Phoenix, un tributo

martes, 17 de noviembre de 2009

En la diana


Nos explicaremos: Recordareis, gracias a la primera entrada de esta Crónica, que LCROSS y la etapa Centaur del Atlas 401 que le envió a la Luna junto a LRO, tenían la misión de estrellarse en la superficie de Selene, más concretamente en el cráter Cabeus, un cráter en sombra perpetua, para examinar las capas subsuperficiales de la zona a impactar, más que nada para ver qué se encontraba. Pues ahora es el momento de relatar lo que ha encontrado. En una conferencia de prensa, con gran pompa y boato se ha anunciado que se ha encontrado agua en ese cráter, a resultas del impacto del Centaur. Lo que no nos han querido decir es la cantidad de agua que podría haber allí. Si unimos este descubrimiento junto con el lanzamiento semi-exitoso del Ares I-X, queda claro que es una medida de presión hacia la actual administración que dirige ese país para seguir adelante con el programa Constellation, que volvería a llevar al hombre a la Luna.

El asunto del agua en la Luna no viene de demasiado lejos. La fiebre acuática se inició cuando una sonda militar estadounidense, Clementine, en una serie de pruebas para comprobar su buen funcionamiento, fue acercada a Selene para fotografiar su superficie. Pero no solo usó su cámara, ya que usando uno de sus instrumentos encontró en el polo norte rastros de hidrógeno. Análisis posteriores daban una cantidad de agua tal que toda la prensa del mundo anunció tal hallazgo con gran repercusión. Por supuesto las posibilidades de montar una base en la Luna gracias a este hallazgo aumentaban, para fabricar oxígenos para los astronautas, agua para beber, y sobre todo, combustible para cohetes.

En medio de esta fiebre, se preparaban planes para usar la Luna como paso previo antes de enviar gente a Marte. Con la cantidad calculada, cualquier cosa era posible, pero había que concretar. Para ello, se fabricó una sonda especifica para encontrar ese agua, Lunar Prospector. Esta sonda lanzada en 1999 detectó enormes cantidades de hidrógeno no sólo en el polo norte, ya que también el sur parecía tener la misma huella de hidrógeno. Entonces la fiebre del agua regresó aún más, y con más pasión, ya que anunciaron que las cantidades encontradas eran mucho mayores que las estimadas por Clementine. Entonces prepararon el broche final: Estrellarían Lunar Prospector en una de esas zonas repletas de hidrógeno, en un cráter cuyo fondo está en perpetua oscuridad. A diferencia de lo que esperaban, se llevaron uno de los mayores chascos de la historia astronáutica, ya que no se detectó ni rastro de hidrógeno, de agua, o similar, y eso teniendo a todos los medios más potentes observando nuestro satélite.

Pero claro, muchos se agarraban a un clavo ardiendo (es decir, a los resultados), por ello se está montando ahora la que se está montando. Desde Lunar Prospector muchas sondas se acercaron a Selene, entre ellas la colosal Kaguya. Esta descomunal pieza de avanzada tecnología no ha encontrado nada de este hidrógeno, ni agua, y eso que también ha finalizado su misión tan rudamente como sus anteriores acompañantes. La única que es probable que lo encontrara fue la hindú Chandrayaan, otra sonda perdida, por distintas causas. Pero la prueba de contacto, a causa de la inmolación de LCROSS, no ha hecho más que volver a encender las ilusiones de todo el mundo. Pero lo dicho, llega en el momento en el que se debate si es rentable y sobre todo necesario regresar allí.

Los oportunismos son malos. Los dólares, peores.

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