El planeta rojo sigue deparando sorpresas, y un nuevo análisis del SHARAD de MRO nos ha permitido descubrir nuevos depósitos helados bajo la superficie, en este caso en el polo sur. Estos depósitos, identificados como dióxido de carbono helado (por la señal que emite) tienen un volumen similar al del lago Superior aquí en la Tierra. Casi nada. Si lo juntamos con los que hay en la primera capa del casquete polar sur, tenemos una apreciable cantidad. Lo más interesante es que, según parece, ese hielo de dióxido de carbono, cuando el eje de inclinación varia notablemente, se sublima, es decir, se convierte en gas, y pasa a la atmósfera, engordándola en un 80%, y elevando la presión atmosférica en un 75%. Este aumento atmosférico (se produce continuamente, aunque lentamente) provocaría frecuentes tormentas de polvo al aumentar la velocidad del viento. Actualmente la fina atmósfera marciana es tremendamente capaz de transportar la fina arena, y si ese efecto se produce, prácticamente todo esto provocaría mayores y más frecuentes tormentas de polvo que, junto con el aumento de grosor atmosférico, un aumento de temperatura a causa de un efecto invernadero, desencadenando que los hielos de agua se derritieran. A este respecto sabemos varias cosas: existió una vez agua corriendo por la superficie en forma de enormes caudales, y su hemisferio norte, vistas las mediciones del MOLA de MGS, fue un gran océano, y además hubo allí una muy densa atmósfera con la que capturó a Fobos y Deimos. La actual pérdida de iones de de la atmósfera (que también se lleva los átomos de vapor de agua), víctima del viento solar, a causa de la desaparición del campo magnético, provocó que el planeta acabara en el estado actual, aunque parece que los cambios aquí teorizados gracias a las investigaciones de MRO y sondas anteriores y actuales nos dan el panorama de que períodicamente la atmósfera aumenta y provoca un gran fenómeno de calentamiento global, permitiendo que el agua fluya libremente por la superficie. Marte está aún vivo.
Una vez un científico dijo sobre Marte, acerca de las manchas oscuras que se veían a través del telescopio: "Que estas áreas oscuras están formadas por vegetación, y que su cambio de color está de alguna forma relacionado con la descarga de aguas de fusión del menguante casquete polar, es algo que ya no ponen en duda la mayoría de los observadores del misterioso planeta". En un discurso, otro científico terminaba su disertación con esta frase, según parece rotunda: "... lo que sin duda significa que existe vida vegetal sobre la superficie de Marte". Ámbas afirmaciones no fueron dichas en el siglo XIX, a raiz de los descubrimientos de Schiapparelli. La primera la pronunció en 1955 el astrónomo americano Earl Slipher (que a su vez, añadía esta extraña frase: "A veces hemos sido acusados de dibujar nuestros mapas de Marte en el gabinete"). La segunda, tampoco era demasiado lejana, ya que sonaba frecuentemente por los ambientes astronómicos en la década de 1960. Faltaba muy poco, por lo tanto, para que todo este entusiasmo sobre un Marte vivo se hundiera cuando en 1965 la Mariner 4 nos revelara un Marte fósil. Las imágenes que nos envió esta primitiva sonda (de escasa calidad) nos mostraba un planeta que nunca había registrado actividad geológica, más allá de la modificación provocada por los impactos de asteroides.
Todo cambió tras la misión de Mariner 9. Antes de Mariner 4 se esperaba que fuera otra Tierra. Tras las Mariner 6 y 7, todos estaban convencidos de que era otra Luna. Solo se había visto un pedazo de la superfice, y cuando la misión de Mariner 9 acabó en 1972, se descubrió un planeta con una historia muy compleja. Las Viking orbitales nos mejoraron algo la perspectiva sobre el planeta, pero la misión principal estaba situada sobre la superficie. Tuvimos que esperar, sin embargo, hasta que Mars Global Surveyor y Mars Pathfinder alcanzaran el planeta en 1997 para ampliar enormemente nuestros conocimientos.
Mariner 9 tenía como misión caracterizar la superficie marciana, indagar en la atmósfera y medir su temperatura. MGS no solo estaba diseñada para levantar un mapa global con una resolución hasta la fecha solo reservada para la Tierra, sino que también para realizar un mapa topográfico de la superficie, además de contar con un instrumento con el que indagar en los minerales que componen la superficie. Mientras, Mars Pathfinder tenía como misión depositar en Ares Vallis un pequeño todoterreno con un instrumento analizador de la composición de las rocas.
La sonda orbital, con una cámara de mayor resolución que las sondas anteriores, fue capaz de caracterizar con mayor precisión la superficie marciana, y buena parte de los rincones más interesantes de la superfice marciana estaban al alcance. Sobre todo los cauces encontrados por primera vez en 1972. Desde ese año supimos que en Marte hubo ríos, tal vez por la superficie, quizás por debajo de ellas, pero lo que era seguro es que son los restos fosilizados de una actividad fluvial bastante importante. La topografía realizada por ésta también nos confirmó lo avanzado por Mariner 9 y las Viking: que todo el hemisferio norte es la superficie más plana del sistema solar, y desde el equipo que operaba el instrumento se nos decía que era todavía más plana que la superfice de los fondos oceánicos llenos de sedimentos, que era a lo que más se parecía. Teniendo en cuenta que muchos de los cauces secos acaban allí, no hace falta realizar más preguntas. Otra prueba nos la daba Pathfiner en Ares Vallis. Muchas de las rocas analizadas poseían diversidad de composiciones, aunque muchas eran andesitas (rocas formadas por movimientos continentales), aunque también encontró conglomerados, es decir, rocas formadas bajo las aguas durante largo tiempo. Ares Vallis está situado cerca de la dicotomía, y junto con Tiu y Simud Vallis, forman un delta de un caudal considerable. Muchas de las rocas depositadas cerca de la zona de aterrizaje de Pathfinder son de mediano tamaño pero hay alguna de importantes dimensiones. El encontrar antesitas (o lo más parecido a ellas) nos indica que seguramente todo eso provenga de cuando se formó el Valles Marineris, aunque también hay basaltos, muestra de que, naturalmente, hubo erupciones volcánicas. Lógico viendo los gigantescos volcanes del domo Tharsis. Prácticamente por todo Ares Vallis había pruebas de la actividad de agua en superficie.
El magnetómetro que portaba MGS buscó tenazmente una magnetosfera en el planeta. Solo encontró los restos. Viendo la interacción de la magnetosfera terrestre con el viento solar, en Marte se supone ahora que allí existía un campo magnético parecido, pero que por alguna razón desapareció, y dejó la atmósfera desamparada, por lo que gran parte de la atmósfera (principalmente vapor de agua) se escapaba (aún lo hace) al espacio. Phobos 2 nos dio la primera pista en 1989, y MGS amplió la perspectiva. No se sabe cuándo se apagó el magnetismo marciano, y ahora hay solo restos fosilizados en regiones donde las rocas son susceptibles al magnetismo. Tal vez sea también responsable de que no parece haber actividad volcánica. Análisis posteriores realizados con los instrumentos y cámaras de la europea Mars Express, que alcanzó el planeta rojo a finales del 2003, fechan que los volcanes de Tharsis realizaron su última erupción hace entre 1 y 20 millones de años. Es posible que tras la desaparición de un campo magnético en Marte le siguiera el fin de toda actividad geológica. Solo hace falta saber cuándo circuló por última vez el agua por Marte.
Los MER son básicamente robots geológicos. Prácticamente colocaron toda la electrónica de Mars Pathfinder en una caja, sobre seis ruedas con suspensiones adoptadas de los buggys. Fueron diseñados para analizar en profundidad los lugares de aterrizajes. Spirit en el cráter Gusev (se cree que fue un lago ya que un canal desemboca allí) y Opportunity en Terra Meridiani (situada al sur de Ares, Tiu y Simud Vallis) tienen los encargos de averiguar cualquier interacción de la geología del lugar con el agua. A este respecto, cuando Opportunity salió del cráter Eagle, la prueba de que allí hubo se reveló a los ojos de los controladores: el lugar en el que amartizó estaba absolutamente libre de rocas, y por todas partes está lleno de dunas, aunque en muchas partes se deja ver lo que hay debajo de esas finas arenas. Además, el haber investigado 3 cráteres desde dentro ha permitido ver los estratos de las capas subsuperficiales, expuestas por los impactos. Básicamente desde el primer momento en el que pisó el cráter Eagle ya descubrió las primeras pruebas irrefutables de actividad acuática en esa región, tras hallar rastros claros de hematita y jarosita, minerales que se forman en los fondos de los lagos, además de encontrar depósitos de sales que se han quedado allí cuando el agua se evaporó. Un análisis de 6 meses en el cráter Endurance demostró que una vez estuvo bajo las aguas (por lo que esas aguas se han llevado las rocas del eyecta de los cráteres de la región), y tras la investigación del cráter Victoria, ya no cabe duda: hubo agua corriendo por allí. Sin embargo, Gusev parece haber sido modificado por una mezcla de agua y actividad volcánica. Gusev se encuentra al sur de la provincia de Elysium, segunda región volcánica de Marte. Muchas de las pruebas indican que hubo agua y se evaporó. Actualmente se están realizando más análisis en profundidad de los confusos datos enviados por Spirit desde Gusev.
Hay otra pregunta candente: ¿dónde está el agua que circuló por la superficie? Tras los datos traidos por todas las sondas, se podría decir que dos destinos: congelada en los polos, y expulsada de la atmósfera. Se empezó a suponer que podrían existir depósitos de hielo bajo la superficie. Pero, ¿cómo detectarlos? La respuesta: radar. Actualmente existen dos sondas equipadas con radar capaz de penetrar la corteza marciana y averiguar qué hay debajo. El primero es el MARSIS de Mars Express, un conjunto de 3 antenas, dos de 25 metros y una de 10, y el segundo está en Mars Reconnaissance Orbiter, el SHARAD, con dos antenas cortas. Ambos radares actúan conjuntamente, y entre la sensibilidad del segundo, y la capacidad de penetración del primero, se han encontrado importantes depósitos de hielo bajo la superficie. Y por otra parte, está Phoenix. Este aterrizador estático, que examinó los terrenos poligonales del polo norte marciano, también encontró hielo bajo la superficie. Armado con un brazo robot, examinó durante los meses de mayo y noviembre del 2008 el terreno que le rodeaba, alcanzando hielo bajo ella (hielo que acabó derritiéndose). No solo eso, ya que también encontró sales minerales disueltas en el suelo. Y además detectó una pequeña nevada. No llegó al suelo, pero su detección fue muy importante para comprender el clima marciano en esas latitudes tan altas.
¿Y ahora?. Hemos hablado de procesos pasados, de lo que podría pasar, pero ¿y ahora?. La larga permanencia en órbita marciana de MGS nos permitió cámbios sustanciales en la superficie, tales como movimientos de dunas, nuevos impactos de meteoritos, que cambian con el tiempo, y también unos extraños corrimientos de tierras en los bordes de acantilados y cráteres. Análisis y suposiciones (poco se puede hacer desde órbita en un objetivo tan pequeño) nos han permitido exponer que esos deslizamientos son provocados por agua líquida, que ha estado retenida bajo la superficie, y que al salir se ha mezclado con la arena del borde del cráter, y así ha quedado, una especie de costra de tierra compactada a lo largo de varios metros. El agua se puede haber evaporado, pero la marca, y la tierra compactada (posiblemente congelada) ha quedado allí. Pero claro, como hemos dicho, son observaciones visuales con pocos datos provenientes de las naves de órbita. Lo mejor sería examinarlo in situ, y tal vez Curiosity sea capaz de aventurarse en terrenos tan dificiles.
Visto lo visto, se pueden decir varias cosas: ¿Fue Marte un planeta húmedo en el pasado? Si, sin duda, por toda la superficie hay pruebas de que hubo agua correteando alegremente por la superficie. ¿Tiene agua actualmente Marte? Si, en forma de hielo, en los casquetes polares, y bajo la superficie. En estado líquido, no tenemos pruebas concluyentes. ¿Volverá a ser Marte húmedo en un futuro? Visto lo visto gracias a Mars Reconnaissance Orbiter, parece que lo será, a no ser que metamos mano y terraformemos Marte. Aunque claro, hay gente dentro de la comunidad científica que rechaza todo esto del agua en Marte, y para ello formula otras teorías, que encajan a bofetadas, como que en la zona de Meridiani en la que anda Opportunity lo que hay es megaregolito, es decir, los restos pulverizados de los impactos de asteroides. Si fuera eso, estaría por todo el planeta, y no es el caso. Cuatro sondas nos dicen lo contrario. Además, que en muchas partes no haya arena, quiere decir claramente que no hay de eso que dicen. Si lo hubiera, sería de metros de profundidad, y queda claro que no es el caso. En fin, los hay con la mente muy cerrada. Allá ellos.
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