Seguramente os preguntaréis: ¿por qué ha hablado de la Voyager 2 antes que de la Voyager 1? Sencillamente, porque la Voyager 1 fue lanzada 16 días después que su gemela. Pronto sabréis por qué.
La costumbre de la NASA era la de enviar dos sondas, ya que así se reducía la probabilidad de fracaso absoluto si se enviaba solo una sonda y ésta fallaba. Además, los presupuestos abultados de esa época (nada comparado con lo de ahora) permitían este formato de misiones. Por lo tanto, para el programa Mariner Jupiter/Saturn, como en casi todo el programa Mariner (salvo las Mariner 5 y 10) la misión contaría con dos sondas idénticas. Luego, cuando ya recibió su más apropiado nombre, las Voyager ya habían variado lo suficiente de sus antecesoras como para recibir un nombre propio.
No hay diferencias entre una sonda y otra. Ambas portan los mismos 10 experimentos, poseen idéntica estructura decagonal con la antena parabólica atrás, con los tres mástiles (el de la instrumentación, el de generación de energía, y el del magnetómetro), y por supuesto, el célebre disco de oro. Con la tecnología de la época, y al ser una sonda que con el tiempo saldría del sistema solar hacia la galaxia, al igual que en las Pioneer 10 y 11, se decidió colocar un mensaje a los futuros extraterrestres que pudieran encontrarse con el vehículo. La diferencia es que mientras las Pioneer llevaban una placa rectangular, las Voyager no solo incluirían una placa, sino que dentro de esa placa iba un disco de oro, con una hora y media de audio y vídeo. Ese disco, es de tipo vinilo (o sea, es un disco de vinilo pero fabricado en oro), y grabado en él están los saludos del Secretario General de la ONU, el Presidente de los EE.UU (los de la época), varias obras de música clásica, un saludo en varios idiomas diferentes, imágenes de varios paisajes terrestres, sonidos de la Tierra, otras imágenes de seres vivos de este planeta, entre otras cosas. El disco iría dentro de la placa que se colocaría en uno de los lados del decágono de electrónica, y en él se incluían varios esquemas de cómo encontrar el sistema solar y la Tierra. Además había instrucciones para leer el disco, incluyendo el tipo de aguja que hacía falta. Todo esto fue seleccionado por un comité dirigido por Carl Sagan.
La Voyager 1 fue lanzada el 5 de septiembre de 1977. En el lanzamiento hubo un problema, ya que el quemado de combustible de la segunda fase hizo perder velocidad a la sonda durante el despegue, y se temía que la sonda no pudiera llegar a Júpiter. Finalmente, un encendido más enérgico de la etapa Centauro del cohete Titan proporcionó la velocidad que faltaba y la Voyager 1 inició su camino hacia el sistema solar exterior sin contratiempos.
La razón de que la Voyager 1 fuera lanzada dos semanas después de su gemela está en su trayectoria. Se había diseñado una trayectoria más directa, más rápida, y aunque se lanzara después, con el tiempo la Voyager 1 adelantaría a la Voyager 2. Así fue, y cuando ambas sondas estaban dentro del cinturón de asteroides, el 19 de diciembre de 1977, la sonda se colocó primera en la carrera hacia el hermano mayor del sistema.
El 5 de marzo de 1979, cuatro años y pico después de la visita de la Pioneer 11, la Voyager 1 alcanzó Júpiter. Inmediatamente, las cámaras de la Voyager empezaron a ver un planeta mucho más dínamico que la cámara fotopolarímetro de las Pioneer nos enseñó. Por todas partes se veían nubes en movimiento, tormentas ciclónicas, etc. Pese a pasar a unos 200.000 km. más lejos, sus cámaras revelaban muchísimos más detalles. Pasó a 349.000 km. de las capas altas de la atmósfera, y cerca de algunos de los satélites galileanos. Sobre todo, llamó la atención Io. Su superficie era carente de cráteres, mientras que por toda su superficie parecía haber un número indeterminado de lo que parecían que eran unos respiraderos, puede que volcánicos. Y cuando ya andaba algo lejillos del satélite, observó una nube de material ascendiendo por detrás de Io. Se supuso que era una erupción, pero los datos limitados no permitieron confirmarlo hasta la llegada de su gemela. También pareció distinguir lo que parecía un anillo, pero tampoco se obtuvo confirmación hasta que la Voyager 2 pasó y lo fotografió. Sobre los otros tres galileanos, en Europa, lo poco que vió, por la superficie solo vio líneas, y supusieron que eran fallas. Pocas imágenes claras realizó. En Ganímedes y Calixto si realizó imágenes claras, viendo planicies craterizadas en el primero, y una absoluta craterización en el segundo. En cuanto al planeta, estudió su atmósfera, su magnetosfera, su emisión de radio y sus cinturones de radiación. Fue un buen trabajo, complementado cuatro meses después por la Voyager 2.
Tras la asistencia gravitatoria joviana, se puso rumbo a Saturno. Su fecha prevista de llegada era el 12 de noviembre de 1980. Antes, el 1 de septiembre de 1979, la Pioneer 11 se aproximó al planeta de los anillos, recolectando datos valiosísimos sobre el ambiente saturniano, como avanzadilla de la investigación de las Voyager. Además de revisar los anillos (y comprobar que incluso en las divisiones había material) transmitió las primeras imágenes y datos de Titán, revelando un mundo frío bajo su atmósfera.
Para el acercamiento a Saturno, y su posterior misión, había dos probabilidades. Una, realizar el acercamiento sin detenerse en ningún sitio, para luego alcanzar Plutón, o dos, aprovechando la visita saturniana, realizaría un sobrevuelo cercano a Titán para intentar resolver sus misterios. Tras los datos de la Pioneer 11, se optó por la segunda. Finalmente la fecha se cumplió, y la Voyager 1 pasó a 124.000 km. de las capas altas de la atmósfera del planeta, para luego realizar el sobrevuelo a Titán. A la luna gigante de Saturno se acercó a unos 10.000 km. pudiendo tomar imágenes de la capa permanente de nubes de metano del satélite. Pudo cuantificar cuan frío era Titán, pero aún con un buen equipo de cámaras, como el que portaba, era imposible saber qué había debajo. Con esa decepción, la Voyager 1 se escapó de la eclíptica, debido a la velocidad extra proporcionada por la asistencia gravitatoria realizada en Saturno. Aún así investigó las atmósferas de Saturno y Titán, investigó el campo magnético del planeta, los anillos, y empezó las cartografías de varios satélites, como Mimas (revelándonos su mayor estructura), Tetis, Dione y Rea, además de encontrar entre los anillos algún otro satélite. Entonces, la sonda viró hacia el espacio interestelar, realizando todavía imágenes bellas del señor de los anillos.
Con su misión interplanetaria finalizada, comenzó la tarea de estudiar el ámbito interplanetario, investigando el viento solar y los rayos cósmicos. Sus cámaras, sin embargo, se volvieron a encender una última vez, el 14 de febrero de 1990, para realizar el que ha sido el primer “retrato de familia” del sistema solar, desde los exteriores de nuestra parcela galáctica (tiempo después, en el 2011, la Messenger realizó el segundo, esta vez desde el profundo interior del sistema solar). Tiempo después, el 17 de noviembre de 1998, adelantó a la Pioneer 10, convirtiéndose en la sonda que más lejos ha llegado allí arriba. La Pioneer 10 va en dirección opuesta, pero la mayor velocidad de la Voyager 1 hizo que se produjera este fenómeno. Con el tiempo ha ido apagando instrumentos, para conservar electricidad, los últimos el UVS, el PRA y el PLS. Actualmente se encuentra estudiando la heliopausa, tras atravesar la onda de terminación. Como la Voyager 2, ha dejado de medir viento solar, y es de suponer que en los próximos meses entre en el espacio interestelar. A una velocidad de 17 km/s, es actualmente el artefacto humano más veloz, y ni siquiera la New Horizons podrá alcanzarla. Si la quieres situar en el espacio, mira hacia el cielo y busca la constelación de Ophiuchus. Allí la encontrarás, rumbo a la estrella más cercana a la Tierra, Proxima Centauri. Una señal emitida desde la Tierra, y su correspondiente respuesta tarda en recorrer la distancia, ida y vuelta, en unas 29 horas, puede que algo más. Allí sigue, enviándonos su inconfundible susurro, y se espera que siga así hasta el 2025, cuando sus tres RTG’s no generen la suficiente energía ni para el transmisor de la sonda. Sin duda, el programa Voyager ha sido (y es) el más exitoso, o uno de ellos, de la historia.
Con su misión interplanetaria finalizada, comenzó la tarea de estudiar el ámbito interplanetario, investigando el viento solar y los rayos cósmicos. Sus cámaras, sin embargo, se volvieron a encender una última vez, el 14 de febrero de 1990, para realizar el que ha sido el primer “retrato de familia” del sistema solar, desde los exteriores de nuestra parcela galáctica (tiempo después, en el 2011, la Messenger realizó el segundo, esta vez desde el profundo interior del sistema solar). Tiempo después, el 17 de noviembre de 1998, adelantó a la Pioneer 10, convirtiéndose en la sonda que más lejos ha llegado allí arriba. La Pioneer 10 va en dirección opuesta, pero la mayor velocidad de la Voyager 1 hizo que se produjera este fenómeno. Con el tiempo ha ido apagando instrumentos, para conservar electricidad, los últimos el UVS, el PRA y el PLS. Actualmente se encuentra estudiando la heliopausa, tras atravesar la onda de terminación. Como la Voyager 2, ha dejado de medir viento solar, y es de suponer que en los próximos meses entre en el espacio interestelar. A una velocidad de 17 km/s, es actualmente el artefacto humano más veloz, y ni siquiera la New Horizons podrá alcanzarla. Si la quieres situar en el espacio, mira hacia el cielo y busca la constelación de Ophiuchus. Allí la encontrarás, rumbo a la estrella más cercana a la Tierra, Proxima Centauri. Una señal emitida desde la Tierra, y su correspondiente respuesta tarda en recorrer la distancia, ida y vuelta, en unas 29 horas, puede que algo más. Allí sigue, enviándonos su inconfundible susurro, y se espera que siga así hasta el 2025, cuando sus tres RTG’s no generen la suficiente energía ni para el transmisor de la sonda. Sin duda, el programa Voyager ha sido (y es) el más exitoso, o uno de ellos, de la historia.
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