El 4 de julio del 2005 pasó a la
historia como el día en que hicimos impactar, deliberadamente, un objeto
artificial contra un cuerpo celeste más allá de nuestro satélite. El motivo de
la misión Deep impact era puramente
científico: en esencia, cómo es por dentro un cometa. Pero el impacto tuvo
otras consecuencias, además del cráter formado. Sí, el impacto hizo que el cometa
Tempel 1 alterase su trayectoria y su tiempo orbita. Es cierto que los cambios
fueron nimios, imperceptibles a escala cósmica, pero medibles. Ahora, se va a
lanzar una misión cuyo único propósito es impactar contra un asteroide. No por
el puro placer de hacerlo, sino como experimento tecnológico y de defensa
planetaria.
Hace tiempo que se viene hablando
del concepto de defensa planetaria contra el impacto de cuerpos celestes. Por supuesto,
el primer problema es identificar un asteroide en rumbo de colisión contra la
Tierra. Superado este problema (no sólo detectarlo, sino calcular su órbita y
su masa) llega el más importante. La pregunta es sencilla: ¿qué hacer? Esto no
es como en las películas. Se plantean, como conceptos, hacerlos explotar (haciendo
más mal que bien), o usar tractores de gravedad, o emplear sistemas de energía
dirigida (usar sistemas láser) para desviarlos. Estas dos últimas son, sin duda
técnicamente complejas. Yendo a lo sencillo y rápido, la mejor alternativa es
lo que se llama el impactador cinético. En esencia, es lo que hizo Deep Impact, pero a mayor escala: un vehículo
de impacto más grande y de mayor masa, y una velocidad de impacto superior. Esta
idea fue el punto de partida para diversos conceptos, y uno de ellos, la
cooperación entre la NASA y la ESA llamada AIDA (Valoración de Impacto y Desvío
de Asteroides) arrancó en la década de los 2000. AIDA se configuró como dos
misiones, una encargada del impacto, y
una segunda para estudiar sus consecuencias. El concepto inicial era lanzar
primero la segunda, para llegar cuanto antes y poder estudiar el objetivo meses
antes del impacto. Luego llegaría la segunda, impactaría con su objetivo, y la
primera, tras ser testigo de la colisión, estudiase sus consecuencias. Pero como
muchas otras misiones, no se dio a AIDA mucha prioridad.
Todo cambió el 15 de febrero del 2013,
con el meteorito de Chelyabinsk. Esta minúscula roca (de aproximadamente 20
metros de diámetro) fue detectada horas antes de entrar en la atmósfera,
demasiado tarde como para hacer nada, salvo avisar. Hubo suerte, porque explotó
en el aire, y no impacto sobre zonas pobladas, aunque mucha gente fue testigo
del suceso. Chelyabinsk demostró que nuestros preparativos contra impactos de asteroides
son completamente inadecuados. La primera medida fue reactivar el telescopio de
infrarrojos WISE para buscar y
caracterizar asteroides cercanos a la Tierra, detectando los que en el futuro
pueden ser peligrosos. Otra medida fue impulsar AIDA.
Con este nuevo impulso, la NASA
se encargó de la misión de impacto, con la ESA dedicándose a la sonda
exploradora. Ésta última, denominada AIM,
se debería haber lanzado en el otoño del 2020, llegando meses después a su
destino prefijado y estudiarlo como paso previo al impacto, y luego ser testigo
del impacto de la sonda de la NASA (con su lanzamiento previsto inicialmente
para el verano del 2021) hacia finales de septiembre del 2022, para después
seguir con las exploraciones. Lamentablemente, cuando la ESA, empujada por
Alemania (que prefirió financiar ExoMars)
optó por la cancelación de AIM, obviamente
resultó imposible cumplir este concepto. Pero esta cancelación no impidió que
la NASA continuase con su parte del programa.
Encargada al JHU/APL,
DART (Prueba de Redirección de Asteroide
Doble) es lo que anuncia su acrónimo, un proyecto dirigido a un asteroide
binario. Se ha diseñado con un único propósito en mente, que es impactar y
desviar. Y, ¿a dónde se dirigirá? A un asteroide NEO binario, el 65803 Didymos.
Y, ¿por qué un binario? Porque en uno de estos será más sencillo de comprobar
si la técnica funciona que en vez de en uno solo. El objetivo será el cuerpo
secundario, más pequeño y, por lo tanto, más susceptible de ser desviado de su
trayectoria de manera visible.
El APL es famoso por añadir
innovaciones en sus vehículos espaciales, ya sea en los satélites terrestres (como
TIMED o Van Allen Probes) o en sus sondas de espacio profundo, a partir de CONTOUR y en adelante. DART no es una excepción a la norma. Es más,
lo lleva a un grado mucho mayor. Pero, si la ves la primera vez, descubrirás
una sonda sencilla, basada en una plataforma rectangular, construida alrededor
de un cilindro central como núcleo y elemento principal de
soporte de carga. La
plataforma es de medidas modestas (1.2 x 1.3 x 1.3 metros), pero con todo
montado, y una vez en el espacio, se convierte en una sonda de 2.4 x 12.5
metros, principalmente por sus dos paneles solares desplegables. Sí, parece
simple, pero no lo es, porque incorpora muchos elementos tecnológicos nuevos, empezando
por su elemento de computación. DART ha recibido lo que en el APL llaman
electrónicas CORESAT, o Juego de Aviónica Pequeña CORE y, en vez de usar un
procesador como núcleo, emplea una matriz de puertas lógicas
programable en campo o FPGA en inglés. No es desconocido en las misiones
espaciales, ya que muchos instrumentos actuales lo usan como sus cerebros, pero
será la primera vez que se emplee como control completo de una sonda. Como un
ordenador normal, este
FPGA, tipo RTG4 lo controlará todo, y más. Estará
completamente particionado, para que cada una de ellas controle una función, de
lo general al control de actitud, e incluso la adquisición, procesado y
transmisión de imágenes, y cuenta con un procesador LEON3 como apoyo. Esta
arquitectura se ha diseñado para ocupar muy poco, y gastar una menor cantidad
energética, y con ello, en el futuro, tener misiones con una mayor
instrumentación. Claro está, el sistema cuenta incluso con almacenamiento a
bordo, con 32 MB de memoria RAM estática para el procesado de imágenes, y 16 GB
de memoria flash. También hay novedades en el sistema de comunicaciones. Es más
que probable que cuente con el sistema Frontier, fabricado en casa (que vuela actualmente
en Parker Solar Probe y Al-Amal), conectado a un par de antenas
de baja ganancia y un nuevo tipo de antena de alta ganancia
conocida como RLSA
o Conjunto de Slot de Línea Radial. Exteriormente, tiene forma de disco, plano
y delgado con una serie de cavidades en una de sus superficies. Esta tecnología
se desarrolló para satélites de telecomunicaciones, pero también, más
recientemente, como antenas de Wi-Fi. Sus ventajas son su ligereza y un alto
rendimiento, fruto de su tiempo de desarrollo. Su rendimiento será muy alto,
hasta el punto de transmitir a 3 Mb por segundo durante el encuentro y
colisión. Se encuentra instalada en uno de los laterales, saliendo de uno de
los extremos del cubo, acoplada a un mecanismo pivotante en dos ejes, para así
mantenerla apuntada constantemente a la Tierra. Su control de actitud será
triaxial, empleando una unidad de medición inercial, un escáner estelar, cinco
sensores solares, y un grupo de 12 propulsores químicos de hidracina. Lo más
importante es que ha recibido un sistema de impulsión iónica de altísimo
rendimiento. Se le conoce como NEXT, el Motor de
|
Instalación del motor iónico
|
Xenón Evolucionado de la NASA.
Se trata de un aumento significativo con respecto al sistema NSTAR que voló en
Deep Space 1 y
Dawn con un rotundo éxito. La arquitectura del sistema es
esencialmente la misma, con el propio motor iónico, el ordenador de control (DCIU),
la unidad de procesado de energía (PPU) y el sistema de regulación de xenón. Sí,
nada cambia, pero evolucionan muchas cosas. Para empezar, si bien el motor
conserva su arquitectura (un sistema de rejillas, o tipo Kaufman), sí aumenta
de tamaño, pasando de los 30 cm. de diámetro del NSTAR a los 40 de NEXT. ¿Qué
significa? Mayor empuje. Sí, sigue siendo un susurro comparado con los
propulsores químicos, pero aumenta el empuje máximo de los 92 mN del NSTAR a
los 236 de NEXT. Para conseguirlo, necesita aceptar más energía, por lo que la
PPU ha sido construida desde cero específicamente para NEXT. Ahora, puede
llegar hasta los 6.9 kW (2.5 en NSTAR) y, como en sus hermanos pequeños, la
potencia de salida, y por tanto la energía a consumir, es graduable, con un
mínimo de 0.5 kW. Físicamente, el motor NEXT (sería más apropiado llamarlo
NEXT-C, ya que es ahora un producto comercial) se sitúa en uno de los extremos
de la plataforma, instalada a ella mediante un sistema ligero de pivotes móvil en
dos ejes, sin duda herencia de
Dawn. De
este modo, el motor iónico será capaz no solo de mantener la actitud óptima de
crucero a impulsión, sino también de gobernar la actitud de la sonda, como ya
se ha hecho en el pasado. NEXT-C aportará la flexibilidad de viaje que la
propulsión química es incapaz de proporcionar. En la generación de energía, más
novedades. Sí, funciona a base de energía solar, almacenándola en una batería,
más que probable, una unidad de ión-litio. Pero lo importante son los paneles
solares en sí. En virtud de su sistema de impulsión iónica, necesita o grandes
paneles, o paneles de alta
eficiencia. Se ha optado por ambas gracias al empleo
de la tecnología ROSA de panel solar enrollable. Demostrada en órbita terrestre
en la ISS, es un elemento que ahorra mucho en términos de masa y volumen. La tecnología
ROSA emplea un sustrato flexible y ligero acoplado a una base de titanio. En configuración
de lanzamiento, están enrollados como en una bobina, y en el espacio, el lento
proceso de despliegue será como rebobinar una cinta de casette. Las células que
usa, también flexibles, son de alta eficiencia, generando energía más que sobra
para el funcionamiento de la sonda. Pero esto no es todo. Cuando ambos paneles
estén desplegados (cada uno medirá 8.6 metros, y con una superficie activa de
22
metros cuadrados) se abrirá otra prueba tecnológica llamada Paneles solares
Transformacionales. En términos sencillos, se trata de un nuevo tipo de células,
con un alto potencial de generación de energía, y unos concentradores
reflectivos. Las células se denominan Células Metamórficas Invertidas, y las
primeras unidades de prueba (de hace casi una década) ya mostraban eficiencias
superiores al 30%, cifras que los sistemas actuales no alcanzan. Las que van en
ROSA tienen una mayor eficiencia, y cuentan con elementos concentradores. No son
lentes, como los paneles SCARLET de Deep
Space 1, sino láminas reflectivas que recibirán la luz solar y la reflejan
hacia las células metamórficas. Teniendo en cuenta que los paneles solares
rotarán para seguir al Sol, esto aumentará todavía más la eficiencia de este
nuevo concepto. Afortunadamente, no hay nada nuevo en la protección termal, con
mantas multicapa, radiadores y calentadores eléctricos. Eso sí, la PPU del
motor iónico cuenta con un sistema propio a base de tuberías que redirigen todo
el calor a uno de los paneles radiadores.
DART
solo cuenta con un instrumento: DRACO, la Cámara para el Reconocimiento de
Didymos y otros Asteroides para Navegación Óptica. Esta es la segunda cámara,
en poco tiempo, basada en el sistema LORRI de New Horizons. Es un sistema reflector tipo Ritchey-Chretién con una
apertura de 208 mm. (f/12.6) y una
longitud focal de 2.6 metros. Sin embargo, a diferencia de los dos LORRI
anteriores (New Horizons y Lucy), DRACO cuenta con cambios
importantes. El que más es la construcción de las ópticas en aluminio, y no
carburo de silicio. Como no se enfrentará a grandes cambios térmicos durante su
misión, esto reduce complejidad al proyecto. Otro cambio notable es la
utilización de lentes correctoras de nuevo diseño justo después del telescopio;
y el mayor es la utilización de un sensor y unas electrónicas específicas. El detector
es de tecnología CMOS (CCD en sus
hermanos), y de mayor formato, de 2560 x 2160
pixels. Este nuevo sensor se acopla a las electrónicas del plano focal
directamente, que aportan energía y comandos directamente de la sonda. Sin embargo,
todo el trabajo de la operación de DRACO ocurrirá dentro de CORESAT,
comandando, procesando y transmitiendo las imágenes a la Tierra a alta
cadencia. Será crucial para toda la operación, sirviendo como base a la
navegación óptica, permitiendo a
DART
llegar hasta su destino sin desviaciones, y entregando imágenes nítidas,
esperando que las últimas cuenten con resoluciones inferiores a los 50 cm. Para
ello, la cámara será capaz de trabajar con velocidades de obturación inferiores
al milisegundo, para evitar imágenes saturadas. Con todo en su sitio, y lista
para el lanzamiento (incluyendo los 50 kg de hidracina, y 60 de xenón),
DART da un peso en Tierra de 610 kg.
Un pequeño porcentaje de esa masa
al despegue corresponde a un pequeño complemento. Al perder
AIM, se perdió la posibilidad de ver el
impacto tal y como ocurrió con
Deep
Impact. Así, en el 2018, se tomó la decisión de acompañar a
DART con un Cubesat. Fue propuesto por
la Agencia Espacial Italiana, y su misión, simple: observar el sistema binario
antes, durante (sobre todo) y después del impacto. Diseñado, construido, y una
vez en el espacio, operado por la firma italiana
Argotec, recibe el nombre de
LICIACube, Cubesat Ligero Italiano para
imágenes de asteroides. Se basa en una arquitectura de seis unidades, o 6U, con
un diseño de plataforma conocido como HAWK, y aloja todo lo básico para
funcionar: un ordenador para controlar el funcionamiento a partir de un
software autónomo, así como almacenaje propio; un sistema de comunicaciones que
trabaja en banda-X a través de dos pares de antenas (uno principal, otro de
reserva); un sistema de control de actitud triaxial, basado en una unidad de
medición inercial, un escáner estelar y dos sensores solares, así como un
conjunto de ruedas de reacción, así como un sistema de propulsión con dos
grupos de motores, usando gas frío; dos paneles solares desplegables para
proporcionar energía y cargar una batería de a bordo; y un sistema de control
termal pasivo, a base de radiadores y pinturas termales. Junto a todo esto, el
Cubesat también porta sistemas de visión. La cámara principal se llama LEIA (Cámara
para el Asteroide del Explorador
LICIACube),
y se trata de una cámara catadióptrica que emplea un sistema reflector de dos
elementos, y uno refractor de 3, sirviendo a un sensor CMOS monocromático de
2048 x 2048 pixels, esperando entregar una
resolución de 1.38 metros a 55 km.
de distancia. Mientras que LEIA fue diseñada a propósito para LICIACube, LUKE (Unidad Clave del
Explorador LICIACube) no. Para esta
cámara se ha buscado un sistema comercial, y se ha escogido un sistema
ultracompacto llamado cámara Gecko. Es tan pequeña que encaja en el espacio 1U,
uno de los elementos que forman la plataforma. Se ha utilizado en satélites
terrestres desde, al menos, el 2017. Su sistema usa lentes que entregan la luz
a un sensor digital equipado con un filtro bayer, lo que significa que ésta
será la única cámara que entregará imágenes a color, con resoluciones de hasta
4.3 metros. Este sistema es customizable, hasta el punto de portar
almacenamiento masivo (hasta 128 GB es capaz) pero ignoramos hasta qué punto
cuenta con ello. Para viajar al asteroide, LICIACube
estará dentro de un dispensador estándar, fijado a uno de los laterales. En esta
configuración, sus medidas son de 36.6 x 23.9 x 11.6 cm, pero una vez lanzado
al espacio, y desplegado, serán de 91.1 x 36.6 x 23.9 cm. Su masa total es de
14 kg. No lo hemos visto en ninguna parte, pero es de esperar que, además de la
conexión mecánica, existan conexiones enérgicas y de datos. Decimos esto porque
LICIACube será desplegado días antes
de la colisión de DART con su
objetivo.
DART será la segunda misión de espacio profundo en partir desde
California. Su lanzamiento está previsto para el 23 de noviembre, a bordo de un
Falcon 9 desde Vandenberg. Si este
lanzador se ha hecho célebre es por tener componentes reutilizables, siendo el
mayor su primera etapa. Para esta misión, se usará el núcleo con el código de
factoría B1063, con dos misiones a sus espaldas: Sentinel-6A y un lote de 60 satélites Starlink, siendo cada lanzamiento en una base distinta. Terminado el
proceso de lanzamiento, DART y LICIACube estarán en camino.
Su destino, lo dicho, es el
sistema binario 65803 Didymos. Es un NEO, y se le considera un objeto
potencialmente peligroso. Descubierto el 11 de abril de 1996 desde el
observatorio de Kitt Peak en Arizona, está compuesto por un par de cuerpos. Su órbita
(1.01 x 2.28 unidades astronómicas, durando 2.11 años e inclinada 3.4º con
respecto a la eclíptica) significa que tiende a pasar muy cerca de la Tierra, y
lo hace susceptible a ser observado. De hecho, es de los mejor caracterizados,
ya sea con telescopios ópticos, ya sea usando potentes antenas de radar. Por tipo,
se le califica como un asteroide tipo Xk, si bien estudios espectrales más
recientes muestran abundancia de silicatos. No se supo que tenía compañía hasta
tiempo después, en el año 2003, cuando el par hizo una
máxima aproximación a la
Tierra a poco más de 7 millones de km. Gracias a los sistemas de radar, sabemos
que el objeto principal (Didymos) mide 780 metros de diámetro, mientras que su
pequeño satélite (Dimorphos) es de sólo 160. Y es éste último el objetivo real.
La rotación del principal es de 2.26 horas, pero su satélite lo orbita en
11.92, y por lo que se ve, siempre tiene su misma cara Didymos. Sólo están separados
por 1.18 km. ¿Qué ha hecho de Didymos el objetivo? Varias cosas. Es cierto que
se han descubierto más de 60 asteroides NEO’s que son binarios, y su primer
criterio de selección está relacionado con la capacidad de cambio de velocidad
de la sonda, lo que se denomina Delta-V, y en este sentido, es el más
accesible. El segundo criterio es el de tener un satélite más pequeño que el
cuerpo principal, y Didymos sigue siendo así el más accesible. Otro criterio es
por su caracterización, que está entre los mejores. Otro aspecto importante es
que este sistema se califica como binario eclipsante, lo que significa que el
satélite pasa, frecuentemente, por delante y por detrás del principal, desde la
perspectiva terrestre, por lo que se puede calcular desde Tierra cualquier desvío
en su trayectoria. Lo último no es un criterio, sino una oportunidad, dada por
su tipo espectral y por la información proporcionada por los instrumentos infrarrojos.
El hecho de que Didymos y Dimorphos posean características espectrales
idénticas es de interés para poder estudiar, si es que las hay, las
características que les diferencian.
El crucero de DART será, en principio, tranquilo, con
momentos en trayectoria balística a secciones de impulsión iónica. En caso de
haberse lanzado cuando se esperaba, este verano pasado, en el plan existía la
posibilidad de sobrevolar un asteroide, o el 3361 Orpheus, o el (138971) 2001
CB21. Si sigue siendo parte del plan o no lo ignoramos, pero esperamos que sí,
gracias a las capacidades de su motor iónico. Claro está, por su gran contenido
tecnológico, habrá muchas pruebas en ruta, con sus aviónicas, sus paneles
solares, su antena principal, el motor iónico. Finalmente, DART llegará hasta las proximidades del asteroide doble, y entonces
arrancará su misión.
Las primeras operaciones
comenzarán como lo ha hecho cada misión a los cuerpos menores: navegación
óptica. Así, unos 30 días antes de la llegada prevista, DRACO empezará a
adquirir imágenes de la zona del espacio en la que se espera que esté el
sistema binario. Una vez localizado (apenas como un punto de luz) comenzarán
las maniobras para dirigirse hacia su destino. Llegado a la marca de los 10
días previos al impacto, DART lanzará a LICIACube para su vuelo en solitario. Así, mientras la sonda
principal acelera hacia el impacto, el Cubesat se activará, comunicará con
Tierra, se pondrá a punto, y maniobrará (más que nada, frenará) para sobrevolar
el sistema a tiempo de contemplar el impacto. Lo importante llegará en el día
del impacto, previsto entre los días 26 de septiembre y 2 de octubre del 2022.
Como ya ocurrió con Deep impact, teledirigir la sonda hacia
su objetivo de impacto es imposible. El retardo en las comunicaciones lo hace imposible.
Por ello, es necesario dotar a la sonda de un sistema de navegación autónomo. Mientras
la misión Discovery usaba AutoNav, DART
usará un sistema desarrollado por el propio APL, y basado en años de desarrollo
en el guiado de misiles. Este software, llamado SMART Nav (Navegación en Tiempo
Real para Maniobras Autónomas para Cuerpos menores) no sólo guiará la sonda
hasta el impacto, será capaz de identificar, en las imágenes de DRACO, entre
Didymos y Dimorphos, su objetivo. SMART Nav arrancará sus funciones cuatro
horas antes del momento del impacto, pero Dimorphos sólo aparecerá en las
imágenes, se calcula, una hora antes. Con su objetivo localizado, maniobrará a DART en
|
Deep impact, de camino al impacto (secuencia acelerada)
|
consecuencia, hasta dos minutos
previos a la colisión. Y como ocurrió con Deep
Impact, la cámara permanecerá activa hasta el último momento, consiguiendo
así imágenes con una resolución de centímetros, sino milímetros. Entonces,
llegará el impacto. DART impactará
con Dimorphos de frente, a una velocidad de 6.6 km/s. Sí, es menor que la de Deep Impact, pero la misión Discovery
impactó una masa de cobre de menos de 400 kg contra un cometa de más de 5 km.
de diámetro. Dimorphos, sin embargo, solo mide 160 metros. ¿El resultado? Se espera
cambiar la órbita del satélite en varios minutos, puede que llegando hasta los
10. Entonces, la función será de LICIACube.
Por supuesto, el pequeño Cubesat
estará observando el asteroide doble minutos, y horas, antes del impacto, y su
primer objetivo será ser testigo de la colisión. Sin embargo, LICIACube, en virtud de su sobrevuelo,
entregará un retorno científico más amplio. Como Deep Impact, obtendrá imágenes de la pluma de material expulsado,
obteniendo parámetros como su forma, velocidad de expansión o brillo. Claro está,
también se espera ver el cráter resultante. Pero la cosa no acaba ahí, porque
su lento sobrevuelo permitirá a LICIACube
ver zonas de Didymos y Dimorphos no observadas antes, y entre las imágenes
monocromáticas y a color de sus dos sistemas, se obtendrán secuencias que
permitirán registrar la forma completa de ambos cuerpos para así determinar
mejor la forma, y por tanto, el volumen, de los dos asteroides. Pero para tener
todo esto, habrá que esperar, LICIACube
lo almacenará todo a bordo, y lo descargará una vez concluido el sobrevuelo, que
acercará al Cubesat a unos 55 km. del cuerpo principal.
El vuelo y colisión de DART se justifica con estos objetivos:
el primero es demostrar la técnica de impacto cinético. El segundo, cambiar el
periodo orbital de Dimorphos en, como poco, 73 segundos. El tercero, buscará
caracterizar con exactitud el periodo orbital de Dimorphos, posibilitando
observaciones desde Tierra, tanto antes como después, como para poder medir con
exactitud el cambio de periodo orbital. El cuarto buscará calcular cuánta
energía de impacto se entrega al asteroide para así estimar la masa del objeto.
Y por último, y no menos importante, obtener datos para caracterizar la localización y las características de la zona
del impacto, al tiempo que se estiman los cambios dinámicos del sistema binario
con el tiempo. Para esto, serán cruciales las observaciones basadas en Tierra,
porque el momento del impacto se ha fijado precisamente en el momento de menor
distancia entre nosotros y el asteroide binario para que muchos observatorios estén
concentrados en el momento del impacto. Así, el retorno de información será
superior.
Ya lo veis, una misión breve,
pero cargada de tecnología nueva, y con el potencial, si funciona, de ayudarnos
a defendernos de los escombros cósmicos que llueven sobre nuestras cabezas. Y, ¿qué
hay de la ESA? Que la misión Hera,
heredera de AIM, volará en el 2024 para ser testigo de las consecuencias.
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