Phoenix, un tributo

jueves, 28 de septiembre de 2023

Las próximas misiones a los asteroides: Psyche

Hasta la fecha, son sólo dieciocho asteroides los que hemos visitado. Más grandes, como Ceres, más pequeños, como Dimorphos... También en variedad: de silicatos, basálticos, carbonáceos... pero sólo uno metálico. Y, en verdad, fue una visita breve, no viendo más que su forma de diamante y diversos cráteres. Decididos a compensar esta escasez, una propuesta Discovery apuntaba a indagar en el mayor de todos ellos.

¿Qué razones pueden haber para una visita se este tipo? Al menos, una de peso: bien podría ser el núcleo de un planetesimal de lo que sólo queda este asteroide. Si fuera así, una misión de este tipo sería como visitar el núcleo de un planeta terrestre.

Descubierto el 17 de marzo de 1852, 16 Psyche es el mayor de los asteroides metálicos. Posee unas dimensiones de 279 x 232 x 189 km, con una notable densidad de entre 3.4 y 4.1 gramos por centímetro cúbico. Un día allí dura cuatro horas y doce minutos. Su órbita discurre por la parte más alejada del cinturón de asteroides principal, a una distancia media de tres unidades astronómicas. Lo que le hace más singular es su alta reflectividad al radar, siendo el que más de todos los asteroides. Eso ha hecho suponer que, como poco, su composición es, al noventa por ciento, de hierro y níquel, como la de los núcleos de los planetas terrestres. Si ya por esto no merecería una misión, ¿entonces, qué?

¿Cómo plantear una misión hasta allí? En vista que, por medios convencionales (a la Rosetta, vamos) se tardaría más de una década, se ha optado por otra forma más económica, directa y avanzada tecnológicamente hablando. La de Dawn

Os presentamos la misión Psyche. Lo sé, no han sido la leche de originales. Al menos, sabemos cual es su destino. Para cumplir su programa científico, está potentemente equipada, en términos de instrumentación, con elementos a la última y alta herencia de misiones previas, incluyendo proyectos Discovery. 

Para facilitar las cosas, mejor entender a Psyche como una prima de Dawn en muchas cosas: un bus central, grandes paneles solares, impulsión iónica, antena principal fija y cuatro investigaciones. Sí el núcleo de la sonda es, también, producto de una firma constructora. El bus se basa en la plataforma de satélite geoestacionario SSL 1300 de la actual firma Maxar (anteriormente Space Systems Loral), con decenas de unidades en órbita con éxito. Esta será, sin embargo, su primera incursión en el espacio profundo. La plataforma, conocida por la misión como chasis SEP, incorpora todo lo necesario para
funcionar. El chasis SEP, de 3.1 metros de largo, 2.2 de ancho y 2.4 de profundidad, fue construido y probado por Maxar, pero el resto de hardware fue instalado en el JPL. Al bus hay que añadirle, además de sus paneles solares, dos mástiles de dos metros cada uno, proyectándose de la parte superior del bus, y muy cerca se sitúa su antena principal, así que su altura total es de 4.9 metros. Prácticamente todo es herencia de misiones previas. Como decimos, lo básico para funcionar proviene del JPL, en su mayoría, como el ordenador, que cuenta con el procesador típico, el RAD750, que gestionará todo el funcionamiento de a bordo, y cuenta con un grabador de datos de estado sólido de 4 GB para telemetría de ingeniería y datos científicos. Su sistema de comunicaciones es, también, clásico, al usar una antena de alta ganancia, de dos metros de diámetro, situada en la parte superior, e inclinada, y tres antenas de baja ganancia. Todas las antenas son fijas, por lo que se requiere de maniobrar la sonda para apuntarlas a la Tierra, si bien con las de baja esto no es necesario. Hay que decir una cosa: Psyche será la última misión, que sepamos, que confiará el el extraordinario transpondedor SDST, cuyo origen proviene de la misión Deep Space 1, y que gran parte de misiones de espacio profundo hasta la fecha han llevado y llevan en la actualidad. Es una sonda que exige grandes demandas de consumo eléctrico, por ello se ha dotado a la misión de unos paneles solares nada despreciables. Es la segunda misión de espacio profundo en lanzarse con esta configuración en forma de signo más. Cada panel cuenta con cinco secciones y, una vez desplegados, otorgan una envergadura a la sonda de 24.76 metros, más una altura de 7.34 metros. Todo, para alimentar los sistemas de a bordo, y cargar una única batería de ión-litio de trece células. Su sistema de orientación garantizará un control de actitud triaxial, con lo típico en estos casos: unidad de medición inercial (en miniatura), sensores solares, dos escáneres estelares, cuatro ruedas de reacción y su propulsión que, en este caso, es un sistema de gas frío, empleando gas de nitrógeno, cuyo uso será, por lo general, auxiliar. Lo que realmente importa es su sistema de impulsión iónica. Sin embargo, no usa el motor iónico NSTAR, ya anticuado, ni el NEXT-C
que empleó DART (con resultados, para este cronista, desconocidos), sino que emplea un sistema comercial que tiene su miga: se llama SPT-140, es un motor de efecto Hall, y tiene sus orígenes en un diseño desarrollado en la Unión Soviética. Esta familia de motores iónicos lleva volando en satélites soviéticos desde 1971 (SPT significa Propulsor de Plasma Estacionario), y llegaron a occidente tras la caída del régimen soviético. Por lo general, este tipo de motores se usa, en la actualidad, en satélites geoestacionarios como forma de mantener su posición orbital con un gasto mínimo de combustible. Es cierto que un motor de estas características empujó la misión europea SMART-1 a la Luna, pero esta será su primera
incursión en el espacio profundo. ¿Qué características tiene? Posee un impulso específico de 1800 segundos, consume energía entre 900 vatios (mínimo) y 4.500 vatios (a plena potencia) proporcionando un empuje de 280 milinewtons, si bien el sistema es graduable. El sistema completo cuenta con cuatro unidades del SPT-140, dos por cada mástil que les alberga, móvil en dos ejes, más dos Unidades de Procesado de Energía, así como un complicado aparataje de interconexiones más todo el subsistema del manejo del combustible, que es xenón. En pura teoría, cualquier PPU puede controlar cualquiera de los motores, si bien la misión sólo puede usar uno cada vez. Un total de siete tanques de combustible almacenarán todo el xenón para la misión, totalizando 1085 kg. En cuanto al control termal, nada nuevo, con mantas multicapa, calentadores eléctricos, radiadores, además de pequeñas ventanillas de apertura mecánica, accionadas por calor. Puesto que el sistema de impulsión iónica generará mucha temperatura, hace falta su rápida disipación. Su programa científico lo conseguirá gracias a cuatro investigaciones. El principal es el Espectrómetro de Rayos Gamma y Neutrones de
Psyche. Se trata, en realidad, de dos sistemas separados. El espectrómetro de rayos gamma es un diseño virtualmente idéntico al usado en MESSENGER, es decir, que cuenta con un cristal de germanio de alta pureza de cinco centímetros de diámetro y otros tantos de alto como detector, acoplado a un tubo fotomultiplicador. Dentro de un criostato, y refrigerado por un criorefrigerador tipo Stirling de una sola etapa, permitirá mediciones de una estupenda resolución. Para protegerle de los rayos gamma de fondo, cuenta con un escudo anticoincidencia plástico. Por su ubicación, y experiencia en Mercurio, se ha eliminado la ventana que tenía en la parte superior, para ver la superficie del asteroide a través del escudo anticoincidencia. Un aspecto particular del sistema es una forma de recuperar la sensibilidad casi total del cristal. Puesto que se verá sometido a un bombardeo continuo de protones de alta velocidad, éstos dañarán inevitablemente el cristal. La experiencia ha demostrado que, al calentar el cristal a altas temperaturas (105ºC) durante aproximadamente diez días. Está instalado en uno de los mástiles, justo en su extremo. Su acompañamiento, el espectrómetro de neutrones, también tiene pedigrí, porque se basa, ni más ni menos que en el que voló en Lunar Prospector, es decir, el primero de todos. Por supuesto, viene con
cambios. Se trata de dos cilindros rellenos de helio-3 que se proyectan, paralelos, de su placa de montaje, mientras que se añade un tercero que está instalado perpendicular a los otros dos y montado a lo largo de la placa. Uno de ellos carece de cobertura, un segundo posee una cobertura de cadmio en los sensores, mientras que el tercero cuenta con un recubrimiento de un centímetro de poliuretano. Este diseño es significativamente más sencillo de ensamblar y adaptar al montaje en la sonda, que se sitúa en la mitad de la longitud del mástil en el que se sitúa su hermano de rayos gamma. La intención es estudiar y compilar un mapa de composición elemental de Psyche, hasta una profundidad aproximada de un metro. Puesto que es un asteroide metálico, se espera detectar hierro y níquel, y además podrá medir otros elementos como el silicio, potasio, aluminio, calcio, torio y uranio, entre otros, siendo capaz de hacer, con los datos recopilados, la diferenciación entre elementos metálicos y los de silicatos. Otros parámetros que estudiará será el flujo de rayos gamma de alta energía en el entorno del asteroide, buscará hidrógeno o cobalto, medirá el contenido isotópico del elemento Hierro-54, así como medir el flujo de partículas energéticas. El segundo en importancia es el Magnetómetro de Psyche. Otro
instrumento con alta herencia, el sistema cuenta con dos sensores de flujo saturado triaxiales, típicos de misiones de espacio profundo. El primer sensor está en el extremo del segundo mástil; el segundo está 0.7 metros por detrás. Como siempre, la configuración de dos sensores permitirá diferenciar entre el entorno magnético ambiente (en el entorno de la sonda, en una tan "magnética" como Psyche por su impulsión iónica) y el del exterior. Puesto que se cree que el asteroide es, o fue, un núcleo propoplanetario, es muy probable que aún esté magnetizado o, en caso de que no, conservar un magnetismo remanente. De menor importancia, pero básica, es la Cámara Multiespectral de Psyche. No es un sistema nuevo; se trata de la combinación de dos elementos conocidos. Desarrollado por la Malin Space
Science Systems, combina una versión modificada del sistema óptico desarrollado para la cámara de media resolución del sistema MARCI de Mars Climate Orbiter con el tipo de sensor, rueda de filtros y electrónicas que el sistema Mastcam-Z de Perseverance. Así, cuenta con un sistema refractor de 148 milímetros de longitud focal (f/1.8) que entrega la luz a un sensor CCD de 1600 x 1200 pixels, sin filtro bayer en este caso. Con la rueda de filtros de ocho posiciones podrá hacer diversas tareas. La principal será la de navegación óptica, para lo que cuenta con un filtro claro de banda ancha. Los otros siete, además de servir para la construcción de imágenes a casi color real y falso color, buscarán elementos de silicatos como el piroxeno o la olivina, los restos de impactos de asteroides contra Psyche. En torno al asteroide, no sólo servirá para crear un mapa de su superficie, también hará un mapa de minerales más bien general. Por supuesto, al ser un lugar nuevo que visitar, esperamos que nos enseñe algunos rasgos geológicos de lo más interesantes. En realidad cuenta con dos unidades, como redundancia, una apunta directamente hacia abajo, la segunda lo hace levemente desviada 3.7º a un lado. ¿Podría usar ambas para construir un mapa topográfico? Puede. Ah, y cada cámara contará con su propio almacenaje de imágenes. También realizará una investigación de Radio Ciencia. Para ello contará con lo de siempre: su propia señal enviada a casa, donde se verá, según el efecto doppler, cómo se altera por la gravedad del asteroide, creando así una visión de cómo es Psyche por dentro. A esto, hay que añadir una
investigación tecnológica: DSOC, Comunicaciones Ópticas de Espacio Profundo. Esta es una nueva prueba de comunicaciones basadas en láser, como el sistema LLCD en la misión LADEE. Psyche llevará la prueba más lejos, con un sistema bastante complicado, la verdad. DSOC cuenta con una sección fija, o Estacionaria, y una sección más móvil, o Flotante. Puesto que se trata de transmitir y recibir emisiones láser para transmitir información entre dos puntos, la sonda cuenta con un gran telescopio, la parte Flotante del diseño. Visto en las fotos, casi parece un cañón, pero no. Es un complejo sistema que combina un telescopio afocal tipo gregoriano más un sistema reflector tipo Cassegrain, con una apertura de 22 cm. En total son cuatro espejos más su estructura de soporte, todo de carburo de silicio, más un potente blafle para rechazar la luz no deseada. Al final del telescopio doble se encuentra un ensamblaje de divisor de haz dicrótico, que separa o combina los canales emisores y receptores, un retro-espejo, hasta llegar a la cámara de conteo de fotones. Puesto que se trata de haces muy estrechos, hay que afinar mucho el apuntamiento del sistema, por ello primero hay que establecer el alineamiento entre el transmisor (en la sonda o en Tierra) y el receptor, antes de proceder a la transferencia de datos. Por lo general, será la terminal terrestre la que busque iniciar el contacto con una emisión láser de baliza. Será DSOC quien se fije, estabilice la señal, y se prepare para enviar. Un transmisor láser conectado a una variante del transmisor será quien envíe los datos. En Tierra, serán dos telescopios los que formen parte del experimento: el Telescopio de Comunicaciones Ópticas instalado en Table Mountain, California, y el gran telescopio Hale del observatorio del Monte Palomar, como receptor. DSOC será capaz de detectar luz laser entre 1064 y 1550 nm. Existe la posibilidad, remota, además, de usar DSOC como altímetro láser en Psyche, pero es eso, posibilidad. Una vez repostada y lista, dará un peso en báscula de 2747 kg. Poca broma.

Ya debería estar en el espacio, pero los distintos cambios y problemas hicieron que se retrasase hasta ahora. Es cierto que, al ser seleccionada, Psyche tenía su lanzamiento fijado para este año. Poco después, se dio con una solución por la que se hizo posible adelantarlo un año. Se escogió el Falcón Heavy para su lanzamiento para así llegar antes, e iría acompañado de cuatro sondas pequeñas: dos correspondientes a la misión EscaPADE con destino a Marte, y las otras dos del proyecto Janus, para explorar asteroides binarios; ambas pertenecen a SIMPLEx. Al final, viaja solo. Primero cayó la marciana, porque la trayectoria no resultó ideal, y cuando se retrasó Psyche a este año por problemas con el software de vuelo y la reparación de su transmisor, lo hizo la de los asteroides, al perder sus objetivos previstos. Aún más, Janus está actualmente suspendida, su hardware almacenado en caso de que surja una buena oportunidad. El lanzamiento de Psyche está programado para el 5 de octubre, y lo hará desde la histórica plataforma 39A de Cabo Cañaveral. 

Durante la planificación de Dawn, el camino hacia su primer destino era, digamos, directo, sin paradas intermedias, es decir, asistencias gravitatorias. Más tarde, se vio la oportunidad de sobrevolar Marte. No sólo resultaba útil para calibración de sus instrumentos, sino muy provechoso en términos de trayectoria, dando un empuje extra a la misión y, lo que es más importante, cambió su inclinación con respecto a la eclíptica. En Psyche, se repite la fórmula. Así, tras su lanzamiento, y después de un arco de impulsión iónica, se acercará al planeta rojo, en mayo del 2026, para tomar prestada un poco de energía orbital para acortar su ruta y manipular su inclinación. La distancia no será menor a 3000 km. Después, usando vigorosamente sus motores iónicos, alcanzará el asteroide Psyche el mes de agosto del 2029. Claro, si se hubiera enviado el año pasado, lo hubiera hecho en el 2026. Más paciencia.

Toda la etapa de crucero de Psyche será un calco a la usada con Dawn, en lo que al uso de su impulsión iónica se refiere: por lo general, se impulsará durante toda una semana, en cuyo final, apagará el motor en uso para reorientarse hacia la Tierra, ofreciendo su antena principal para así transmitir los sucesos acaecidos a bordo. Terminada la sesión, la sonda, de forma automática, regresará a la actitud de impulsión más beneficiosa y reanudará la tarea. El motor iónico se usará incluso para desaturar las ruedas de reacción, conservando así el precioso gas de nitrógeno de sus propulsores de gas frío. Ah, y será durante este crucero cuando se harán las pruebas con la terminal de comunicaciones por láser, DSOC, empezando poco después del lanzamiento y terminando semanas antes del sobrevuelo marciano.

Cien días antes de llegar, la sonda iniciará la primera de muchas campañas de navegación óptica con su cámara primaria. Eso permitirá localizarlo ante el fondo de estrellas y ayudar a llegar. Cada vez más cerca, las imágenes proporcionarán parámetros como una rotación más precisa, ver si tiene satélites, si expulsa restos o gases... Luego, llegará la inserción orbital que, como Dawn, será como otro día en la oficina, pero un evento importante. Desde ahí su impulsión iónica le llevará hasta la primera órbita científica.

Una vez situada, será el inicio de 26 meses de tarea primaria. Su primera fase se llama Órbita A, a 709 km de altitud. Esta órbita es la de caracterización, con la cámara capturando el primer mapa global, de Media resolución, mientras que tanto el magnetómetro y el doble espectrómetro toman datos básicos, mediciones de fondo para usar después en comparación con los posteriores. Permanecerá en ella cincuenta y seis días. La siguiente es la Órbita B1. A 303 km de altitud, y durante noventa y dos días, la cámara creará nuevos mapas, estudiará su geografía, su geología, y capturará pares estéreo para conseguir el objetivo de esta fase, la topografía. La tercera fase, Órbita C, a 190 km de altitud, a lo largo de cien días, será el turno de la ciencia de gravedad, obteniendo los datos necesarios para saber cómo es por dentro. La siguiente, Órbita D, a 75 km (Cien días), será el momento para que los espectrómetros y el magnetómetro brillen. Cuánto más cerca, más y mejores datos obtendrán, y de más resolución y precisión. Será en la única en la que se varíe la inclinación orbital de la misión, porque en el resto de fases estará en una órbita polar, y en Órbita D se cambiará a una de 160º de inclinación. La última será la Órbita B2 (cien días), retomando a la fase de topografía, con condiciones de iluminación similares. Ese será el fin previsto, pero no irá a otro asteroide, como sí hizo Dawn. No hay otro asteroide metálico, grande o pequeño, que pueda justificar su salida. Tampoco tendrá los recursos necesarios.

Es cierto que, durante mucho tiempo, se ha asumido que Psyche es primordialmente metálico. Sin embargo, esta visión cambió recientemente. Como preparación para la misión, se han obtenido nuevos datos sobre el asteroide, cambiando la visión de un objeto básicamente metálico a una rara mezcla de metales y silicatos, con la composición metálica entre el 30% y el 60%, aproximadamente; el resto es roca escasa en hierro, con una porosidad del 20%, más o menos. ¿Estos descubrimientos invalidan la razón de ser de la misión? Para nada: lo hace más interesante.

¿Qué pretende conseguír la misión? Tres metas: estudiar un elemento primordial de la formación planetaria, un núcleo de hierro; estudiar el interior de un cuerpo diferenciado, normalmente inaccesible; y estudiar, por vez primera, un cuerpo no de roca, sino de metal. Y para ello, posee los siguientes objetivos: determinar si es un núcleo o material no fundido; determinar la edad relativa de cada región en el asteroide; ver si cuerpos pequeños como Psyche poseen los mismos elementos ligeros que, por ejemplo, la Tierra y en su núcleo a alta presión; determinar si se formó en condiciones más oxidantes o más reductoras que el núcleo terrestre; y caracterizar su topografía. Casi nada, como se dice. 

viernes, 15 de septiembre de 2023

Miedo... y Terror

No es necesario hablar de cómo Asaph Hall descubrió los satélites marcianos, de cómo Angelina Stickney, su esposa, le dio el empujón para evitar que se rindiese, de cómo intentaron robarle el descubrimiento. También, hemos hablado, poco, sobre cómo son, y algo sobre su exploración. Pues bien, puesto que tenemos misión que en el futuro irá para allá con el fin de estudiarlos, y quién sabe si algo más, toca contar en profundidad lo que sabemos hasta ahora de estos dos cuerpos celestes.

Sí, como ya contamos, si se asumió que Marte poseía dos satélites fue por “cálculos matemáticos” antiguos. Y de chiripa, acertaron, la verdad. Pero más allá de ser dos puntos de luz muy débiles que orbitaban el planeta, poco más se sabía de ellos. Y durante los años previos al lanzamiento de las sondas espaciales, sus órbitas fueron muy estudiadas, especialmente la del más interno de los dos, Fobos.

Es apropiado nombrar los satélites del planeta con el nombre del dios romano de la guerra como las personificaciones del miedo y el terror, pero en su nomenclatura griega, curiosamente. Pero, ¿debemos sentir pánico? No, en realidad. Lo que dan, sin embargo, son algunos dolores de cabeza. Veamos por qué.

Es cierto que Mariner 4 fue la primera en pasar cerca de Marte en 1965, pero hubo que esperar a 1969 para tener el primer vistazo, indirecto, de uno de los satélites marcianos. Así fue porque, en una de las imágenes de Mariner 7 vimos una sombra en la superficie marciana. Pertenecía a Fobos, que eclipsaba al Sol y, por lo que se pudo averiguar sobre esa sombra, el satélite resultó ser mayor a lo que se anticipaba. Dos años después, fue el turno de verlos, al fin. Fueron las cámaras de Mariner 9 las que nos mostraron tanto a Fobos como a Deimos, confirmando las sospechas sobre los tamaños de ambos. Y desde 1976, pudimos obtener, gracias a los orbitadores Viking, imágenes más cercanas que nos permitieron cartografiar sus superficies.

Una década después, la última misión de espacio profundo de la Unión Soviética apuntó a investigarlos en profundidad. Pero, como no podía ser de otro modo, fallaron. Ya lo contamos: la primera se perdió por un fallo en la programación, y la segunda… Bueno, sigue sin saberse a ciencia cierta. Antes de desaparecer, eso sí, obtuvo buenas imágenes de Fobos.

Y desde 1997, no hemos parado de explorar Marte, con toda una retahíla de misiones tanto en órbita como en superficie. Así, orbitadores como Mars Global Surveyor, Mars Reconnaissance Orbiter, y vehículos de superficie, como Spirit y Opportunity, y los más recientes Curiosity y Perseverance, los han estudiado. Más recientemente, nuevas misiones han aportado su granito de arena, como MAVEN y su visión ultravioleta y, más recientemente, la misión Al-Amal consiguió buenas imágenes de Deimos desde su alta percha sobre Marte. Pero la que más nos ha aportado ha sido Mars Express, y sus decenas de sobrevuelos a Fobos desde que llegó, en diciembre del 2003.

De los dos, Fobos es el más próximo a Marte. Orbita a una distancia media de 5989 km., apenas inclinada sobre el ecuador marciano, y tarda siete horas y treinta y nueve minutos en rodear el planeta. Eso es, aproximadamente un tercio del tiempo que tarda Marte en girar sobre sí mismo. Visto desde cerca, Fobos parece una patata angulosa, con unas medidas de 27 x 22 x 18 km. Su superficie está plagada de cráteres, siendo el mayor Stickney, de nueve km. de diámetro. Sólo diecisiete de los muchos cráteres poseen nombres, como Hall, Gulliver, Roche o D’Arrest. También hay una zona que es una Regio, bajo el nombre de Laputa, y otra que ha sido marcada como una Planitia, nombrada Lagado, ambas sacadas de Los Viajes de Gulliver. Lo más interesante de Fobos son sus surcos radiales, que parecen tener su punto de origen en el cráter Stickney. Por las mediciones, parece ser una pila de rocas, con mucho espacio vacío en su interior. Esto se sabe gracias a su densidad, de 1.88 gramos por centímetro cúbico, con una porosidad aproximada del 30%. Como es norma, su gravedad es extremadamente baja: un ser humano, en su superficie, apenas pesaría unos gramos.

Luego tenemos a Deimos. Más pequeño (15 x 12.2 x 11 km) más parece una lisa haba. A diferencia de Fobos, su superficie está apenas craterizada. Orbita Marte desde una percha más racional, a una distancia media de 23.460 km., tardando 30.4 horas en completar un círculo a su alrededor. Como su hermano mayor, es poco denso (1.47 gramos por centímetro cúbico), por lo que también será una pila de rocas más bien porosa. Si en Fobos pesarías poco, en Deimos aún menos. Sólo necesitarías dar un salto para abandonar su entorno. Así de fácil. En cuanto a su geografía, puesto que está tan lejos de Marte, es menos visitado, por eso sólo dos cráteres tienen nombres (Swift y Voltaire).

Y ahora, las preguntas peliagudas: ¿Qué son? ¿De dónde vienen? ¿Cómo se formaron? y ¿Cuál es su futuro? Vayamos al grano.

Al contemplar su aspecto, nos vienen a la cabeza los asteroides; de hecho, el racional tras la misión Fobos fue el de estudiar análogos de asteroides. Aún más, los estudios espectrales muestran que ambos son asteroides carbonáceos, concretamente del tipo D.

Pero esto choca con la realidad, en principio, por sus órbitas. Son prácticamente circulares, ubicadas básicamente en el ecuador marciano. Para conseguirlo, el planeta debe tener una atmósfera considerable. La actual es muy poca cosa, la verdad, si bien en el pasado sí fue lo bastante densa como para ello. ¿Duró lo suficiente como para ello? Todo parece indicar que no. ¿Entonces?

Hay científicos que son partidarios de la teoría del "parto con dolor" (una analogía más bien poco afortunada, a nuestro entender), es decir: el planeta sufrió un impacto que lanzó escombros para formarlos. Es la misma aplicada a nuestra Luna (teoría errónea, a nuestro juicio); para
ello, se basa en el hecho de que la región norte de Marte es una zona más baja que el resto, basándose en datos de gravedad. No tienen en cuenta dos cosas: primero, el borde de esa zona de impacto, súper cuenca la llaman, no es perfectamente circular, sino muy irregular; segunda, usando datos de topografía por láser se ha demostrado que la región norte de Marte es la más plana del planeta, incluso del sistema solar la conclusión es sencilla: esa zona fue un océano pretérito. 

Si basan este argumento del supuesto origen marciano de las lunas, es por datos tomados por sondas recientes, en los que hallaron filosilicatos, abundantes en Marte. Pero lo que estudiaron fue el REGOLITO en Fobos. A ver: si Fobos y Deimos fueran restos del planeta, deberían ser más grandes de lo que son, puesto que ahora son restos agrupados por gravedad y con grandes huecos internos. He ahí el problema: si Marte sufrió un impacto tan gigantesco, ¿y el resto del material? Hay otra razón que podría explicar los filosilicatos en Fobos. No hay más que ver Marte, y todo el sistema solar, para ver que el planeta fue todo un campo de tiro asteroidal, con cráteres de dimensiones importantes como el Sciaparelli o el Herschel, ambos superando los cuatrocientos kilómetros de diámetro. ¿No sería posible, bajo nuestra inexperta opinión, que parte del material excavado llegara hasta los satélites?

Vale, ¿y entonces? Hay otra teoría, muy interesante, que explica la presencia de las lunas en sus órbitas actuales. Sospechan que Marte sí capturó un asteroide, pero éste fue el que sufrió el impacto y, los restos, entonces, formaron discos de restos que crearon Fobos y Deimos. Eso explicaría sus órbitas.

Hay un aspecto de la órbita de Fobos que merece una explicación. Como hemos dicho, órbita en muy poco tiempo el planeta. Cualquiera que lo vea desde la superficie (fácil gracias a los actuales rovers) descubre que el satélite emerge por el oeste, corre por el firmamento celeste marciano en unas tres horas, y desaparece por el este, repitiendo función horas después. Sí, da la sensación de que es un satélite retrógrado. Pero no, la realidad es bien sencilla: va más rápido que la rotación marciana. Y eso le provocará, a la larga, un problema. 

Si os decimos que en el futuro Marte tendrá un anillo, ¿cómo os quedáis? Pues si, porque Fobos está acelerando, lenta pero seguramente. Eso significará que, según el llamado Límite de Roche, la gravedad marciana será tan fuerte que superará la de la propia de Fobos, a su energía orbital. Resultado el satélite se desgajará, adornando el planeta. Como prueba, están los acercamientos de Mars Express, en los cuales Fobos siempre está levemente más adelantado de donde se calcula que debía estar. Triste fin le espera.

¿Y Deimos? Su futuro es opuesto. A diferencia de su hermano mayor, orbita más lento que la rotación marciana, y cada vez más. Eso significa que, con el tiempo, romperá el agarre gravitatorio con el planeta, para así vagar por el sistema solar.

Si alguna vez pisáis Marte, no lo hagáis en las zonas de altas latitudes, ni en los polos. Jamás les veréis. Para aquellos que escojáis el ecuador o regiones cercanas, apenas aparecerán más brillantes que estrellas, necesitando telescopios para verlos bien. Si no me creéis, mirad las imágenes de nuestros recursos en superficie, pasados y actuales. Ah, y si bien los eclipses de Fobos al Sol son frecuentes, nunca serán totales. Y de Deimos, más serán tránsitos que propios eclipses.

Ah, y en una nota, digamos, pintoresca, en los años 1960, un científico soviético afirmó que Fobos estaba hueco porque es un objeto artificial, una suerte de base, de estación espacial. Datos posteriores demostraron que no era así. Curioso, ¿no?

Y este rollo, ¿a cuento de qué?

Si todo va bien, la siguiente ventana de lanzamiento se abre el año que viene, y JAXA la va a aprovechar para enviar su misión MMX, el Explorador de las Lunas Marcianas. Es una misión ambiciosa cuyo objetivo es obtener muestras del regolito del satélite. Con cooperación de la agencia francesa CNES, el centro aeroespacial alemán DLR y la NASA, investigará el satélite, se posará, soltará un rover, y tomará muestras usando dos sistemas diferentes. Y si hay tiempo podría estudiar Deimos también, antes de retornar a la Tierra con su restos valiosa carga. Un objetivo ambicioso para la segunda misión japonesa a Marte.

Pues aquí les tenemos: sus certezas, sus incógnitas, sus futuros. Fobos se ha mostrado hostil a cualquier desembarco. ¿Se dejará esta vez?