmósfera marciana con una sensibilidad
sin precedentes. Empleando los paquetes NOMAD y ACS, y a partir, sobre todo, de
las operaciones de ocultación solar, aunque también empleando sondeos del limbo
y observaciones en la vertical planetaria, detectar y cartografiar los gases
traza que allí existen; la primera cartografía del ratio de deuterio a
hidrógeno en la atmósfera (información relacionada sobre todo con las reservas
de agua existentes); así como la cartografía de los campos meteorológicos, para
en esencia obtener las mediciones necesarias para conseguir reconstruir la
circulación atmosférica (empleando las técnicas y métodos usados para los
estudios meteorológicos en la Tierra) y hacer un seguimiento, hacia atrás en el
tiempo, de la cantidad de estos gases traza atmosféricos en tiempos pasados
para conocer la climatología pasada. Esta será la primera vez que se use a esta
escala la ocultación solar en Marte, ya que es el método más potente que existe
para obtener mediciones de gases que existen en una atmósfera en una
concentración tan baja que no aparecen en los estudios convencionales. Hay una
serie de instrumentos que la NASA ha ido lanzando al espacio desde la década de
1970, los espectrómetros ultravioleta SAGE (cuyo último ejemplar debe ir a la
ISS) que han sido muy importantes. Con NOMAD y ACS, realizará al menos 24
perfiles verticales atmosféricos, con resoluciones espaciales que irán de los
500 metros a los 3 km. Guiado por los datos que obtengan sus espectrómetros
atmosféricos, la cámara CaSSIS debe cumplir el segundo, caracterizar la
apariencia física y la estructura de las fuentes potenciales de gases traza.
Empleando su capacidad de crear perfiles estereoscópicos de la superficie a
todo color, caracterizará las zonas identificadas como fuentes de estos gases,
para así investigar en los procesos dinámicos superficiales, tales como
sublimación, erosión o vulcanismo, que puedan contribuir al inventario de gases
atmosféricos. FREND se encargará del tercer objetivo, que es ir más allá del
HEND de Mars Odyssey, para construir
un mapa de alta resolución (hasta 40 km.) del contenido de hidrógeno (y por su
detección, de agua) en el primer metro de la subsuperficie marciana,
cartografiando las latitudes superiores a 55º Norte para comprender su
distribución y su origen; cartografiando la hidratación bajo la superficie en
latitudes más bajas; para relacionar posiblemente esas observaciones con
fuentes de gases traza y de vapor de agua; y sobre todo, para descubrir nuevas
zonas ricas en hidrógeno (agua) en otros lugares de interés. Un programa muy
completo, que se complementará, si continúa en operación, su antecesora Mars Express con sus sensores SPICAM y
PFS.
Después de acabar su tarea principal, se convertirá en el recurso
principal y enlace de ExoMars Rover
con el centro de control en tierra, como lo es Mars Odyssey con Opportunity
y MRO con Curiosity. Gracias a los paquetes Electra, lo que se quiere hacer
es crear una suerte de estándar de comunicación para las futuras misiones a la
superficie. Por supuesto, como ya ocurrió en ocasiones anteriores, si está en
buena salud, ExoMars TGO continuará sus operaciones
científicas, aumentando la información para crear mejores mapas y mediciones, y
además para obtener imágenes que se usarán, entre otras cosas, para la búsqueda
y caracterización de futuros lugares de aterrizaje, en conjunción con la
potentísima HiRISE de MRO, creando
mapas tridimensionales de los sitios candidatos en los que buscar grandes
desniveles o agujeros peligrosos.
Importante sin duda, ExoMars TGO
nos abrirá boca antes de que la misión de superficie, tanto el rover diseñado
en Europa como la plataforma estacionaria elaborada por Rusia, llegue al
planeta rojo para cumplir la misión de las misiones: buscar rastros de vida
bajo la superficie, yendo más allá, evidentemente, que Curiosity en este sentido. Mucha suerte.
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