Dentro de nuestras posibilidades, el último planeta del sistema solar (desde aquí seguimos insistiendo en que es y será planeta) ha vuelto a aparecer en nuestras vidas.
El Hubble ha vuelto a echar un vistado a Plutón, y nos ha mostrado que su superficie es muy dinámica, a diferencia de lo que se pensaba, ya que se creía que era un mundo muerto y congelado, aunque lo segundo si que lo es. En las nuevas imágenes nos muestra el color real, una mezcla de gris y naranja, y algo de rojo. Pero lo interesante es que, comparando el mapa global ahora tomado con el que realizó en 1994, vemos que ha habido muchos cambios en su superficie, ahora que el plane
ta se aproxima al verano en el polo norte porque, casi como Urano pero más exagerado, su eje de rotación está muy inclinado. Lo que está encima de la mesa a modo de debate es ese color naranja y el poco rojo que hay, ya que se sospecha que la radiación ultravioleta proveniente del Sol reacciona con el metano de la atmósfera y superficie, provocando ese color. Además, hay otra zona que interesa, ya que en ambos mapas hay una zona bastante brillante, y se cree que está compuesta de monóxido de carbono. Es todo lo que se puede hacer desde aquí.


Tras el descubrimiento de Neptuno, la observación de sus movimientos llevó a la conclusión de que había algunas irregularidades en su órbita, ya que no seguía el camino que se le había calculado. Entonces se supuso, como en el caso de Urano, que había por allá un planeta que alteraba la órbita de Neptuno. Fue cuando empezó la fiebre por encontrar un nuevo planeta, pero el único que la siguió en serio fue Percival Lowell. Estuvo años buscando en los más alejados rincones del sistema solar ese desconocido, al que se le creía más o menos el tamaño de la Tierra o más pequeño. Lowell murió en 1914 sin descubrir nada en absoluto, y luego se probó que el supuesto error en la órbita era otro error, símplemente se había calculado mal el recorrido. Aún así se siguió buscando, y los herederos de Lowell continuaron buscando hasta que, el 21 de enero de 1930, Clyde Tombaugh localizó un punto más allá de Neptuno, lo observó durante unos días, y lanzó la noticia: un nuevo planeta para sumar al sistema solar. Se le llamó Plutón, y las dos letras del nombre son un homenaje a Lowell, la persona que impulsó su búsqueda. El problema para su observación es que está tan lejos que averiguar algo desde aquí es casi misión imposible.
Plutón es un lugar de extremos. En otra entrada de esta crónica ya comentamos el "baile" del planeta y su satélite Caronte (y también sus otros dos satélites Nix e Hydra), es decir, su particular órbita, pero lo que no relatamos va ahora. Su órbita alrededor del Sol dura 248'8 años, lo cual es una auténtica burrada de tiempo, y su órbita está inclinada 17º, la que más en el sistema solar. Luego, la propia inclinación del planeta es de 120º, por lo que es un caso parecido al de Urano, por lo que da un polo dependiendo de la zona de la órbita en la que esté. Y rizando el rizo, parte de la órbita durante un tiempo cruza la de Neptuno, por lo que a veces es Neptuno más exterior. Rota sobre sí mismo en 6'38 días (tiempo idéntico al que tarda Caronte en rodearle), y por lo que se cree, hay mucho metano en la superficie, y también se sospecha que posee una atmósfera.
Con la era de las sondas espaciales, todos los planetas han sido visitados, con más o menos asiduidad, e incluso asteroides y cometas han recibido algunos acompañantes, pero quedaba un lugar que hasta ahora no ha sido observado por el objetivo de una sonda espacia

Más que ninguna otra sonda que investigara por primera vez un planeta, el


El 14 de julio del 2015 New Horizons realizará su máximo acercamiento, y ese día descubriremos un nuevo mundo, o cuatro, si le añadimos Caronte, Nix e Hydra.
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