No es necesario hablar de cómo Asaph Hall descubrió los satélites
marcianos, de cómo Angelina Stickney, su esposa, le dio el empujón para evitar
que se rindiese, de cómo intentaron robarle el descubrimiento. También, hemos
hablado, poco, sobre cómo son, y algo sobre su exploración. Pues bien, puesto
que tenemos misión que en el futuro irá para allá con el fin de estudiarlos, y
quién sabe si algo más, toca contar en profundidad lo que sabemos hasta ahora
de estos dos cuerpos celestes.
Sí, como ya contamos, si se asumió que Marte poseía dos satélites fue
por “cálculos matemáticos” antiguos. Y de chiripa, acertaron, la verdad. Pero más
allá de ser dos puntos de luz muy débiles que orbitaban el planeta, poco más se
sabía de ellos. Y durante los años previos al lanzamiento de las sondas
espaciales, sus órbitas fueron muy estudiadas, especialmente la del más interno
de los dos, Fobos.
Es apropiado nombrar los satélites del planeta con el nombre del dios romano
de la guerra como las personificaciones del miedo y el terror, pero en su
nomenclatura griega, curiosamente. Pero, ¿debemos sentir pánico? No, en realidad.
Lo que dan, sin embargo, son algunos dolores de cabeza. Veamos por qué.
Es cierto que Mariner 4 fue
la primera en pasar cerca de Marte en 1965, pero hubo que esperar a 1969 para
tener el primer vistazo, indirecto, de uno de los satélites marcianos. Así fue
porque, en una de las imágenes de Mariner
7 vimos una sombra en la superficie marciana. Pertenecía a Fobos, que
eclipsaba al Sol y, por lo que se pudo averiguar sobre esa sombra, el satélite
resultó ser mayor a lo que se anticipaba. Dos años después, fue el turno de
verlos, al fin. Fueron las cámaras de Mariner
9 las que nos mostraron tanto a Fobos
como a Deimos, confirmando las sospechas sobre los tamaños de ambos. Y desde
1976, pudimos obtener, gracias a los orbitadores Viking, imágenes más cercanas que nos permitieron cartografiar sus
superficies.
Una década después, la última misión de espacio profundo de la Unión
Soviética apuntó a investigarlos en profundidad. Pero, como no podía ser de
otro modo, fallaron. Ya lo contamos: la primera se perdió por un fallo en la
programación, y la segunda… Bueno, sigue sin saberse a ciencia cierta. Antes de
desaparecer, eso sí, obtuvo buenas imágenes de Fobos.
Y desde 1997, no hemos parado de explorar Marte, con toda una retahíla
de misiones tanto en órbita como en superficie. Así, orbitadores como Mars Global Surveyor, Mars Reconnaissance Orbiter, y vehículos
de superficie, como Spirit y Opportunity, y los más recientes Curiosity y Perseverance, los han estudiado. Más recientemente, nuevas misiones
han aportado su granito de arena, como MAVEN
y su visión ultravioleta y, más recientemente, la misión Al-Amal consiguió buenas imágenes de Deimos desde su alta percha
sobre Marte. Pero la que más nos ha aportado ha sido Mars Express, y sus decenas de sobrevuelos a Fobos desde que llegó, en diciembre del 2003.
De los dos, Fobos es el más próximo a Marte. Orbita a una distancia
media de 5989 km., apenas inclinada sobre el ecuador marciano, y tarda siete
horas y treinta y nueve minutos en rodear el planeta. Eso es, aproximadamente
un tercio del tiempo que tarda Marte en girar sobre sí mismo. Visto desde
cerca, Fobos parece una patata angulosa, con unas medidas de 27 x 22 x 18 km. Su
superficie está plagada de cráteres, siendo el mayor Stickney, de nueve km. de
diámetro. Sólo diecisiete de los muchos cráteres poseen nombres, como Hall,
Gulliver, Roche o D’Arrest. También hay una zona que es una Regio, bajo el
nombre de Laputa, y otra que ha sido marcada como una Planitia, nombrada
Lagado, ambas sacadas de Los Viajes de Gulliver. Lo más interesante de Fobos son sus surcos radiales, que parecen tener su punto de origen en el cráter Stickney. Por las mediciones, parece ser una pila de rocas, con mucho espacio vacío en su interior. Esto se sabe gracias a su densidad, de 1.88 gramos por centímetro cúbico, con una porosidad aproximada del 30%. Como es norma, su gravedad es extremadamente baja: un ser humano, en su superficie, apenas pesaría unos gramos.
Luego tenemos a Deimos. Más pequeño (15 x 12.2 x 11 km) más parece una lisa haba. A diferencia de Fobos, su superficie está apenas craterizada. Orbita Marte desde una percha más racional, a una distancia media de 23.460 km., tardando 30.4 horas en completar un círculo a su alrededor. Como su hermano mayor, es poco denso (1.47 gramos por centímetro cúbico), por lo que también será una pila de rocas más bien porosa. Si en Fobos pesarías poco, en Deimos aún menos. Sólo necesitarías dar un salto para abandonar su entorno. Así de fácil. En cuanto a su geografía, puesto que está tan lejos de Marte, es menos visitado, por eso sólo dos cráteres tienen nombres (Swift y Voltaire).
Y ahora, las preguntas peliagudas: ¿Qué son? ¿De dónde vienen? ¿Cómo se formaron? y ¿Cuál es su futuro? Vayamos al grano.
Al contemplar su aspecto, nos vienen a la cabeza los asteroides; de hecho, el racional tras la misión Fobos fue el de estudiar análogos de asteroides. Aún más, los estudios espectrales muestran que ambos son asteroides carbonáceos, concretamente del tipo D.
Pero esto choca con la realidad, en principio, por sus órbitas. Son prácticamente circulares, ubicadas básicamente en el ecuador marciano. Para conseguirlo, el planeta debe tener una atmósfera considerable. La actual es muy poca cosa, la verdad, si bien en el pasado sí fue lo bastante densa como para ello. ¿Duró lo suficiente como para ello? Todo parece indicar que no. ¿Entonces?
Hay científicos que son partidarios de la teoría del "parto con dolor" (una analogía más bien poco afortunada, a nuestro entender), es decir: el planeta sufrió un impacto que lanzó escombros para formarlos. Es la misma aplicada a nuestra Luna (teoría errónea, a nuestro juicio); para
ello, se basa en el hecho de que la región norte de Marte es una zona más baja que el resto, basándose en datos de gravedad. No tienen en cuenta dos cosas: primero, el borde de esa zona de impacto, súper cuenca la llaman, no es perfectamente circular, sino muy irregular; segunda, usando datos de topografía por láser se ha demostrado que la región norte de Marte es la más plana del planeta, incluso del sistema solar la conclusión es sencilla: esa zona fue un océano pretérito.
Si basan este argumento del supuesto origen marciano de las lunas, es por datos tomados por sondas recientes, en los que hallaron filosilicatos, abundantes en Marte. Pero lo que estudiaron fue el REGOLITO en Fobos. A ver: si Fobos y Deimos fueran restos del planeta, deberían ser más grandes de lo que son, puesto que ahora son restos agrupados por gravedad y con grandes huecos internos. He ahí el problema: si Marte sufrió un impacto tan gigantesco, ¿y el resto del material? Hay otra razón que podría explicar los filosilicatos en Fobos. No hay más que ver Marte, y todo el sistema solar, para ver que el planeta fue todo un campo de tiro asteroidal, con cráteres de dimensiones importantes como el Sciaparelli o el Herschel, ambos superando los cuatrocientos kilómetros de diámetro. ¿No sería posible, bajo nuestra inexperta opinión, que parte del material excavado llegara hasta los satélites?
Vale, ¿y entonces? Hay otra teoría, muy interesante, que explica la presencia de las lunas en sus órbitas actuales. Sospechan que Marte sí capturó un asteroide, pero éste fue el que sufrió el impacto y, los restos, entonces, formaron discos de restos que crearon Fobos y Deimos. Eso explicaría sus órbitas.
Hay un aspecto de la órbita de Fobos que merece una explicación. Como hemos dicho, órbita en muy poco tiempo el planeta. Cualquiera que lo vea desde la superficie (fácil gracias a los actuales rovers) descubre que el satélite emerge por el oeste, corre por el firmamento celeste marciano en unas tres horas, y desaparece por el este, repitiendo función horas después. Sí, da la sensación de que es un satélite retrógrado. Pero no, la realidad es bien sencilla: va más rápido que la rotación marciana. Y eso le provocará, a la larga, un problema.
Si os decimos que en el futuro Marte tendrá un anillo, ¿cómo os quedáis? Pues si, porque Fobos está acelerando, lenta pero seguramente. Eso significará que, según el llamado Límite de Roche, la gravedad marciana será tan fuerte que superará la de la propia de Fobos, a su energía orbital. Resultado el satélite se desgajará, adornando el planeta. Como prueba, están los acercamientos de
Mars Express, en los cuales Fobos siempre está levemente más adelantado de donde se calcula que debía estar. Triste fin le espera.
¿Y Deimos? Su futuro es opuesto. A diferencia de su hermano mayor, orbita más lento que la rotación marciana, y cada vez más. Eso significa que, con el tiempo, romperá el agarre gravitatorio con el planeta, para así vagar por el sistema solar.
Si alguna vez pisáis Marte, no lo hagáis en las zonas de altas latitudes, ni en los polos. Jamás les veréis. Para aquellos que escojáis el ecuador o regiones cercanas, apenas aparecerán más brillantes que estrellas, necesitando telescopios para verlos bien. Si no me creéis, mirad las imágenes de nuestros recursos en superficie, pasados y actuales. Ah, y si bien los eclipses de Fobos al Sol son frecuentes, nunca serán totales. Y de Deimos, más serán tránsitos que propios eclipses.
Ah, y en una nota, digamos, pintoresca, en los años 1960, un científico soviético afirmó que Fobos estaba hueco porque es un objeto artificial, una suerte de base, de estación espacial. Datos posteriores demostraron que no era así. Curioso, ¿no?
Y este rollo, ¿a cuento de qué?
Si todo va bien, la siguiente ventana de lanzamiento se abre el año que viene, y JAXA la va a aprovechar para enviar su misión
MMX, el Explorador de las Lunas Marcianas. Es una misión ambiciosa cuyo objetivo es obtener muestras del regolito del satélite. Con cooperación de la agencia francesa CNES, el centro aeroespacial alemán DLR y la NASA, investigará el satélite, se posará, soltará un rover, y tomará muestras usando dos sistemas diferentes. Y si hay tiempo podría estudiar Deimos también, antes de retornar a la Tierra con su restos valiosa carga. Un objetivo ambicioso para la segunda misión japonesa a Marte.
Pues aquí les tenemos: sus certezas, sus incógnitas, sus futuros. Fobos se ha mostrado hostil a cualquier desembarco. ¿Se dejará esta vez?
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