Nos toca finiquitar este año con el ya tradicional resumen. Ya
anunciábamos que este 2019 no iba a ser un año especialmente movido, pero ha
tenido sus cosas. Y eso que arrancó tremendo, con el sobrevuelo de New Horizons del objeto del cinturón de
Kuiper 2014 MU69, ya conocido oficialmente como Arrokoth. Un lugar fascinante,
parecido al cometa 67P, pero sin gases, con una superficie relativamente suave
con algunos agujeros parecidos a cráteres y, ah, casi tan plano como una
galleta. Puesto que la mayoría de los datos siguen a bordo de la sonda (hasta
el 2021 no tendremos en casa todo) no hemos sabido demasiado más. Año de
estudios asteroidales, con Hayabusa2
indagando en Ryugu y OSIRIS-REx
haciendo lo propio en Bennu. La misión japonesa está ya de retorno, habiendo
cumplido con gran éxito sus tareas, lo que se incluye la obtención de dos
muestras, así de un experimento explosivo con su superficie. El año que viene
recibiremos su recompensa. Para la
Fuente. | JAXA, Universidad de Tokyo y colaboradores |
misión de la NASA, por su parte, ha sido
época de estudios. Con los mismos problemas que su homóloga japonesa, el
proceso de seleccionar su zona de recogida de muestras se ha retrasado, y hasta
hace nada no hemos sabido el lugar definitivo, denominado Nightingale. A falta
de más observaciones, las muestras serán recogidas el próximo verano. Por supuesto,
Marte es siempre lugar de interés. Tal vez el mayor rompecabezas con el planeta
rojo es el asunto del metano. Detectado principalmente por Curiosity, registrarlo desde la órbita es complicado, solo visto
una vez
por Mars Express coincidiendo
con una medición del rover de la NASA, pero el resto, agua, ni siquiera el
especializado ExoMars TGO ha sido
capaz de detectarlo. Y por la superficie, Curiosity
sigue progresando, ascendiendo cada vez más el Aeolis Mons dentro del cráter
Gale. Se acerca a una zona de montículos estratificados y, de camino, cuatro
nuevos taladrados. Por si fuera poco, además de indagar en el metano ambiental,
ha generado otro misterio al registrar picos de oxígeno. Cuanto más sabemos,
menos sabemos. Mientras, InSight no
lo ha pasado bien: el sensor de medición de temperatura, el célebre Mole, llega
meses intentando descender a su profundidad designada, pero entre un suelo que
apenas ofrece fricción, y la aproximación cuidadosa, ha llevado a dar más pasos
hacia atrás que hacia delante. De hecho, en un momento del proceso, el Mole
rebotó, saliéndose casi la mitad de su longitud. Ahora está de vuelta casi
hasta el nivel previo al rebote, y se estudian medios para que siga
descendiendo. El otro aparato situado en el suelo, el sismómetro, ya está
registrando temblores, lo que nos permitirá entender cómo es Marte por dentro. Otra
zona del sistema solar muy activa ha sido nuestro satélite. Tres intentos de
alunizaje, y solo un éxito. Únicamente la misión china Chang’e 4 consiguió llegar con éxito a su destino, además haciendo
historia, al hacerlo en la cara oculta lunar. A estas alturas, la misión sigue,
y su rover, Yutu-2, sigue recorriendo
la superficie, a diferencia de su hermano. Las otras dos, problemas. Primero en
marzo, el lander privado israelí Beresheet
falló en la maniobra cuando, en pleno descenso, su unida de medición inercial
se apagó, apagando su motor de descenso y estrellándose. Y para octubre, la
misión triple de ISRO, Chandrayaan-2,
con orbitador, lander (Vikran) y
rover (Pragyan) llegó a Selene y,
tras la separación, Vikram, con el
rover en su interior, trató de hollar en la superficie pero, por causas
desconocidas, se la pegó. Al menos el orbitador sigue ahí, y funcionando. No nos
podemos olvidar de la misión más arriesgada y valiente, es decir, Parker Solar Probe. Con ya tres
perihelios concluidos, y de camino a un cuarto aún
más abrasador, la misión ya
ha entregado su primera ciencia, dándonos retazos misteriosos y fascinantes de
lo que ocurre muy, pero que muy, cerca del Sol. Aún le quedan 21 perihelios
para acercarse todavía más a Helios, para así decirnos cómo se genera todo ese
viento solar, entre otras cosas. Este año también se ha destacado por recibir,
por segunda vez, que sepamos, un visitante interestelar. Conocido como 2I/Borisov,
se trata de un cometa propiamente dicho, a diferencia del anterior, ‘Oumuamua,
y ya en proceso de salida. Por lo visto, es muy similar en composición a los
que habitan nuestro sistema solar y, de acuerdo con los últimos cálculos, muy
pequeño. TESS, tras cumplir su primer
año escaneando los cielos, ya ha dado con exoplanetas interesantes, además de
asistir al estudio de cómo un agujero negro destrozaba y devoraba una estrella,
y observar un estallido de materia procedente de un cometa. Sin embargo, la
noticia científica de
año es, no podía ser otra, la imagen del horizonte de
eventos de un agujero negro supermasivo, el situado en la galaxia M87, con cooperación
de observatorios terrestres y telescopios espaciales, e instituciones de todo
tipo. Un hito, en mayúsculas. Ah, sí, este año debería haber arrancado el
programa de naves tripuladas comerciales a la ISS, para el que viene iniciar
los recambios de tripulación. Y lo ha hecho, a trompicones. Primero en marzo,
con la nave Dragon de SpaceX, una
misión redonda de principio a fin, con el vehículo siendo el primer americano
en acoplarse
automáticamente a la ISS, regresando después. El problema vino
después, mientras se preparaba para una prueba de abortamiento en vuelo, la
nave explotó, retrasándolo todo. El problema se ha localizado y subsanado, y
cuando se haga la prueba mencionada (en pocos días) será el turno de la misión
de prueba ya tripulada. En el caso de la nave Starliner de Boeing, la misión despegó hace unos días, pero un
problema en el reloj de misión impidió completar la tarea más importante: el
acoplamiento a la ISS, lo que supuso acortar el vuelo a dos días, realizando
diversas pruebas, antes de regresar sin problemas. A trompicones, está dicho. Y
en el complejo, hitos. En plural, porque, primero, se produjo (y ya era hora) el
primer paseo espacial completamente femenino de la historia, a cargo de las
astronautas de la NASA
Christina Koch y Jessica Meir; y el segundo, es el récord
de permanencia en una sola misión para una mujer, y de nuevo con Christina Koch
como protagonista, al superar los 288 días fijados por Peggy Whitson en su
última misión. Puesto que no regresará a casa hasta febrero, tiene tiempo para
ampliarlo. Este año, la lista de altas es escasa. A las ya mencionadas Beresheet y Chandrayaan-2 a la Luna, tenemos el instrumento OCO-3 a la ISS (estudios
del dióxido de carbono atmosférico), el largamente esperado satélite ICON (AL FIN), y los telescopios espaciales
Spektr-RG ruso-germano (exploración
de universo X) y CHEOPS (caracterización
de exoplanetas conocidos). En cuanto a la de bajas, corta pero dolorosa: el
satélite oceanográfico OSTM/Jason-2 (deterioro del sistema
energético), los dos satélites de la misión Van
Allen Probes (sin combustible) y el que más duele, el Mariscal de Marte, Opportunity, como consecuencia de la
tormenta de polvo del año pasado. Y mucho nos espera el 2020: misiones a Marte a
cubos (cuatro como máximo), Solar Orbiter
a nuestra estrella, la primera misión robótica de recogida de muestras lunar,
por parte de China, los primeros vuelos tripulados desde suelo americano desde
el 2011, y el fin de misión del observatorio de infrarrojos Spitzer. Será excitante, y estaremos
aquí para relatarlo.
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