Phoenix, un tributo

martes, 31 de diciembre de 2019

Resumen del año 2019

Nos toca finiquitar este año con el ya tradicional resumen. Ya anunciábamos que este 2019 no iba a ser un año especialmente movido, pero ha tenido sus cosas. Y eso que arrancó tremendo, con el sobrevuelo de New Horizons del objeto del cinturón de Kuiper 2014 MU69, ya conocido oficialmente como Arrokoth. Un lugar fascinante, parecido al cometa 67P, pero sin gases, con una superficie relativamente suave con algunos agujeros parecidos a cráteres y, ah, casi tan plano como una galleta. Puesto que la mayoría de los datos siguen a bordo de la sonda (hasta el 2021 no tendremos en casa todo) no hemos sabido demasiado más. Año de estudios asteroidales, con Hayabusa2 indagando en Ryugu y OSIRIS-REx haciendo lo propio en Bennu. La misión japonesa está ya de retorno, habiendo cumplido con gran éxito sus tareas, lo que se incluye la obtención de dos muestras, así de un experimento explosivo con su superficie. El año que viene recibiremos su recompensa. Para la
Fuente. JAXA, Universidad de Tokyo y colaboradores
misión de la NASA, por su parte, ha sido época de estudios. Con los mismos problemas que su homóloga japonesa, el proceso de seleccionar su zona de recogida de muestras se ha retrasado, y hasta hace nada no hemos sabido el lugar definitivo, denominado Nightingale. A falta de más observaciones, las muestras serán recogidas el próximo verano. Por supuesto, Marte es siempre lugar de interés. Tal vez el mayor rompecabezas con el planeta rojo es el asunto del metano. Detectado principalmente por Curiosity, registrarlo desde la órbita es complicado, solo visto una vez 
por Mars Express coincidiendo con una medición del rover de la NASA, pero el resto, agua, ni siquiera el especializado ExoMars TGO ha sido capaz de detectarlo. Y por la superficie, Curiosity sigue progresando, ascendiendo cada vez más el Aeolis Mons dentro del cráter Gale. Se acerca a una zona de montículos estratificados y, de camino, cuatro nuevos taladrados. Por si fuera poco, además de indagar en el metano ambiental, ha generado otro misterio al registrar picos de oxígeno. Cuanto más sabemos, menos sabemos. Mientras, InSight no lo ha pasado bien: el sensor de medición de temperatura, el célebre Mole, llega meses intentando descender a su profundidad designada, pero entre un suelo que apenas ofrece fricción, y la aproximación cuidadosa, ha llevado a dar más pasos 
hacia atrás que hacia delante. De hecho, en un momento del proceso, el Mole rebotó, saliéndose casi la mitad de su longitud. Ahora está de vuelta casi hasta el nivel previo al rebote, y se estudian medios para que siga descendiendo. El otro aparato situado en el suelo, el sismómetro, ya está registrando temblores, lo que nos permitirá entender cómo es Marte por dentro. Otra zona del sistema solar muy activa ha sido nuestro satélite. Tres intentos de alunizaje, y solo un éxito. Únicamente la misión china Chang’e 4 consiguió llegar con éxito a su destino, además haciendo historia, al hacerlo en la cara oculta lunar. A estas alturas, la misión sigue, y su rover, Yutu-2, sigue recorriendo la superficie, a diferencia de su hermano. Las otras dos, problemas. Primero en marzo, el lander privado israelí Beresheet falló en la maniobra cuando, en pleno descenso, su unida de medición inercial se apagó, apagando su motor de descenso y estrellándose. Y para octubre, la misión triple de ISRO, Chandrayaan-2, con orbitador, lander (Vikran) y rover (Pragyan) llegó a Selene y, tras la separación, Vikram, con el rover en su interior, trató de hollar en la superficie pero, por causas desconocidas, se la pegó. Al menos el orbitador sigue ahí, y funcionando. No nos podemos olvidar de la misión más arriesgada y valiente, es decir, Parker Solar Probe. Con ya tres perihelios concluidos, y de camino a un cuarto aún 
más abrasador, la misión ya ha entregado su primera ciencia, dándonos retazos misteriosos y fascinantes de lo que ocurre muy, pero que muy, cerca del Sol. Aún le quedan 21 perihelios para acercarse todavía más a Helios, para así decirnos cómo se genera todo ese viento solar, entre otras cosas. Este año también se ha destacado por recibir, por segunda vez, que sepamos, un visitante interestelar. Conocido como 2I/Borisov, se trata de un cometa propiamente dicho, a diferencia del anterior, ‘Oumuamua, y ya en proceso de salida. Por lo visto, es muy similar en composición a los que habitan nuestro sistema solar y, de acuerdo con los últimos cálculos, muy pequeño. TESS, tras cumplir su primer año escaneando los cielos, ya ha dado con exoplanetas interesantes, además de asistir al estudio de cómo un agujero negro destrozaba y devoraba una estrella, y observar un estallido de materia procedente de un cometa. Sin embargo, la noticia científica de 
año es, no podía ser otra, la imagen del horizonte de eventos de un agujero negro supermasivo, el situado en la galaxia M87, con cooperación de observatorios terrestres y telescopios espaciales, e instituciones de todo tipo. Un hito, en mayúsculas. Ah, sí, este año debería haber arrancado el programa de naves tripuladas comerciales a la ISS, para el que viene iniciar los recambios de tripulación. Y lo ha hecho, a trompicones. Primero en marzo, con la nave Dragon de SpaceX, una misión redonda de principio a fin, con el vehículo siendo el primer americano en acoplarse 
automáticamente a la ISS, regresando después. El problema vino después, mientras se preparaba para una prueba de abortamiento en vuelo, la nave explotó, retrasándolo todo. El problema se ha localizado y subsanado, y cuando se haga la prueba mencionada (en pocos días) será el turno de la misión de prueba ya tripulada. En el caso de la nave Starliner de Boeing, la misión despegó hace unos días, pero un problema en el reloj de misión impidió completar la tarea más importante: el acoplamiento a la ISS, lo que supuso acortar el vuelo a dos días, realizando diversas pruebas, antes de regresar sin problemas. A trompicones, está dicho. Y en el complejo, hitos. En plural, porque, primero, se produjo (y ya era hora) el primer paseo espacial completamente femenino de la historia, a cargo de las astronautas de la NASA 
Christina Koch y Jessica Meir; y el segundo, es el récord de permanencia en una sola misión para una mujer, y de nuevo con Christina Koch como protagonista, al superar los 288 días fijados por Peggy Whitson en su última misión. Puesto que no regresará a casa hasta febrero, tiene tiempo para ampliarlo. Este año, la lista de altas es escasa. A las ya mencionadas Beresheet y Chandrayaan-2 a la Luna, tenemos el instrumento OCO-3 a la ISS (estudios del dióxido de carbono atmosférico), el largamente esperado satélite ICON (AL FIN), y los telescopios espaciales Spektr-RG ruso-germano (exploración de universo X) y CHEOPS (caracterización de exoplanetas conocidos). En cuanto a la de bajas, corta pero dolorosa: el satélite oceanográfico OSTM/Jason-2 (deterioro del sistema energético), los dos satélites de la misión Van Allen Probes (sin combustible) y el que más duele, el Mariscal de Marte, Opportunity, como consecuencia de la tormenta de polvo del año pasado. Y mucho nos espera el 2020: misiones a Marte a cubos (cuatro como máximo), Solar Orbiter a nuestra estrella, la primera misión robótica de recogida de muestras lunar, por parte de China, los primeros vuelos tripulados desde suelo americano desde el 2011, y el fin de misión del observatorio de infrarrojos Spitzer. Será excitante, y estaremos aquí para relatarlo. 

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