La estructura interna de los cuerpos del sistema solar lleva
obsesionando a los científicos bastante tiempo. Cuerpos rocosos, esferas de
gas…, en nuestra parcela galáctica existe una interesante variedad. Con el
lanzamiento de los satélites terrestres y las sondas espaciales a los distintos
destinos posibles, surgió la posibilidad de caracterizar los primeros detalles
de la estructura interior. De esta manera, además de los experimentos que
cargaban las naves, se podían adquirir datos científicos usando la propia radio
de la nave. El desarrollo de los más potentes transmisores en banda-X
(estrenados por Mariner 10) y grandes
mejoras en el equipamiento de recepción en las antenas terrestres, permitió
medir cambios en la velocidad del vehículo que resultan inconcedibles. Así, a
través de la ínfima variación en la velocidad, se pueden realizar estudios acerca
de la gravedad de un cuerpo y, a partir de ellos, realizar un modelo de la
estructura interna. Sin embargo, la pregunta es: ¿sirve éste método en la
superficie de un planeta o satélite?
A pesar de haber colocado vehículos en las superficies de la Luna,
Venus y Marte, o las misiones eran demasiado breves, o estaban centradas en
otros menesteres, o sus equipos de radio eran poco potentes. Por ello, tuvimos
que esperar a 1997, cuando Mars
Pathfinder alcanzó Ares Vallis. Cargaba un potente transmisor (herencia
directa de Cassini), y llegó a Marte
en una época en la que no existía ninguna misión.
Mars Pathfinder, vista con el tiempo, fue la avanzadilla, y desde
ese tiempo hasta esta parte, hemos ido aumentando exponencialmente nuestros
conocimientos. La suerte de esta pequeña sonda fue que durante los meses de
julio y agosto, y parte de septiembre de 1997, fue la única que funcionó, y por
lo tanto se le dedicaba plena atención. De esta manera, su señal de radio se podía
seguir casi continuamente desde que aparecía en un lado del planeta hasta que
se ocultaba en el otro. A pesar de solo funcionar 83 días (se esperaba que
pudiera llegar al año) el seguimiento de sus comunicaciones permitió calcular
la velocidad de rotación del planeta (facilitado porque estaba casi en el
ecuador) y con ello, se pudo hacer una estimación del tamaño del núcleo
marciano, dando el sorprendente resultado de que el tamaño es similar al
terrestre en proporción. Para obtener conclusiones definitivas, hacían falta al
menos seis meses de emisión directa a las antenas terrestres, pero las
características de las misiones que llegaron posteriormente no hacían fácil que
este experimento se pudiera realizar. Sin embargo, con los MER, surgieron
oportunidades de ciencia inesperadas. La desconcertante longevidad de estos dos
todoterrenos permitió aumentar sus objetivos. Finalmente, tras ocho años de
recorrer la superficie marciana, Opportunity
alcanzó su meta definitiva, el cráter Endeavour. Llegó justo cuando el invierno
empezaba, y llevaron a este aguerrido todoterreno a una ladera inclinada donde
la cual pudiera sobrevivir. Aprovechando la coyuntura, decidieron realizar
parte del experimento, a base de enviar una señal de radio directamente hacia
la Tierra. De los 150 soles que tuvo oportunidad de realizarlo, solo pudo
aprovechar la mitad de los días para ello, proporcionando pocas conclusiones.
De esta manera, si se quiere hacer un estudio serio sobre el tema, es necesaria
una sonda especialmente dotada para ello.
Entre las propuestas presentadas para el programa Discovery, estaba el
proyecto de GEMS, Estación de Monitorización
Geofísica marciana. Utilizando instrumentos más o menos herencia de aquellos
que las misiones Apollo dejaron en la
superficie lunar, se pretendía hacer un estudio completo del interior marciano,
pero que serviría para aplicarlo directamente al resto de cuerpos telúricos del
sistema solar interior, incluyendo la Luna. GEMS
llegó a la final, compitiendo con TiME
(Explorador de los Mares de Titán), una misión para, por primera vez, colocar
un barco que navegara por uno de los lagos del polo norte del satélite gigante
de Saturno y estudiarlo in situ, y Chopper,
una misión cometaria muy curiosa que pretendía estudiar el 46P/Wirtanen (el
perdido objetivo de Rosetta) a base
de entrar en su órbita para, desde allí, posarse en él, elevarse, volverse a
posar, y así sucesivamente a lo largo de la órbita del cometa. Finalmente, el
20 de agosto del 2012, se decidió elegir GEMS,
principalmente por ser una misión de poco riesgo y, sobre todo, la más
económica de las tres.
Renombrada como InSight (Exploración Interna usando Investigaciones
Sísmicas, Geodesia y Transporte de Calor) en marzo del 2012, supone el regreso
del programa Discovery a Marte después de 20 años, tras Mars Pathfinder. El nombre de la misión no solo tiene el
significado del acrónimo. En inglés, InSight
quiere decir detalle, como queriendo decir que con esta misión se obtendrán los
detalles necesarios para hacer un estudio general sobre la evolución de los
cuerpos terrestres del sistema solar interior. Para conseguirlo, usará
instrumentos especiales desarrollados durante largo tiempo, y una estructura y
tecnologías perfectamente probadas en misiones anteriores al sistema solar.
Para hacer realidad InSight,
se ha usado la base del último aterrizador estático que llegó a Marte: Phoenix. De esta manera, la estructura,
paneles solares, brazo robot, sistema de descenso y tren de aterrizaje son
tiene dos
secciones, y está elaborado en aluminio y titanio, resultando ser muy ligero
(3.4 kg.). Se trata nada menos que la unidad construida para Mars Surveyor 2001 Lander, almacenada en
el JPL en condiciones de sala limpia tras su cancelación. Posee un mecanismo de
agarre (unido al brazo mediante un acoplamiento flexible) para poder situar el
instrumental en la zona seleccionada, y una pala para remover el terreno. Para
ello, porta una cámara (IDC, Cámara de Despliegue de Instrumentos) montada en la
segunda sección, justo delante de la junta entre las dos mitades del brazo.
Para hacer el proyecto más barato, esta cámara es idéntica a las cámaras de
navegación de Spirit, Opportunity o Curiosity, es decir, que es una cámara CCD, montada para adquirir
imágenes en tres dimensiones y tener panoramas de la zona de aterrizaje para
poder decidir la zona más apropiada en la que situar el instrumental, y además
incorpora una tapa para evitar su contaminación durante la fase de descenso
propulsado. Este sistema tiene una configuración refractiva, con una apertura
de 1.25 milímetros, y una longitud focal de 14.67 mm. (f/12), sirviendo a un CCD de 1024 x 2048 píxels, siendo los
primeros 1024 x 1024 para la obtención de la imagen, y el resto, para
almacenamiento previo a su envío a la memoria de la sonda. Es capaz
de ver de 0.5 metros al infinito, con un enfoque óptimo a un metro de
distancia, y puede ser apuntada en cualquier dirección, para así poder tomar panoramas completos del paisaje. Una segunda cámara, de nombre ICC (Cámara de Contexto de
Instrumentos), y de diseño heredado de las hazcam de los MER o de MSL (similar
a las otras, e incorpora lente de ojo de pez permitiendo un campo de visión
horizontal/vertical de 124º x 124º y uno diagonal de 180º) ha sido situada en
la parte inferior del lateral de la sonda, apuntando a la zona de trabajo del
brazo robot y controlar lo que se hace. Dispone de una apertura de 0.37 mm. y
una longitud focal de 5.58 mm. (f/15),
sirviendo a un CCD idéntico al de la IDC. Se diseñó para proporcionar una
visión desde 0.10 metros al infinito, con un enfoque óptimo a 0.5 metros de
distancia. También proporcionarán panorámicas para estudios de geología de la
zona de aterrizaje. Lo más interesante, y lo que les diferencia de sistemas
anteriores (y después de las increíbles imágenes a color proporcionadas por Curiosity) es que se ha acoplado al
sensor de cada cámara un filtro Bayer, de manera que serán capaces de captar imágenes
a todo color del entrono que les rodea, sirviendo además de prueba para las
cámaras que llevará el próximo rover, previsto para ser lanzado allá por el año
2020. Dos son los experimentos que incorpora InSight. SEIS, Experimento Sísmico para Estructura Interna, está
diseñado para captar las ondas sísmicas que produzcan los posibles terremotos
que se den en el subsuelo marciano, así como otros fenómenos de actividad
interna para completar un estudio en profundidad de la estructura interior y
conseguir detalles sobre la historia evolutiva del planeta. Está compuesto por distintos sistemas: el módulo
sensor propiamente dicho (con los sensores VBB,
sensor de Banda Muy Ancha, SP, sensor de Periodo Corto, y LVL, sistema de
Nivelado) conectado a InSight mediante
un cable, la caja de electrónica dentro de la sonda, y una pequeña estructura
tipo domo de dos secciones (WTS, Escudo de Viento y Termal, y RWEB, Envuelta
Remota de Electrónica Caliente), y solo el módulo sensor y la envuelta
protectora quedarán colocados en la superficie. El escudo es necesario porque
los sensores son enormemente sensibles, y podrían estar afectados por las
inclemencias de la meteorología marciana, y el contenedor que almacena los sensores está cerrado al vacío, para evitar más interferencias. De hecho, este elemento es el que provocó el retraso en el lanzamiento, al no poder retener el vacío, y se ha tenido que construir uno nuevo que sí superó la prueba. Es capaz de registrar desplazamientos del terreno menores al diámetro de un átomo de hidrógeno. La agencia espacial francesa CNES ha
proporcionado este instrumento, desarrollado en colaboración con el Institute
de Physique du Globe de Paris (IPGP), el Instituto Federal Suizo de Tecnología
(ETH), el instituto Max Planck para Investigación del Sistema Solar, el Imperial College de Londres y el JPL. HP3, Paquete de Flujo de Calor y Propiedades Físicas, consiste en una sonda de conductividad de calor que, colocada en la punta de
un taladro que perforará 5 metros bajo la superficie,
tratará de detectar la cantidad de calor que proviene del núcleo, y a partir de
esas medidas, determinar la historia termal del planeta. Está compuesto por la
caja de electrónicas situada en el interior de la sonda y el módulo que se
colocará en la superficie. Dentro de esta estructura está el mecanismo de
taladrado (denominado el Mole, tipo amartillado, que equipa sensores de
conductividad termal y sensores de inclinación estáticos) y un cable de unos 6
metros que dispone en toda su longitud 14 sensores de temperatura para
mediciones del gradiente termal. Acompañándolo, y acoplado en uno de los
laterales de InSight, va un
radiómetro infrarrojo (con 2x3 canales empleando sensores de termopila), para
tomar lecturas de la temperatura superficial. Es proporcionado por el Centro Aeroespacial
Alemán DLR. Además, existe una tercera investigación: RISE, Experimento de Rotación
y Estructura Interna, que es un sistema de radiociencia que usa un
transpondedor estándar SDST de banda-X y otros elementos asociados (repitiendo
la misma configuración que la de los MER) conectado a dos antenas de media ganancia tipo cuerno, situadas en los extremos opuestos de la plataforma de la
sonda, para realizar el cálculo exacto de la velocidad de rotación marciano y
así comprender la estructura interna de Marte. Su uso no solo será científico, como sistema de radio que es, será usado para recibir comandos directamente desde el control y, en algunos casos, retorno de telemetría y datos. Y para acabar, se incorporó el
APSS, Juego de Sensores Auxiliares de Carga útil. En esencia es un paquete
meteorológico compuesto por un magnetómetro (IFG, sensor de Núcleo Saturado de InSight) situado en uno de los bordes
exteriores de la estructura de la sonda; un sensor de presión de alta
resolución que se encuentra situado en el centro de la plataforma, y de los
sensores de temperatura y viento TWINS (Temperatura y Viento para InSight), en esencia los repuestos de
los pequeños sensores desarrollados para Curiosity,
que incorporan un termistor y dos transductores de lámina caliente por mástil,
quedando colocados en lados opuestos de la plataforma, 50 cm. por encima de
ella. Como último añadido, LaRRI, Retroreflector Láser para InSight, en esencia la repetición del elemento INRRI que voló en el lander europeo Schiaparelli, que no tuvo fortuna en su desembarco marciano en octubre del 2016. El peso total del conjunto es de
358 kg.
InSight será lanzada el 5 de
mayo mediante un Atlas-401 desde la base californiana de Vandenberg, y tras
un viaje de crucero de seis meses, realizando una trayectoria de transferencia tipo 1 (es decir, completa un arco alrededor del Sol de menos de 180º), amartizará en la zona oeste de Elysium Planitia (coordenadas 4.5º latitud norte, 136º longitud este) el 26 de noviembre, justo al norte del cráter Gale. Comparado con el proceso de entrada, descenso y aterrizaje de Phoenix en el 2008, hay varios cambios: la velocidad de entrada atmosférica será mayor, la masa del conjunto de aterrizaje también es mayor, InSight amartizará a mayor altitud (por lo que habrá menos atmósfera para frenar), y aterrizará durante el otoño en el hemisferio norte, posible temporada de tormentas de polvo. Por ello, se han efectuado algunos cambios: el escudo de reentrada es más grueso (más material ablativo, para un mayor frenado, y para soportar probables impactos de partículas de polvo), el paracaídas se abrirá a mayor velocidad, por lo que las líneas de suspensión usarán un material más resistente. Como es alimentada por energía solar, y debido a los requerimientos de medición de RISE, este destino es una obligación. Una vez en la superficie, y tras comprobar que la sonda funciona correctamente, será el momento de desplegar los instrumentos.
un viaje de crucero de seis meses, realizando una trayectoria de transferencia tipo 1 (es decir, completa un arco alrededor del Sol de menos de 180º), amartizará en la zona oeste de Elysium Planitia (coordenadas 4.5º latitud norte, 136º longitud este) el 26 de noviembre, justo al norte del cráter Gale. Comparado con el proceso de entrada, descenso y aterrizaje de Phoenix en el 2008, hay varios cambios: la velocidad de entrada atmosférica será mayor, la masa del conjunto de aterrizaje también es mayor, InSight amartizará a mayor altitud (por lo que habrá menos atmósfera para frenar), y aterrizará durante el otoño en el hemisferio norte, posible temporada de tormentas de polvo. Por ello, se han efectuado algunos cambios: el escudo de reentrada es más grueso (más material ablativo, para un mayor frenado, y para soportar probables impactos de partículas de polvo), el paracaídas se abrirá a mayor velocidad, por lo que las líneas de suspensión usarán un material más resistente. Como es alimentada por energía solar, y debido a los requerimientos de medición de RISE, este destino es una obligación. Una vez en la superficie, y tras comprobar que la sonda funciona correctamente, será el momento de desplegar los instrumentos.
Esta es la primera vez que se elige un área de aterrizaje en Marte sin
tener en cuenta la ciencia que la región puede proporcionar. Todos los
requisitos han sido de ingeniería: adecuada energía solar, un lugar escaso de
rocas grandes, sin grandes desniveles, con suficiente atmósfera para decelerar la sonda durante la entrada,
y una inercia termal alta. Aunque existen regiones
marcianas con muchos de estos requisitos, solo diversas áreas de la provincia
de Elysium los reúne todos, y empleando todas las bases de datos existentes (Viking, MGS, Mars Odyssey y MRO) así como imágenes de muy alta
resolución (HiRISE de MRO) se ha
seleccionado la más prometedora de todas. La elipse dada para su amartizaje es
de 139 x 27 km.
La misión de InSight se
espera que dure un año marciano, aproximadamente dos terrestres. Cuando los
experimentos estén en la superficie y funcionando (unas 10 semanas tras el
aterrizaje), tratará de responder cuestiones fundamentales, no acerca de Marte
en exclusiva, sino que es extensiva al resto de cuerpos del sistema solar
interior. De esta manera, intentará comprender la formación y evolución de los
planetas terrestres a través de la investigación de la estructura interna y los
procesos de Marte, y para ello calculará el tamaño, determinará la composición
y el estado físico (si sólido o líquido) del núcleo marciano; el grosor y la
estructura de la corteza; composición y estructura del manto; y estado termal
del interior. Además, y en exclusiva para Marte, establecerá el nivel actual de
actividad tectónica de Marte (magnitud, ratio y distribución geográfica) junto
con el ratio de impacto de meteoritos con la superficie. Su orientación en superficie también será muy importante: al aterrizar en el hemisferio norte, resulta imprescindible que el área de trabajo carezca de sombras, por lo que ésta estará orientada al sur, con los paneles solares (y las antenas de RISE) en dirección este y oeste. De esta forma, las sombras siempre se verán en el lado norte de la zona de aterrizaje, para evitar cambios de temperatura que afecten a SEIS y HP3. Mientras que la colocación de SEIS y su escudo será bastante directa (aún así se tardarán varios soles en completar toda la operación), la de HP3 será más larga, porque tendrá que enterrarse (dependiendo del terreno, podrá estar a entre 3 y 5 metros bajo la superficie), y lo hará por fases, para evitar un exceso de calentamiento en la punta. Una vez todo quede situado donde debe, la misión pasará a ser más tranquila, lejos de la excitación que producen los vehículos autopropulsados.
¿Por qué en Marte? La respuesta es sencilla: es el cuerpo más conocido
del sistema solar, y usando la base de Phoenix,
de fácil acceso. En Venus, esta misión resultaría impracticable por las
durísimas condiciones que se dan en su superficie. En Mercurio, el excesivo
calor solar provocaría que cualquier cosa que mandáramos a su superficie dejara
de funcionar en horas. Y en la Luna, como todavía funcionan los experimentos
sísmicos dejado por Apollo, la
elección es obvia. Así, cuando su misión finalice, se podrán combinar sus datos
(hasta 30 GB se esperan recoger) con el archivo similar que se tiene a partir
de las misiones Mariner 10 y MESSENGER (Mercurio), Magallanes (Venus), GRACE y GOCE (Tierra), Lunar Prospector y GRAIL (Luna), y Mars Pathfinder,
Mars Global Surveyor, Mars Reconnaissance Orbiter y Opportunity. Con todo ello, se hará una
comparación para encontrar pautas similares en todos estos cuerpos para así
realizar unos modelos más precisos y una cronología de la formación del sistema
solar interior.
InSight es la penúltima
misión de la NASA en su programa de misiones a Marte. Con cada vez menos
presupuesto (asignado al telescopio espacial James Webb), la agencia se aleja cada vez más del rincón que más
éxitos le ha proporcionado. Son malos tiempos, no hay duda.
Hay que decir que InSight no
viajará sola al planeta rojo. En noviembre del 2014, la NASA aprobó el
transporte de dos sondas interplanetarias de reducidas dimensiones. Se trata de
unos vehículos de unas dimensiones tan reducidas que se les denomina
picosatélites, o más célebremente, Cubesats. Cada Cubesat es, como la propia
denominación indica, satélites cúbicos, con unas medidas de 10 x 10 x 10 cm., y
pesando apenas 1.3 kg., eso sí, incorporando todo lo necesario para funcionar.
De hecho, esto no es más que el modelo básico, ya que dado su diseño,
enormemente modular y capaz de adaptarse a cualquier requisito, puede estar
formado por más de un Cubesat. Así, dependiendo del número de módulos que
lleve, tiene cada uno una denominación: 1U es el básico, 2U emplea dos, y así
sucesivamente. El caso es que nunca han salido de la órbita terrestre, y a
pesar de que tienen el potencial de realizar exploraciones de espacio profundo
a un coste muy bajo (se han realizado talleres y conferencias al respecto, con
muchos planes de misión), hay que demostrar que valen para el cometido. Los
Cubesats en órbita terrestre se han empleado básicamente para demostración
tecnológica, y son misiones que apenas duran unos días o semanas, estando
protegidos por la magnetosfera terrestre. El problema es que las electrónicas
de los Cubesats son de un tipo más que probado en órbita terrestre, pero que
aún no han visto el entorno interplanetario. Al fin, la NASA se ha decidido a
demostrar el concepto a la primera oportunidad, y aprovechando una
circunstancia. A diferencia del proceso de entrada, descenso y aterrizaje de Curiosity (que era capaz de emitir
señales en banda-X directamente hacia la Tierra mediante una serie de antenas
de baja ganancia) InSight tiene una
masa limitada y es incapaz de transmitir a casa directamente la información del
proceso. Eso sí, lo hace mediante transmisiones UHF que serán recibidas por el
relé Electra de MRO, pero esta
información tardará más de una hora en ser emitida a consecuencia del gran
orbitador marciano. Por ello, aprovechando los Cubesats, se ha ideado una forma
de hacer llegar estas transmisiones empleando otros intermediarios. Estas
pequeñas sondas espaciales que volarán con InSight
se han llamado MarCO (Mars Cubesat
One), y su misión, una vez en las cercanías de Marte, es la de recibirlas para
inmediatamente después transmitirlas a la Tierra. Parece sencillo, pero no lo
es.
Los dos diminutos MarCO se
han diseñado cada uno para poseer una configuración doble de 6U, una al lado de
la otra, con unas medidas de 36.6 x 24.3 x 11.8 cm., más o menos lo que una maleta de
ejecutivo, incorporando en su interior todo lo necesario para funcionar.
Disponen de lo imprescindible: ordenador, control termal, generación de
energía, comunicaciones, control de actitud e incluso propulsión. Serán
vehículos estabilizados en sus tres ejes, y serán capaces de maniobrar por sí
solos empleando un sistema de propulsores de gas frío. Para la generación de
energía dependerán de dos paneles solares desplegables con células de última
tecnología y una batería interna. El sistema crucial de la misión será el de
comunicaciones. Se ha diseñado un sistema de comunicaciones de frecuencia dual
que apenas ocupa lo que una pelota se softball. La frecuencia
primaria es la de
banda-X con un enlace bidireccional, para recibir comandos y para emitir
telemetría. Para ello contará con antenas de baja y media ganancia (fijas sobre
la estructura), además de la de alta ganancia, un conjunto reflector plano
desplegable. Este sistema es un desarrollo novel, que aunque en apariencia
simple, se le ha trabajado lo suficiente para funcionar como si se tratara de
un reflector parabólico, habitual en las misiones de espacio profundo. La otra
frecuencia, naturalmente, es la UHF, que trabajará solo para recibir, empleando
una antena dedicada. Estas dos últimas antenas están posicionadas en lados
opuestos de su estructura, de manera que una mirará a Marte, y la segunda
apuntará a la Tierra. La masa a plena carga de cada una será de 14 kg.
Durante el despegue estarán dentro de dispensadores especiales,
acoplados a la sección inferior de la etapa Centaur
del Atlas-V, rodeando su propulsor.
Una vez acabe la tarea propulsiva del Centaur,
y tras separar a InSight, soltará los
dos MarCO, de uno en uno, para así
iniciar su camino hacia el planeta rojo. Una vez en el espacio, desplegarán
todos sus apéndices (paneles solares, antenas), y actuarán como una sonda
espacial convencional, con equipos de control y navegación para cada una,
diseñando y ejecutando las maniobras de corrección de trayectoria (hasta 5)
antes de llegar a las cercanías del planeta rojo. La importancia de la
propulsión es crucial, para poder colocar las dos microsondas en Marte en el momento
preciso y a la distancia indicada. Si todo ha transcurrido como se ha
diseñado, cuando InSight inicie el
proceso de aterrizaje marciano, las dos MarCO
estarán haciendo sobrevuelos lentos sobre el planeta rojo, a una distancia
mínima de 3.500 km. de altitud. Así, cuando InSight
comience a emitir señales UHF, además de MRO,
serán recogidas por los dos MarCO
para su transmisión inmediata, de manera que a medida que las va recibiendo (a
8 Kb. por segundo), pasarán del receptor UHF al transmisor de banda-X para su
transmisión hacia el centro de control (a 8 Kb. por segundo). De esta manera,
su operación es vital para poder recibir, sobre todo, la señal indicadora de
que ha llegado a la superficie. Cuando esto acabe, su misión concluirá, al
menos esa es la teoría.
Esperemos que tengan éxito.
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