Érase una vez un águila que cuando volaba por el cielo observó la Luna y pensó: "Algún día llegaré allí". Aquella águila era perseverante, pero no conseguía alcanzar aquel disco gris. Pero entonces, se dio cuenta que necesitaría ayuda para llegar hasta su deseado destino. Y se encontró a alguien llamado Saturno, que le dijo: "No te preocupes, conmigo llegarás". Y lo dejó todo en sus manos. Tenía miedo, no podía negarlo, pero confió en él. Se dejó impulsar por Saturno, y cuando pudo, extendió las alas, y las agitó todo lo que pudo. Y gracias al impulso de su amigo Saturno, logró alcanzar la Luna, quedándose allí, en un lugar llamado Tranquilidad.
Esto no es más que una pequeña metáfora, para ilustrar que hace 40 años el módulo lunar Eagle del Apollo 11, con Armstrong y Aldrin a bordo, consiguió hollar nuestro satélite por 1ª vez. Y son 40 años en los que se ha avanzado muchísimo, pero a pesar de los avances, no hemos vuelto a mandar gente a la Luna. Pero lo que ocurrió aquel 20 de julio de 1969, aquella epopeya, siempre será quizás lo mejor y lo más alto que hemos saltado. Hasta que lleguemos a Marte, pero esa, es otra historia. Pero hace 40 años, todo un planeta estaba pendiente de lo que hacían 2 personas, a 384.000 km. de nosotros. Aquel salto para la humanidad sigue allí, todas las huellas de una proeza, a la cual siguieron otras 5, cada cual más larga, en esa magnífica desolación. Ahora se habla de volver, se hacen planes, pero hace falta averiguar por qué tenemos que volver a pisar Selene. Pero para resolver esa pregunta, una nueva flotilla de sondas han estado y están inspeccionando, de nuevo, nuestro satélite, para hallar una razón para aventurarnos en una nueva epopeya, que ya no será tan romántica, pero obviamente, si vamos será para quedarnos. En esta década, Europa (SMART-1), Japón (Kaguya), China (Chang'e-1), la India (Chandrayaan) y Estados Unidos (LRO y LCROSS) se han afanado, y algunas aún lo hacen, en recolectar información nueva y desconocida para justificar nuevas razones de volver. Y si fuera por el simple placer de regresar, lo haríamos para visitar los antiguos lugares en los que el hombre colocó su pie, sus artefactos, su huella. Y esa huella la ha visto LRO gracias a su sistema de imágenes LROC, alcanzando a ver, de forma parecida a lo que hizo la MRO con las sondas de superficie en Marte, los módulos que se quedaron en la Luna. No ha visto todos, pero naturalmente, allí siguen, como testigos mudos de lo que aconteció hace 40 años. Y fue algo muy grande. Pero sobre todo, nos quedamos con una frase para la historia: "Houston, aquí base Tranquilidad. El Eagle ha aterrizado". Es algo que quedó para la historia. Y solo podemos decir una cosa: Ojalá hubieramos estado allí para relatarlo.
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