Este 2018 se acaba, y es el momento de resumir. Un año de subidas y
bajadas, pero con resultados importantes, y que despertó con el rugido de los
27 motores Merlin del potentísimo cohete Falcon
Heavy, poniendo en el espacio algo tan incongruente como un vehículo
eléctrico. Este es el año de los nuevos asteroides, porque hemos conocido ya de
cerca dos de ellos. Desde junio, Hayabusa2
indaga en las proximidades de Ryugu desde distintas altitudes, e incluso soltó varios
vehículos a su superficie, obteniendo información de suma importancia. Sin embargo,
las condiciones de la superficie de este pequeño asteroide han retrasado la
tarea principal de esta sonda: la recogida de muestras, prevista para el año
que viene, más o menos a comienzos. Y desde comienzos de diciembre,
OSIRIS-REx se encuentra alrededor de
Bennu, casi un primo pequeño de Ryugu, y puede que también con el mismo
problema en cuanto a la recogida de muestras. Hoy ha entrado en su órbita para
un examen más concienzudo, y para la recogida de muestras, todavía tardará. Y no
nos podemos olvidar de la porra, porque el KBO 2014 MU69, o Ultima Thule, como
se le apodó, se nos aclarará entre esta noche y mañana, ahora que New Horizons está en pleno modo de
encuentro. En los próximos días tendremos más detalles, pero como ocurrió con
Plutón, para tener toda la información recogida tardará bastante tiempo, en
total unos 20 meses, debido a la enorme distancia. Visitando Marte, un evento
ha marcado toda la actualidad allí: la gran tormenta de polvo global que
engulló el planeta en el mes de junio. Un fenómeno que ha sido investigado
tanto desde la órbita
como desde la superficie, pero que ha provocado un gran
peaje: Opportunity lleva sin
hablarnos desde el pasado 10 de junio, en el sol 5510 de estancia marciana. Nos
tememos lo peor, pero sus controladores no se rinden. En el otro extremo del
planeta, dos hitos para Curiosity:
ser el segundo vehículo más longevo en el suelo marciano, solo detrás de Opportunity, y volver a usar el taladro.
Nueva técnica está usando, y ya ha demostrado su efectividad, con cuatro nuevos
agujeros abiertos en el fondo del cráter Gale, y otros tres intentos. Ahora es
momento de abandonar
el lugar que tanto ha investigado, el llamado Vera Rubin
Ridge, para subir más alturas del Aeolis Mons.
Pero también problemas, en este caso informáticos, lo que le han
obligado a cambiar de ordenador para seguir sus actividades. Y en la órbita, ExoMars TGO terminó el aerofrenado, para
comenzar su tarea primaria, retrasada, eso sí, por la tormenta de polvo, que se
terminó prácticamente en septiembre. En cuanto al resto de orbitadores, nada
nuevo. Y por supuesto, recordar la llegada del lander InSight, llevando allí algo más de un mes, y con uno de sus
instrumentos, el sismómetro, ya en el suelo. Para obtener resultados, toca
sentarse y esperar. Y volvemos a la Luna. O así, porque tenemos la misión china
Chang’e 4 en órbita, preparándose
para alunizar, por primera vez en la historia, en la cara oculta selenita. ¿Cómo
hablará con nosotros? Usando los servicios de un satélite de retransmisión de
datos llamado Queqiao colocado en
mayo en el segundo punto de Lagrange, el L2, a millón y medio de km. de
nosotros, camino del espacio profundo. El momento de la verdad será en los
próximos días, y todos cruzaremos los dedos. También la India regresará a
nuestro satélite, con la misión triple Chandrayaan-2,
con orbitador, lander (Vikram) y
rover. Pero eso toca en los primeros meses del año que viene. En cuanto a los telescopios
se refiere, tras la tormenta provocada el año pasado por el asunto de las ondas
gravitacionales, ha estado más tranquilo, y lo que más ha dominado ha sido, cómo
no, el tema de los exoplanetas. Este periodo nos ha proporcionado más novedades
acerca del
sistema de TRAPPIST-1, con tres de los siete planetas con altas
probabilidades de tener ambientes agradables y agua en superficie. Y también
hemos encontrado uno muy cercano, a casi seis años luz, alrededor de la
estrella de Barnard, y también potencialmente parecido al nuestro. En esta
época los telescopios Hubble y Chandra pasaron por el taller, por
problemas en sus giróscopos, pero volvieron pronto a operar sin dificultades. En
cuanto a los frentes de la ISS, hemos sido testigos este año de un hecho
inaudito: cómo un lanzamiento tripulado era abortado, por un fallo en el
lanzador Soyuz. Las medidas de
seguridad funcionaron como debían, y la dotación de dos astronautas regresó sana
y salva, aunque esto ha obligado a cambiar el orden de los lanzamientos. Poca cosa,
al fin. En cuanto a la lista de altas, muchas y muy importantes, como avanzamos
ya el año anterior: en ciencia terrestre, los meteorológicos GOES-S (ya GOES 17) y MetOp-C, los
científicos
GRACE-FO, Aeolus, Sentinel-3B, ICESat-2 e Ibuki-2, y los instrumentos GOLD (en un satélite geoestacionario),
ECOSTRESS y GEDI en la ISS, este último todavía por instalar, y más allá de la
Tierra, además de las mencionadas InSight,
Queqiao y Chang’e 4, están las importantísimas BepiColombo a Mercurio, iniciando su peregrinaje de siete años, y Parker Solar Probe, para examinar a
Helios como nunca, con resultados iniciales prometedores. Mención aparte
merecen unos pequeños grandes aparatos. Las primeras sondas basadas en las
tecnologías desarrolladas para los Cubesats han alcanzado el espacio profundo
y, viajando por detrás de InSight,
alcanzaron y sobrepasaron Marte. Son los MarCO,
un par de pequeñajos destinados a retransmitir en “directo” el descenso del
nuevo lander marciano, después de una ruta en la que se pusieron a prueba, y
pasaron la prueba, con nota altísima, abriendo
la puerta a futuras misiones de características similares, como los
trece que volarán con el primer lanzamiento del conjunto SLS/Orion, quién sabe si
el año que viene. En cuanto a la lista de bajas, escasa, pero dando donde
duelo: el veterano satélite medidor de vientos QuickScat, y dos misiones Discovery, casi al mismo tiempo: el
glorioso cazador de exoplanetas Kepler,
y el formidable explorador asteroidal Dawn,
los dos por la misma razón: agotamiento del combustible. Y aunque de la segunda
no hay reemplazo, la NASA elevó en abril una nueva misión exoplanetaria. De esta
forma TESS recogió el testigo de Kepler en la tarea de buscar nuevos
planetas extrasolares, aunque todavía no ha revelado ningún resultado destacable.
Pero todo se andará. Además, este año hemos tenido culebrón. Sí, porque ya
desde el año pasado, y durante todo este, se ha estado luchando por elevar el
satélite ICON pero, chico, no hay
manera. Dos intentos, y los dos abortados por lecturas anómalas provenientes
del lanzador Pegasus-XL. No preguntéis
una fecha de lanzamiento, ni la NASA lo sabe. Y para cerrar el año con buen sabor de boca, la genial noticia de que Voyager 2 también abandonó la heliosfera, camino del espacio interestelar. Maravilloso. Y lo que nos espera para el 2019:
las primeras informaciones serias de Parker
Solar Probe y New Horizons, la
continuación de las misiones de Akatsuki
en Venus y Juno en Júpiter, el
séquito marciano a lo suyo, a la espera de noticias de Opportunity, más lanzamientos de ciencia terrestre, esperando, de
una vez, el de ICON, los retornos chinos e hindúes a la Luna, y por supuesto,
los primeros vuelos de las nuevas naves tripuladas de la NASA, esperadas
largamente. Será poca cosa la esperada, pero seguro que será interesante. Y estaremos
aquí para relatarlo.
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