Phoenix, un tributo

martes, 23 de abril de 2024

En tierra

 Ya está, se acabó. La vida de Ingenuity surcando los cielos marcianos ha tocado a su fin. Lo sabemos, fue hace tiempo, pero es ahora cuando se ha comunicado con el helicóptero por última vez. Una misión que ha superado los sueños más locos de sus diseñadores, marcando el camino para el futuro, y no sólo en Marte.

Han sido prácticamente tres años en los que Ingenuity ha recorrido más de diecisiete kilómetros, ha ascendido hasta a veinticuatro metros de altitud, alcanzando una velocidad máxima de treinta y seis kilómetros por hora, acumulando más de dos horas de vuelo total. Por supuesto, ha pasado por momentos malos, como la avería de un sensor de inclinación que podría haberle dejado en tierra, dificultades con su software de navegación, que se corrigieron, los cambios de estación, que provocaron que permaneciera en tierra más tiempo que el deseado, el polvo en suspensión que se posa en su panel solar, la irregular orografía que impedía comunicar con Perseverance... Hasta hizo un aterrizaje de emergencia. Su software estaba preparado para ello. Entre lo bueno, ayudó a Perseverance a navegar por el cráter Jezero, encontrando rasgos interesantes y, sobre todo, fotografió de algunos de los componentes de descenso (paracaídas, aerovaina) para comprobar su estado, durante el vuelo número 26, en abril del 2022, siendo la segunda vez que vemos algo así. 

Entonces, llegó el vuelo número 72. En pura teoría, debía ser un vuelo sencillo: simplemente despegar, permanecer en el aire a doce metros de altitud, y aterrizar. Todo en unos treinta y dos segundos. Se quería ver cuál era el estado de a bordo tras un vuelo previo más corto de lo previsto. ¿Qué pasó? Aún no hemos leído nada al respecto, la verdad; sí sabemos que, durante el descenso, la comunicación entre Ingenuity y Perseverance se cortó. Afortunadamente, se restableció a los dos días. A la semana, se anunció: no volvería a volar; su misión terminó. Para dejarlo claro, la noticia vino acompañada de una imagen del propio helicóptero, en la que veía su sombra reflejada en el suelo, revelando que dos de las puntas de las palas de fibra de carbono estaban rotas. Así, era imposible el vuelo.

Post vuelo 72: la pala dañada

Más allá de los daños, Ingenuity ha seguido funcionando, enviando telemetría, tomando imágenes... No se sabía la extensión de los daños. Sólo Perseverance era capaz de ello. Pero se encontraba lejos. La primera imagen nos llegó desde una de las MastCam-Z, en la que se le veía reposando en la cresta de una duna en medio de todo un banco de ellas (ahora llamado Valinor Hills). Ni con su zoom máximo se podía hacer más. La otra posibilidad era usar la micro cámara remota de SuperCam, y acercarse todo lo
posible. Puesto que meterse en las dunas estaba descartado... Así, en el Sol 1072 de misión, nuestras dudas sobre el estado de helicóptero se aclararon: no sólo las puntas de las palas se habían roto, había perdido la mitad de una, encontrándose ésta a varios metros de Ingenuity. Al examinar más de cerca las imágenes del helicóptero, se pueden ver alteraciones en el talco marciano alrededor. ¿Puede ser que perdiera, de algún modo el control, y las palas, girando a muy alta velocidad, tocaron el suelo, rompiéndose? Expertos, no somos, pero parece el escenario. En cuanto al por qué... ¿Tal vez fue otro problema del software de navegación, por volar sobre una zona sin accidentes reconocibles? Quién sabe.

Como experimento, sin duda Ingenuity ha sido un éxito. Como explorador en avance del rover, también. ¿Y ahora? Su misión ha finalizado definitivamente, hace unos días, de una forma que os puede parecer peculiar: en vez de un comando de apagado, con una actualización de software. ¿Con qué propósito? Para servir como plataforma estacionaria. Es cierto que ya no comunicará con Perseverance, pero despertará cada día, comprobará su estado, tomará lecturas de temperatura con sus sensores, y hasta una imagen con su cámara a color. Si, en el futuro, el ser humano llega hasta él, se encontrará con un tesoro de datos. Con recursos de memoria para aguantar, dicen, veinte años, todo depende del hardware (baterías, ordenador, calentadores) y del propio Marte, en forma de bajadas de temperatura inesperadas, acumulación de polvo en su panel solar, o peor, una tormenta de polvo. Recordamos que, cuando terminó los vuelos de prueba, escuchamos voces que sugerían enviar el helicóptero hacia donde está Curiosity. Buena idea, pero irrealizable, por dos cosas: la distancia (cualquiera que vea un mapa lo entenderá) y que el más veterano rover no podría comunicar con Ingenuity al carecer de una estación base como la de Perseverance. Las despedidas son tristes.

¿Qué nos depara el futuro? Sin ninguna duda, Ingenuity ha demostrado que el vuelo en otro planeta (con atmósfera, claro está) es posible. En la actualidad, la siguiente misión que la NASA pretende mandar al suelo de Marte es la que recogía las muestras de Perseverance. Ha dado muchas vueltas, pero
la última configuración de Mars Sample Return (MSR para los amigos) pretende usar dos helicópteros de diseño mejorado, de un tamaño algo mayor, con un brazo y pinzas para agarrar, y diminutas ruedas en los extremos de sus patas de aterrizaje. ¿Los veremos volar? MSR es, en la actualidad, un proyecto discutido, principalmente por un presupuesto desbocado. Quieren reducirlo sustancialmente, llamando a la industria y fomentando las ideas innovadoras. Si se lanza para el 2030 debería volver con las muestras antes del 2040. Si querían ideas innovadoras, no haber cancelado, en su día, el programa New Millenium. 

Sí veremos volar, pero en Titán, a la ambiciosa misión Dragonfly. Mira que ha dado vueltas. Entre la dichosa pandemia, recortes de presupuestos, otras prioridades y rumores, al final despegará en el 2028, es decir, dos años más tarde de cuando se anunció su selección, y para llegar antes, usará un lanzador de mayor potencia (aún por escoger, la NASA paga). Así, su tarea empezaría en el 2034. Si no fuera por decisiones ajenas al proyecto, puesto que su desarrollo va como la seda, la fecha original se hubiera mantenido. Sólo ahora la NASA la ha confirmado al cien por cien, pasadas las revisiones críticas obligatorias.

De todo se aprende, e Ingenuity ha supuesto toda una escuela de cómo desarrollar, probar, volar y solucionar problemas en un vehículo aéreo enviado a otro mundo. Los hermanos Wright estarían orgullosos.