Un día de 1903, un modesto profesor de escuela ruso, Konstantin Eduardovich Tsiolkovski, influenciado por los relatos de ciencia-ficción, y también por los libros de las ámplias bibliotecas por las que anduvo, publicó una serie de estudios llamados "Exploración del espacio interplanetario mediante aparatos a reacción", en los que exponía, en la teoría, lo que es ahora la práctica. Tocó todos los temas: Combustibles a utilizar, diseños de cámaras de combustión, cohetes por fases..., y todo el mismo año en que los hermanos Wright realizaron su primer vuelo a bordo del primer avión de la historia. Tsiolkovski es tratado actualmente como el visionario, una persona anticipada a su tiempo, que expuso, sin temor a burla, los métodos que se deberían utilizar para comenzar a dar los primeros pasos en la exploración espacial.
Tuvieron que pasar muchos años hasta que alguien recogiera el guante, y fueron en lugares tan alejados como Alemania y Estados Unidos. Era el 16 de marzo de 1926, en Auburn (Massachusetts), y ese día Robert H. Goddard, un enamorado de la obra de H.G. Wells, puso en práctica uno de los postulados de Tsiolkovski. El primer cohete propulsado con combustible líquido hizo su primer vuelo (nada espectacular, solo se elevó 12 metros), y probó que era prácticamente posible lanzar cohetes con ese tipo de carburantes. Luego fue perfeccionando sus cohetes (y acumulando denuncias y multas, por exceso de ruido), pero gracias a una de sus creaciones, la primera carga de "pago" fue lanzada (una cámara de fotos, termómetro y barómetro), y comenzó un poco la era de la investigación atmosférica mediante cohetes. Su trabajo, financiado por el instituto Smithsonian, fue bastante criticado, tanto por "expertos", como por envidiosos, por medio de un editorial anónimo publicado en el "The New York Times", en el que básicamente se le tildaba de ignorante. Sin embargo, siguió trabajando en el tema hasta que un cáncer de garganta acabó con él. Lo más curioso es que el propio periódico que había publicado ese editorial, el día después que el Apollo 11 publicó con el curioso título "Una corrección" una editorial en la que se reconocía el mérito de Goddard para hacer realidad el suceso que acababa de producirse. Diez años antes la NASA había abierto el Centro Espacial Goddard para vuelos espaciales, en honor de este brillante, aunque raro, ingeniero.
En la misma década de 1920, paralelamente a los trabajos de Goddard, un médico de origen rumano aburrido de la profesión y lector casi obsesivo de la obra de Julio Verne "De la Tierra a la Luna" (dicen que la llegó a memorizar palabra a palabra), Hermann Oberth, inició en Munich la carrera de física, terminada en 1922 con su "utópica" (según los profesores) tésis sobre los vuelos espaciales. Tras esto publicó en el ámbito privado su estudio "Los cohetes hacia el espacio interplanetario", ampliado en 1929 bajo el título "Modos del vuelo espacial", en los que corregía y aumentaba todo lo expuesto por Tsiolkovski, sin conocer la obra de éste. Durante esos mismos años, junto con un grupo de entusiastas de los vuelos espaciales, fundó la Sociedad del Vuelo Espacial, que durante los años de entreguerras se dedicaron a diseñar y lanzar los cohetes que construían. Trasladado a Berlin, además de ser profesor de la Universidad Técnica de la capital germana, participó como experto en el rodaje de la película de Fritz Lang "Frau im Mond". Durante su tiempo en la Universidad tomó contacto con muchos alumnos prometedores, entre los que estaba Wernher von Braun.
Wernher Magnus Maximilian Freiherr von Braun procedía una acomodada familia alemana, en la cual, durante su juventud, pasaron los libros de H.G. Wells y Julio Verne, gracias a los cuales se empezó a apasionar por los vuelos espaciales y sus posibilidades. Posteriormente cayó en sus manos el primer estudio de Hermann Oberth, lo que le hizo decidirse por ese ramo. Entró en el Instituto Politécnico de Berlin, en el que se graduó en 1930, y dos años después se doctoró en física por la Universidad de Berlin. Tiempo antes había entrado en la Sociedad del Vuelo Espacial. Además, en 1934 se doctoró en ingeniería aeroespacial, después de enrolarse en el ejército.
Las guerras son épocas lamentables, dedicadas plenamente a la destrucción. Pero ironías de la historia, las guerras también son épocas de progresos fulgurantes, y la Segunda Guerra Mundial fue en la que más se progresó. En 1933, en una Alemania en una profunda crisis económica, y con un gran sentimiento de revancha frente a los que habían provocado su derrota en la Gran Guerra, llegó al gobierno de la República de Weimar el NSDAP, o partido nazi, con ese tipo de bigote ridículo, ese cabo bohemio llamado Adolf Hitler, destinado a aterrorizar a toda Europa. En un año, la República se convirtió en dictadura, y el gobierno alemán inició un grandísimo programa de rearme, porque tenía previsto devolver la bofetada que Alemania había recibido de Francia y Gran Bretaña en 1919. Analizando la estructura política alemana de aquellos años, nos damos cuenta que la jerarquía del gobierno y del partido se basaba prácticamente en métodos feudales. Sin embargo, en cuanto a cuestiones técnicas, era auténticamente fanático del progreso tecnológico, todo con tal de que asegurar la victoria para Alemania. A tal efecto se avanzaron en muchos aspectos, tales como la aviación, energía atómica, y en la cohetería. En 1939 se dio a conocer que Alemania había fabricado el primer avión a reacción, tenía grandes científicos de física nuclear, y también a muchos expertos en cohetes, gracias a la Sociedad del Vuelo Espacial, así que el gobierno nazi contrató a todos los miembros de la Sociedad, y adscritos a un programa de armas secretas los alojó en Peenemünde, en donde tenían como labor la de fabricar cohetes capaces de transportar explosivos.
Von Braun, enrolado en ese momento en el ejército, trasladó a los mejores técnicos de la Sociedad para progresar lo más deprisa que pudieran (Oberth también estuvo, durante poco tiempo), bajo la premisa de que, si para diseñar cohetes con los que alcanzar el espacio hay que realizar este trabajo, adelante, comenzó un frenético trabajo, con diseños propios, aunque también con planos "adquiridos" por la inteligencia alemana sobre el trabajo de Goddard. Enrolado en las infames SS, prácticamente tuvo carta blanca para hacer lo que quisiera cuando quisiera. Al fin, todo el trabajo se plasmó en el cohete A-4, más conocido como la V2.
Considerado el primer misil balístico del mundo, el cohete A-4 fue, obviamente, el artefacto de su tipo más avanzado durante esos años. Terminado de construir en 1941, sus primeros vuelos en 1942 no fueron muy exitosos, pero tras un despegue exitoso, los jerarcas nazis se entusiasmaron con el "juguete", ordenando su producción en serie, asignándole el nombre de "Vergeltungswaffe 2" (arma de represalia número 2) o V2. Equipado con una cabeza explosiva de 980 kg., alcanzaba más de 5.000 km/h, alcanzando una altitud de crucero de 88 km., lo que le hacía, naturalmente, imposible de interceptar. Comenzada a usar contra Londres en 1944, llegó demasiado tarde como para influir en el desarrollo de la guerra. Pero su sola presencia hizo llamar la atención tanto de Estados Unidos como de la Unión Soviética. Cuanto las tropas rusas entraron en Alemania y encontraron una de las fábricas de motores de las V2, llamaron a su máximo experto en estos temas: se llamaba Sergéi Koroliov.
De origen ucraniano, Sergéi Pávlovich Koroliov, se interesó pronto por la aviación. Tras los tumultuosos años que acabaron con la llegada de los bolcheviques al poder en Rusia, fue un dedicado estudiante. Adscrito primero a una escuela profesional de carpintería, pronto su afición por la aeronáutica hizo que se apuntara a la Sociedad de Aviación y Navegación Aérea de Ucrania y Crimea, una pequeña rama del partido Comunista. En ella se distinguió como diseñador de planetadores, y también de algunos aeroplanos a motor. Entró en el Instituto Politécnico de Kiev, ya que en ese momento acababa de incluir la aeronáutica a sus materias. Además, estudió ingeniería, física y matemáticas. Ya en Moscú, entró en el ámbito de los cohetes y se empezó a interesar por los cohetes de propulsión líquida. Participó en la creación del Grupo de Investigación de Propulsión a Reacción, organización subvencionada por el estado para la producción de cohetes. En 1932 la genialidad de Koroliov le llevó a ser designado jefe de grupo. Un año después el grupo lanzó su primer cohete, y al año siguiente publicó "Vuelo en cohete a la estratosfera", su estudio sobre la materia. De una forma parecida a como los miembros de la Sociedad del Vuelo Espacial alemán, este grupo fue fusionado con el Laboratorio de Dinámica del Gas, con sede en Leningrado, y controlado por el Ejército Rojo, para crear el Instituto de Investigación de Propulsión a Reacción, con los mismos fines belicosos que el programa secreto que se llevaba a cabo en Peenemünde. En 1936 fue designado ingeniero jefe de este instituto. Gracias a su dirección se hicieron importantes progresos en el ámbito del guiado y estabilización de cohetes, así como el desarrollo de éstos mismos.
A pesar del éxito, los avatares políticos le tocaron muy profundamente. Tras las purgas iniciadas por Stalin desde 1937, en 1938 una nueva ronda de detenciones masivas le tocó de lleno. Con la falsa acusación de subversión (se le acusaba de usar los fondos estatales para sus propios fines), miembros del servicio secreto lo detuvieron y lo agredieron hasta que "confesó". Fue condenado a 10 años de reclusión y enviado al gulag de Kolyma, en Siberia. Lo que realmente ocurrió fue que fue denunciado por un miembro de su propio grupo, que provenía del Laboratorio de Dinámica del Gas, Valentin Glushkó, y lo hizo porque, tras conocerle, surgió en él una gran envidia hacia el trabajo, capacidad e inteligencia de Koroliov. El caso de Koroliov se revisó, y al final fue trasladado a campos de trabajo para intelectuales, pasando por los dedicados a la aviación y los motores a reacción, en este último bajo dirección de Glushkó. Durante este tiempo la salud de Koroliov se había deteriorado mucho a causa de la estancia en el gulag, y durante ese tiempo comenzo a desconfiar de todos, lo que le convirtió en una persona muy reservada. Al final en 1944 fue liberado, y sus cargos retirados, junto con muchos otros científicos (incluido Glushkó), continuando su trabajo en la última organización. En 1945 fue comisionado por el Ejército Rojo con el grado de Coronel, y le ordenaron volar a Alemania para estudiar los V2 alemanes.
Justo al final de la guerra, tanto estadounidenses como soviéticos empezaron a peinar toda Alemania para buscar a los expertos en cohetes que habían construido el V2. Fueron los primeros los que alcanzaron mayor éxito cuando von Braun se entregó a ellos, con buena parte de su equipo. La otra parte del equipo alemán fue capturada por los soviéticos, y ellos, los cohetes, los motores y los planos de los V2 fueron llevados a la Unión Soviética.
Tras todos los traslados, ocurrió una cosa curiosa. El equipo de von Braun, trasladado a Estados Unidos, a pesar de estar trabajando para el ejército, apenas tuvieron actividad en el ámbito de los cohetes. Mucho se acusó al gobierno americano de salvar a nazis solo por sus conocimientos, pero las autoridades se ocuparon muy mucho de borrar el pasado de von Braun, asegurando que había sido un SS porque se lo habían ordenado, aunque hay registros que nos cuentan que el propio ingeniero visitó varios campos de concentración para seleccionar a "sus obreros" para la fabricación de los cohetes. Como era de esperar, ésto fue omitido. Sin embargo, el destino de los que acabaron colaborando con Koroliov fue diferente, ya que estuvieron trabajando a todo gas, recluidos casi como en prisión. Aún así consiguieron construir su propio V2, adoptando el nombre de R-1. Durante los primeros años de la década de 1950, derivados del V2 fueron desarrollados. Los cohetes en sí eran buenos, pero los motores, el trabajo de Glushkó, eran bastante malos, lo que provocó que Koroliov no confiara en él. La desgracia era que le necesitaba.
Era la guerra fría, lo que hacía uno, lo copiaba el otro, y los americanos, al saber que los soviéticos estaban desarrollando cohetes balísticos, con cada vez mayor alcance, pusieron a trabajar a von Braun y su gente. El mayor deseo de von Braun era el de construir cohetes que llegaran al espacio, y desarrolló los primeros cohetes americanos con ese fin, a la par que los camuflaba como misiles intercontinentales. Así desarrolló los misiles Jupiter y los cohetes Redstone. Por su parte, Koroliov fue refinando el diseño de su cohete, que bajo solicitud del Ejército Rojo debería ser capaz de transportar sus modelos de bombas atómicas. Así apareció el R-7.
Además de desarrollar misiles intercontinentales, su interés por los vuelos espaciales hizo que se propusiera el diseño de su R-7 para que pudiera lanzar satélites al espacio, proponiendo ésto a la Academia Rusa de Ciencias, y venciendo las reticencias del politburó y del ejército. Además, en 1957 se celebraría el Año Geofísico Mundial, y en la prensa americana se empezó a sugerir la idea de lanzar un satélite como momento cumbre de la celebración de este evento. Koroliov vio esto y espoleó a sus dirigentes a adelantarse a los americanos. Era verdad que los americanos preparaban algo así, lo que ocurría que había dos proyectos paralelos: el Explorer, dirigido por el Ejército, y bajo supervisión de von Braun, y el Vanguard, dirigido por la Marina. Sin embargo, para poder lanzar un satélite se necesitaba modificar los cohetes existentes, y aquello llevó tiempo.
Al fin, Koroliov obtuvo el permiso para comenzar el desarrollo de sus satélites, y como el desarrollo del que estaba previsto se había retrasado, se decidió hacer otro modelo, más sencillo. Al fin, con gran secreto, aquella pelota de aluminio de 58 centímetros, con un emisor de radio y con cuatro antenas, fue colocado en la punta de un R-7 y lanzado desde el desde entonces cosmódromo de Baikonur, el 4 de octubre de 1957, a las 19:12 UTC (tiempo universal coordinado), iniciando así una era que imaginara un modesto profesor de escuela, 54 años antes. El Sputnik 1 había sido lanzado.
Aquello se recibió con sorpresa. Y antes de que los americanos pusieran su primer satélite en órbita, un segundo Sputnik, más grande, y con la perra Laika a bordo, elevó el listón. Al final von Braun pudo lanzar su Explorer, y los proyectos del Ejército y la Marina se fusionaron en 1959, para crear la actual NASA, y colocando a von Braun como cabeza visible. Entonces comenzó la carrera espacial, pero esa es otra historia.
Por cierto, el diseño básico del R-7, o también conocido como Zemyorka sigue usándose, para lanzar las cápsulas Soyuz y Progress, y las últimas variantes enviaron al espacio a las Express europeas (Mars y Venus). Es el cohete en servicio más antiguo del mundo, y está prácticamente al día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario