Phoenix, un tributo

miércoles, 14 de agosto de 2013

Aventureras del sistema solar: Venera 7



Tras diversas misiones ya con éxito después de Venera 4, el siguiente paso era el de alcanzar la superficie venusina y transmitir información desde allí. Como pusieron de relieve todos los vehículos anteriores, el diseño debía ser reforzado para poder sobrevivir, al menos durante unos minutos, y así relatarnos las condiciones que existen en tan hostil entorno. De esta manera, aprovechando el diseño de las misiones anteriores, la base se aprovechó para incrementar el grosor de los paneles externos. Con esto se confiaba en conseguir los objetivos de la misión.

Con la designación 3V (V-70), tanto el diseño del bus como el del lander se basaban en el de las misiones precedentes: la fase de crucero se centraba en una estructura cilíndrica de cuyos lados nacían dos paneles solares que alimentaban las baterías tanto del bus como del lander. Durante el viaje estaba estabilizado en sus tres ejes usando un sensor solar, un sensor terrestre y un sensor estelar. También equipaba la propulsión para las correcciones de rumbo, los sistemas de comunicaciones y el ordenador de vuelo. En cuanto la cápsula de aterrizaje, aunque visiblemente resultaba idéntica a las de las lanzadas anteriormente, se rediseñó para soportar hasta 180 atmósferas terrestres y 540ºC. Disponía de todo lo necesario para funcionar (ordenador, sistema de comunicaciones), un sistema para mantener el interior lo suficientemente frío, y por supuesto el paracaídas de descenso. En cuanto a la instrumentación,
resultaba escaso. El bus solo estaba equipado con dos experimentos: un detector del viento solar y un detector de rayos cósmicos. Por su parte, el lander también disponía de dos sistemas, los básicos para conocer las condiciones en la superficie: un termómetro de resistencia y un barómetro. Esta información era importante para ayudar a diseñar los siguientes vehículos. Una vez el conjunto quedaba unido y preparado para el despegue, el conjunto desplazaba una masa de 1180 kg.

Como los proyectos anteriores, se construyeron dos vehículos idénticos, por si fallaba una la segunda cumpliría la misión. El vehículo de lanzamiento para cada misión era el Molniya de tres etapas. La primera de las dos sondas fue elevada sin problemas el 17 de agosto de 1970, conociéndose posteriormente en Venera 7. La segunda nave no tuvo tanta suerte: la etapa superior falló, y el vehículo (nombrado como Kosmos 359) quedó en órbita terrestre, y días después reentró en la atmósfera. Total, los esfuerzos se centraron en la restante.

Tras dos maniobras de corrección de rumbo (2 de octubre y 17 de noviembre), la sonda alcanzó Venus el 15 de diciembre. Antes de ser liberado, el interior del lander fue enfriado a temperatura bajo cero para asegurar su funcionamiento ya en superficie. Después de ser expulsada, la cápsula entró en contacto con la atmósfera venusina a 135 km. de altitud sobre su superficie. El rozamiento atmosférico eliminó gran parte de la velocidad, y la densidad de la atmósfera hizo lo propio hasta que el paracaídas se desplegó a unos 60
km. de altitud, momento en el cual Venera 7 comenzó a transmitir, y así lo hizo durante los 35 minutos que duró el descenso. A 10 metros de la superficie, el cable del paracaídas se rompió, y la sonda cayó a la superficie, perdiéndose así la señal. Después de intentarlo todo, se perdió la esperanza de recuperar algo de la sonda.

Varias semanas después, se decidió investigar el ruido de fondo grabado tras el aterrizaje de Venera 7. Como los grabadores habían estado encendidos durante bastante tiempo, se esperaba encontrar alguna señal que pudiera indicar que la sonda había sobrevivido. Los resultados fueron positivos. Tras pasar las cintas por un complejo procesado por ordenador, encontraron que Venera 7 había transmitido datos durante otros 22 minutos 58 segundos hasta que sucumbió al entorno venusino. La señal no era más que un 1% de la señal esperada desde la antena de media ganancia de la sonda (probablemente porque había rebotado y caído sobre un lado), aunque por suerte incluía la información de su instrumental. Venera 7 había aterrizado en el lado nocturno de Venus, y aún así la temperatura era de 475ºC (con un margen de más/menos 20 ºC) y había una presión atmosférica de 90 (más/menos 15) atmósferas terrestres. Esta información confirmaba todo lo que sondas como Mariner 2 y 5 (en 1962 y 1967) habían registrado desde el espacio. Las coordenadas aproximadas de aterrizaje de la sonda son 5º latitud sur, 351º longitud este.

Si el objetivo era el de hacer ciencia comprensible en la superficie de Venus, la información que proporcionó Venera 7 resultó crucial. Dos años después, con Venera 8 se obtuvo nueva información de vital importancia, ya que no solo aterrizó en la cara solar, incorporaba un fotómetro que confirmó que había suficiente luz como para que se pudieran tomar fotografías de la zona de aterrizaje. De esta manera, todo esto allanó el camino para que en 1975 se obtuvieran las primeras imágenes claras desde la superficie de otro planeta.

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